La cuenta atrás está en marcha. El pasado 28 de marzo la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) daba luz verde a la oferta pública de acciones (opa) del brazo financiero de Mikhail Fridman (LetterOne) por la cadena de supermercados DIA. El organismo que lidera Sebastián Albella considera que se «ajusta en sus términos a las normas vigentes». Aunque eso en lo legal, porque en términos económicos la propuesta a la baja hará perder a los fondos invertidos en la distribuidora algo más de un 67% de los invertido.
El gran problema que tiene la propuesta de Fridman (que condiciona la operación a que se adscriba al menos un 50% del capital) es el precio, 0,67 euros, que ofrece para recomprar los títulos de la compañía, un valor que los analistas de Bloomberg han llegado a calificar como «mediocre», y que hace un enorme agujero a los fondos que deben decidir si vender o no sus acciones. En concreto, la inversión de las grandes gestoras que poseen en su cartera más de un 0,05% de acciones de DIA (y que conjuntamente suman cerca del 30% del capital de la compañía) está valorada en sus balances en algo más de 500 millones de euros, mientras que apenas recuperarían 170 millones.
El capital social de la distribuidora de alimentación se ha convertido en los últimos meses en un fértil campo para la especulación. Así, los títulos de la compañía pasaban de manos de unos fondos a otros, en muchas ocasiones como garantía para apostar a la caída del precio del valor, a ritmos vertiginosos. Pese a ello, otros muchos (algo más de un centenar de ellos) apenas han movido sus posiciones en los últimos años, y son ahora los que tienen la llave para que la opa de Fridman salga adelante, aunque eso sí muchos son pasivos.
Los grandes fondos tienen contabilizados más de 507 millones invertidos en DIA de los que solo recuperarán 171 millones, apenas un 33% del total
Uno de los ejemplos más claros de lo anterior es el caso del transatlántico Vanguard, el gigante con sede en Valley Forge especializado en fondos índice y ETF, que con más de 27 millones de acciones de DIA (un 4,36% del capital) es el segundo inversor más grande. El desembolso realizado por la firma, a través de distintos fondos y a su vez distintos precios, asciende a 111 millones de euros, mientras que tras la opa de LetterOne le retornaría poco más de 18 millones, lo que supone una pérdida del valor del 83,7%.
Otros, fondos de gestión activa, si prometen darle más problemas a Fridman. Un caso curioso es el de Citadel, el cual se hizo famoso y muy rico (literalmente) apostando a la baja al valor, ahora después de invertir en el valor cerca de medio millón de euros le tocará perder parte de lo invertido, aunque no será un gran problema. Otros, como Western Gate, la división de inversión que pertenece a la family office de Luís Amaral (que cuenta con un 2% del capital de la distribuidora), aseguraban a Merca2 que están «dispuestos a explorar cualquier alternativa para DIA diferente a la oferta de LetterOne».
Los grandes fondos de pensiones de todo el mundo también deberán asumir pérdidas cuantiosas tras el descalabro de DIA. Uno de los más expuestos es el japonés, Government Pension Investment Fund Japan, ha invertido en la compañía más de 10 millones de euros, mientras que si da el sí a Fridman apenas recuperara un 30% de ella, unos 3,3 millones. En el caso del plan de pensiones canadiense, la pérdida supera el 85% y para los noruegos (el conocido Norges Bank) apenas recuperaría 640.000 euros pese a que su inversión (la ha ido rebajando paulatinamente) supera todavía los cuatro millones de euros. Aunque la mayor pérdida se la llevaría el ‘Fondo Público para Empleados Públicos de California’, ya que tras la opa de LetterOne solo recuperará un 12% de los invertido.
FRIDMAN UTILIZA EL MIEDO PARA CONQUISTAR DIA
Al final, Fridman ha logrado llevar a los fondos y accionistas de DIA a la disyuntiva de o vender sus títulos a un precio seguro, aunque bajo, o exponerse a perderlo todo ¿Más vale pájaro en mano? Para ello, LetterOne se ha asegurado de hacer llegar a los accionistas qué sin una aceptación mayoritaria, cifrada en más del 50%, se retirará y ello podría conllevar la disolución de la compañía y los accionistas gran parte de su capital.
En concreto, el brazo inversor del magnate ruso señaló que «en caso de que la opa no tenga un resultado positivo, o no se cumplan las condiciones para la ampliación de 500 millones, el Consejo de Administración de DIA podría estar obligado a tomar medidas en relación con la situación financiera de la cadena como, por ejemplo, la declaración de insolvencia o la capitalización por parte de la banca acreedora«.
Pero LetterOne no solo advierte (en beneficio propio) a los accionistas de que pueden perder su capital, sino también pinta un futuro negro para aquellos que piensen en quedarse y esperar a que el plan de Fridman devuelva el valor perdido a sus acciones. De hecho, el brazo inversor del magnate ruso señala que «no se compromete a mantener la antigua política de dividendos de la sociedad (…), ya que no puede ofrecer un rendimiento tan elevado como el que ha ofrecido históricamente o (directamente) no llegar a distribuirlos«.
Todo ello porque, LetterOne «no prevé que DIA genere efectivo durante los dos primeros años», e incluso llega a señalar que es probable que las pérdidas se acumulen en los próximos años, mientras se termina de implantar el nuevo plan de acción. En definitiva, Fridman ha subido la apuesta muy poco, pero se ha asegurado que el resto de participantes vea la partida tan desfavorable que su preferencia sea coger las pocas fichas que quedan en la mesa y retirarse a tiempo.