En las próximas semanas la tecnología 5G volverá a estar de moda. Desde el 25 de febrero se celebra en Barcelona el MWC19, y esta tecnología de conectividad será una de las atracciones. Bien es cierto que a nivel comercial todavía falta tiempo para que se incorpore a la sociedad. Pero todo debe estar listo para cuando eso suceda, aunque los que tienen que poner el dinero encima de la mesa confiesen estar preocupados por el gasto.
Y es que la llegada del 5G no saldrá gratis. De entrada, los operadores llevan tiempo invirtiendo, por ejemplo en espectro. Así, hace unos meses ya se hicieron con diferente ancho de banda en las primeras frecuencias licitadas por el Gobierno español. Y no fue barato.
El problema es que nada relacionado con el 5G será barato. Al menos durante los primeros compases. Según un informe del portal especializado Mobile World Live titulado ‘Acelerando el 5G con espectro compartido’, los niveles de inversión durante el aterrizaje de esta tecnología serán muy altos. Se debe a que algunos conceptos asociados al 5G, como las ciudades inteligentes o los vehículos autónomos, requerirán muchos recursos de conectividad y eso, lógicamente, necesita de dicha inversión.
El problema es que nada relacionado con el 5G será barato
La situación, en todos los aspectos, es algo pescadillista. Con la llegada del 5G habrá más cobertura, velocidad y capacidad de conexión; pero eso sucederá porque tanto usuarios como empresas dispararán el consumo de datos. Eso, por lo tanto, requiere una mejor infraestructura de red… y los operadores ya saben lo que toca.
Así, según fuentes cercanas a uno de los grandes operadores españoles, estiman que se irá con pies de plomo a la hora de invertir. Aseguran que la próxima subasta, la de 700 Mhz, tendrá un importe de inversión acorde con el espectro de radio que necesitan, pero que el resto del despliegue, así como el gran volumen de celdas que habrá que situar en las ciudades, se irá haciendo poco a poco.
NIVELES PROHIBITIVOS E INSOSTENIBLES
El informe es muy concluyente: para una forma de despliegue tradicional, como fue el 4G, los niveles requeridos de inversión serán “prohibitivos e insostenibles”. Por ello los operadores deberán apoyarse en nuevas arquitecturas de red, así como un proceso de virtualización ejecutado sobre software que facilite el desarrollo.
Surgirán muchas oportunidades de negocio, aunque estas todavía no están muy claras
Este contexto pondrá a prueba a los operadores tradicionales con respecto a la manera de trabajar que tienen las tecnológicas más innovadoras. Asimismo, apunta el informe, habrá que esperar unos retornos económicos que, en los primeros compases, serán bajos.
Esto se debe, básicamente, a que los casos de uso se irán explorando poco a poco. Y es que el informe reconoce que surgirán muchas oportunidades de negocio, aunque estas todavía no están muy claras. De hecho, los propios operadores llevan meses reconociendo que por ahora no han salido de las pruebas piloto, y que todo está por explorar.
Aunque ha habido pruebas en directo, de las que este medio ha sido testigo, y han sido las propias compañías de teléfono las que han querido bajar la euforia. Principalmente por temas de inversión, la inminente en cuanto a frecuencias; y las posteriores sobre despliegue, innovación y desarrollo de casos de uso. La preocupación existe. Y en Barcelona se verán.