El compromiso de Mercadona con el medio ambiente parece fuera de duda si nos ateneos a sus manifestaciones públicas. Sus palabras, que se pueden encontrar dentro de la memoria anual de la compañía, no dan probablemente lugar para la desconfianza: «Sabemos que nuestra responsabilidad como empresa pasa por adelantarnos a los cambios medioambientales y sociales que la sociedad demanda». El problema es que las palabras y los números no suelen coincidir, en especial cuando hay que contribuir económicamente a la causa.
En este sentido, Mercadona se ha erigido como adalid de la lucha contra el plástico, aunque en realidad, el ejemplo de Mercadona se asemeja más a un falso profeta que a un ejemplo a seguir.
La contradicción aparece nítidamente en la memoria de la firma valenciana. Por un lado, en la página 8 se dice que Mercadona ha aprovechado para «impulsar numerosas iniciativas que contribuyen a hacer de las ciudades y de los entornos en los que tenemos presencia un lugar más sostenible. Ejemplo de este compromiso es (…) la eliminación de plásticos que estamos llevando a cabo». El problema es que en la página 109 (¿quién llega leyendo hasta la página 109 de cualquier memoria empresarial?) la propia compañía desmiente sus anteriores palabras cuando describe su actuación.
Mercadona ha incrementado el plástico usado en sus locales en los últimos tres años en más de 1.500 toneladas, que suponen 1,5 millones de kilos más
Mercadona ha incrementado el plástico usado en sus locales en los últimos tres años en más de 1.500 toneladas, en otras palabras 1,5 millones de kilos. Así, mientras que en 2016 utilizó 12.110 toneladas de dicho material en 2018 la cifra ascendió hasta las 13.660 toneladas, lo que supone un incremento del 12,7%. Unos datos que contradicen claramente las amables palabras de la compañía sobre que están llevando a cabo «la eliminación de plásticos».
Aunque para ser más exactos, habría quien pensase que podría tratarse de un efecto de cantidad y no de proporción: así, por ejemplo, si en 2016 se utilizaban 100 toneladas de plásticos para vender 1.000 ‘kilitros’ (la unidad de medida que utiliza la compañía), y ahora se utilizan 200 para para vender 3.000 unidades, obviamente es más plástico, pero proporcionalmente se utiliza menos. Aunque nada más lejos de la realidad, ya que mientras que el uso de plástico crecía un 12,7%, entre 2016 y 2018, las ventas solo crecieron un 7%. Dicho de otra manera, mientras que para cada millón de kilitro vendido se usaba 1,09 toneladas de plástico en 2016, en 2018 para la misma venta se usaban 1,15 toneladas.
Además, tampoco se puede justificar porque el aumento haya sido menor en 2018 respecto de años anteriores, ya que el uso de plástico por venta se ha mantenido estable tanto entre 2016 y 2017 como entre 2017 y 2018. Unos datos que refrendan las muchas quejas que le llegan a Mercadona cada día en sus redes sociales sobre la excesiva plastificación en la venta de sus artículos, especialmente en verduras y frutas.
Al final, la defensa del medio ambiente para Mercadona es en realidad la defensa de su propio bolsillo. La política de la empresa dirigida por Roig se escuda en dos actuaciones principales: el cobro de 10 céntimos por bolsa de plástico (arrojando unos beneficios por cada una que vende exorbitantes), a la vez que ofrece otras de papel (también a 10 céntimos) o de rafia (por 50 céntimos). Mientras, las que regala (dentro del local) son todas de plástico y van desde la zona de frutas a la panadería (¡hasta los chinos de Madrid dan el pan con bolsa de papel!), obviamente porque son mucho más baratas.
Al final, cabe preguntarse si no sería más fácil para acabar con el plástico regalando esas otras bolsas que vende (en especial las de papel), una respuesta que parece obvia pero que iría contra las cuentas de la compañía y claro, eso es intocable. En este punto, sí que no se puede culpar a la compañía cuando explica en su memoria que «la aplicación todos los días de su estrategia (…) han hecho crecer el beneficio neto más de un 80%».
MERCADONA HA DOBLADO EL USO DEL PELIGROSO POLIESTIRENO
Por último, en mitad de la lucha contra el plástico ha pasado desapercibido otro material, cuyo uso es quizás todavía más dañino para el medioambiente y que Mercadona ha más que doblado su empleo en los últimos tres años. Se trata del poliestireno, también conocido como ‘Styrofoam’, que fue inventado en 1941 y cuya utilización por parte de la compañía valenciana ha pasado de las 1.296 toneladas que usó en 2016 a las 2.636 toneladas en 2018.
Las asociaciones de medio ambiente afirman que «este material causa graves daños cuando ingresa en los ecosistemas marinos y contamina las aguas». El profesor de Biología Marina de la Universidad de California, Douglas McCauley, explicó en un reciente estudio que el poliestireno causa dos graves problemas para los animales marinos: por un lado, puede provocar bloqueos en el estómago o intestinos que pueden ser letales, ya que por ejemplo las tortugas lo confunden con medusas. Por otro, que actúa como una esponja que recoge y concentra los contaminantes del océano. Además, su reciclaje es mucho más difícil que en el caso del plástico, debido a que el procedimiento químico utilizado para su creación es casi imposible de transformar. Por todo ello, distintas ciudades de todo el mundo ya se están apresurando a prohibirlo.
En definitiva, que la gran apuesta por el medio ambiente de Mercadona es cobrarte una bolsa a un precio que multiplica muchas (y cuando se dice muchas, es muchas) veces su coste, mientras sigue plastificando con sus locales a la vez que ha doblado el uso de otros materiales nocivos porque su coste es reducido. De nuevo habría que darle la razón a la firma cuando explica en su memoria que son «conscientes de que todavía nos queda mucho por hacer».