Las eléctricas españolas tenían marcado en rojo el 31 de marzo. Esa fecha es el punto de no retorno para tener claro qué hacer con uno de los reactores nucleares de Almaraz (Extremadura). Ampliación de vida útil, y hasta cuándo. Lo extraño es que ese rojo lo anotaron en el calendario hace muchos meses, pero a falta de nueve días para tomar la decisión, Endesa e Iberdrola marean la perdiz de forma pública con reproches y propuestas de toda índole. Todo ello sin saber qué piensa el Gobierno.
En la última semana, Iberdrola ha reprochado a Endesa no atenerse a lo firmado con Enresa, el organismo encargado de gestionar los residuos nucleares, sobre las fechas de cierre. La compañía dirigida por José Bogas se desmarcó con un “sí, haremos caso, pero…”; a lo que el presidente Ignacio Sánchez Galán respondió con un espectáculo mediático presentando una gran planta fotovoltaica en Extremadura… y así transcurren los días.
Apurando la semana, Endesa lanza al aire la posibilidad de gestionar ella sola la generación nuclear si Iberdrola y Naturgy creen que las inversiones que se deben realizar son demasiadas. Así, con la duda legal sobre la situación, desde la energética vasca no lo toman muy en serio. Estiman que no van a ceder gratis unos activos, además de abonar la suma pertinente para desmantelar las centrales cuando llegue la hora de cerrarlas.
Pero aquí no acaba todo. Este mismo jueves el máximo responsable de la eléctrica azul ha vuelto a enredar más la situación. Bogas ha manifestado que «todas las posibilidades están abiertas» para que Iberdrola y Naturgy cedan sus participaciones con el fin de llegar a un acuerdo. Así, asegura que Endesa «tratará de ser los más flexible que pueda» en el caso de que el resto de empresas «no quieran respetar el protocolo».
No obstante, según recogía Europa Press, Bogas también ha afirmado que «en el fondo» todos los operadores nucleares «están comprometidos» con dicho protocolo, por lo que confía en que se llegue a un acuerdo «razonable» antes de la fecha límite. Así, preguntado por si sería rentable para la compañía quedarse con el control exclusivo de la central, en el caso de que los otros agentes cedieran sus derechos, Bogas solo ha confesado que «tendrán que estudiarlo».
De esta forma, en unas breves declaraciones, pone más dudas en el aire sobre la gestión, la rentabilidad y, de paso, enquista más todavía la negociación pendiente.
IBERDROLA Y NARTUGY JUEGAN SUS CARTAS
No obstante, no se puede atribuir toda la responsabilidad sobre Endesa. Bien es cierto que ellos tienen un mayor impacto económico con el tema nuclear, y quizá esas cartas son las que están jugando Iberdrola y Naturgy sin querer reconocerlo.
Ninguna de las tres empresas dice lo que de verdad piensa y cuáles son sus intereses
El consenso de mercado estima que estas dos compañías están mejor preparadas para afrontar la transición energética que Endesa, cuya exposición a la generación de energía nuclear es bastante importante, por lo que su nicho de comercializadora queda en manos de, precisamente, lo que contrata a sus rivales.
De esta forma, con un parque nuclear en retroceso, y sin la obligación de tener que invertir más por parte de Iberdrola y Naturgy, podrían centrar gran parte de sus objetivos en los ciclos combinados que, lógicamente, deberían tomar mayor relevancia como energía de respaldo a las renovables. Y, lógicamente, Endesa es donde flojea con respecto a sus rivales.
Solo con esta ecuación se entiende el comportamiento de las tres compañías que, a falta de una semana para tomar la decisión, seguirán mareando el asunto nuclear. Además, el Gobierno está ausente en todo el conflicto. Y algunos motivos tiene. El equipo de la ministra para la Transición Ecológica dejó todo listo. Es más, insinuó una leve bajada de pantalones al asumir que tampoco era tan descabellado que las centrales nucleares tuvieran una vida útil más allá de los 40 años. El resto lo debían negociar las eléctricas. Pero ni con esas.