Ocurrió allá por 2012. Jean Paul-Rignault aterrizaba en España para hacerse cargo de la filial del grupo asegurador francés AXA. No lo tenía fácil. Eran malos momentos y era un auténtico desconocido para el sector aunque en Francia había sido el número dos de seguros locales a la par que responsable del área de empresas. Sustituía al anterior consejero delegado, Javier de Agustín, que llevaba más de una década al frente de la nave.
Una nave que, tras haber navegado por aguas plácidas (la compañía había calificado sus resultados como de históricos), comenzaba a hacer aguas debido a la crisis. Y las reformas eran necesarias. En su primera presentación de resultados, Rignault anunció una caída del 60% en el beneficio. Pero no le tembló la mano. Dejó atrás algunos segmentos que no eran rentables, como el de las flotas de coches. También hubo que sanear carteras y dialogar, mucho, con los mediadores.
“Has sabido ganarte el respeto y cariño de todos y has sido el artífice de la transformación de AXA en una entidad más cercana al cliente y a los mediadores”, aseguró Olga Sánchez, su sucesora en el acto de despedida a Rignault celebrado en el Museo del Prado.
Olga Sánchez tiene por delante un complejo plan de transformación en el que invertirá 100 millones de euros en cuatro años
Con esta vuelta de tuerca, Axa vuelve a confiar en un español para dirigir el futuro de la compañía seis años después. Una persona de la casa, que acabó la carrera de Económicas y Empresariales en 1992, misma fecha en la que se hizo con el título que otorgaba el Instituto de Actuarios Españoles.
Al año siguiente comenzaba su carrera profesional. Y lo hizo en AXA. “Fue mi primer trabajo serio”, reconoció en las jornadas del seguro organizadas por Inese. Primero como actuaria en el departamento de dirección técnica. Una decena de puestos después, ha llegado a lo más alto: consejera delegada. Por tanto, fue el primero, y cinco lustros después, el único.
EL MOMENTO DULCE DE AXA
Olga Sánchez, en su primera semana con los galones, se va a encontrar con un AXA bastante diferente al de su antecesor. Cerró 2018 con un fuerte crecimiento de ingresos a la par que cosechó una mejora de la rentabilidad: los primeros crecieron un 7%, superando los 2.525 millones de euros, mientras que el beneficio operativo fue de 186 millones de euros (+16,5%). El beneficio neto, por su parte, aumentó un 5,4%, para situarse en 147 millones de euros.
¿Qué tiene por delante? Un complejo plan de transformación en el que tendrá que invertir 100 millones de euros durante los próximos cuatro años. También tendrá que ‘torear’ con el fraude, que no deja de crecer en España. Durante 2018, los pagos indemnizatorios fraudulentos detectados por AXA fueron de 66,2 millones de euros, un 5,5% más que el año anterior.
¿Cuál será su hoja de ruta? Estabilidad, competitividad y servicio serán los pilares sobre los que quiere asentar su trabajo. También seguirán creciendo con su red de distribución y, respecto a la mediación, seguirán caminando juntos de la mano “porque nuestro sector, nuestro trabajo y nuestro negocio se sustentan en el asesoramiento”, reconoció en la Semana del Seguro.
En dicho foro también subrayó que “la omnicanalidad es una premisa, pero el asesoramiento es clave”. Y subrayó que trabajará en dos líneas: un equipo para afrontar el cambio cultural digital, y un claro apoyo por parte de la dirección. “El comité de dirección tiene que ser el primer agente del cambio”, manifestó.
Olga Sánchez, que quizás sea una de las últimas ‘rara avis’ que acabe su trabajo conociendo una sola compañía (algo que cada día está más en desuso), tiene muy claro que aquella persona que llegue a la compañía tiene que quedarse en la misma. Porque, para ella, “el talento no tiene ni edad ni género”.
Hablando de género, con Olga Sánchez el sector asegurador ha roto una lanza más. Hasta ahora, la única mujer consejera delegada era Cornelia Coman, CEO de Nationale Nederlanden en España. Un sector en el que, en su base, hay mayoría de mujeres (56,5%) pero en el que sólo uno de cada siete directivos es mujer.