La guerra en el accionariado de Telecom Italia no ha hecho más que empezar. En uno de los frentes se sitúa el fondo activista Elliott, que lleva instalado en él desde que tomó posición en el operador italiano. En el otro frente está Vivendi, el máximo accionista de la teleco, que ha intentado alzar la voz, tras las agresivas tácticas de los estadounidenses. El campo de batalla, ya está listo, será la próxima Junta de Accionistas que se celebra este mismo mes.
Telecom Italia es, como Telefónica o Deustche Telecom, otro ejemplo de operador privatizado en clara decadencia en su valor bursátil debido tanto a errores del pasado (están fuertemente endeudados) como a cambios profundos en el sector. Una oportunidad, el bajo precio, que muchos grandes fondos no están dejando pasar. El problema es que mientras en Telefónica el que compra, Blackrock, tiene una política de no interferir otros como Elliott son agresivos en sus formas, tanto que una de sus primeras decisiones en la operadora fue poner un presidente de su confianza.
El fondo dirigido por el multimillonario Paul Singer denuncia que la gestión de Vivendi con «sus promesas rotas» y su «desprecio por las reglas de buen gobierno» ha provocado «la destrucción continua de valor de la operadora transalpina». Por ello, desde Elliott no dudan en cargar contra los nuevos directores que quiere colocar la compañía de medios de comunicación francesa, mientras apuestan por mantener los que ellos mismos colocaron tiempo atrás.
La agresiva campaña del fondo estadounidense llega pocos días después de que Vivendi señalase que se estaban produciendo «irregularidades en el gobierno de Telecom Italia resaltadas en el informe de la junta de auditores legales». Un elemento, el último que ha aparecido en el estudio auditor, que fortaleció la voluntad de los franceses de solicitar el retorno «a una junta directiva más equilibrada» para restablecer “las condiciones y las salvaguardas de la gobernanza necesaria”.
El contrataque francés ha hecho que Elliott vuelva a la carga y ha acusado a Vivendi de lanzar agresivos y repetidos ataques, sin abrir la puerta a las solicitudes de diálogo. El fondo dirigido por Singer ha señalado que Vivendi «ha lanzado una serie de incesantes y agresivos ataques contra la compañía, el consejo y otras partes interesadas».
Aunque la contienda va mucho más allá que un simple cambio de cromos, sino que incluye la propia hoja de ruta que deba seguir la compañía en los próximos años. El cambio o no que se pueda producir en la próxima junta (que incluso incluir al presidente afín de Elliott, Fulvio Conti) haría que la compañía se enfocase en distintos desarrollos operativos. Así, desde Elliott creen que se debe hacer hincapié en las transacciones de activos de red, lo que supondría venderlos, mientras que Vivendi prefieren mantenerlos.
Al final, el principal perdedor es la compañía, ya que «los riesgos, desde el gobierno corporativo a la competencia, enturbian la posibilidad de alcanzar los 3.500 millones de euros de flujos de efectivo libre entre 2019 y 2021«, señalan desde Bloomberg.