Este martes, el Banco Sabadell anunciaba de manera oficial -con un hecho relevante- sus intenciones de desprenderse de Solvia. La entidad admite a MERCA2 haber recibido llamadas de Morgan Stanley, Lone Star, Goldman Sachs o Cerberus para interesarse por sus suelos finalistas.
Solvia está en venta. Era un secreto a voces, pero desde este pasado martes ya es una realidad. El Banco Sabadell necesita liquidez y decir adiós a su brazo inmobiliario es la mejor opción. ¿El precio de salida? 1.300 millones, según la tasación de Savills Aguirre Newman. «Estarán todos: fondos, constructoras, promotoras…», afirman desde la entidad catalana. La puja ha comenzado y lo cierto es que el Sabadell pretende cerrar la venta antes del mes de abril.
A la ‘guerra’ va a ir todo el sector con el cuchillo entre los dientes. La calificación de los terrenos -‘prime’- es muy atractiva para cualquier inversor. Además, la falta de suelo finalista en España encrudece la batalla. En estos momentos, Solvia es la niña bonita del mercado inmobiliario y cualquier ‘player’ podría ser susceptible de querer adquirirla.
El atractivo de la promotora inmobiliaria del Banco Sabadell reside precisamente en la calidad de los suelos. En la actualidad, la gran mayoría de empresas se las ven y se las desean para encontrar terrenos donde construir en la grandes ciudades españolas. En Madrid, por problemas burocráticos con la Administración y en Barcelona, por cuestiones físicas -el mar y la montaña ponen coto a su expansión-.
En este complicado escenario para levantar viviendas de obra nueva aparece al rescate Solvia como solución a los problemas de estas compañías. La rama inmobiliaria del Sabadell puede presumir de tener en cartera de 300 suelos finalistas -sí, finalistas- valorados en 1.300 millones de euros. Aunque esta no tiene porqué ser la cifra de venta, puede ser menor o incluso mayor debido a la gran competencia que existe por hacerse con estos terrenos. «Hay mucho apetito», señalan fuentes del propio banco.
Además, desde la entidad manifiestan que se trata de suelos de calidad, y no de activos tóxicos como los que se han incluido en operaciones anteriores, en las que se realizaban fuertes descuentos para adjudicarlos. De hecho, hasta ahora, la entidad ha conseguido sacar de su balance 12.500 millones de euros de este tipo y cuenta con unos 2.000 millones de exposición inmobiliaria que quiere traspasar cuanto antes.
«Estarán todos: fondos, constructoras, promotoras…»
Pero la operación de Solvia no tiene nada que ver con este tipo de transacciones. El negocio de la promotora pone en liza terrenos localizados en la capital de España y en la Ciudad Condal, en su gran mayoría. En esta ecuación también entran en juego varios suelos ubicados en la Comunidad Valenciana, una región en auge, en clave residencial, al igual que Málaga. «Todo urbano, nada de suelo rústico», explican desde el Sabadell.
Además, la promotora tiene en estos momentos un centenar de residenciales en marcha. Éstos activos también estarían incluidos en la operación, y una plantilla formada por medio centenar de personas. Cabe recordar que Sabadell ya se desprendió de Solvia Servicios Inmobiliarios a finales del año 2018. El fondo sueco Intrum pagó a la entidad catalana 240 millones de euros por el 80% de la plataforma inmobiliaria del Sabadell. Pero en esta ocasión, Sabadell pretende deshacerse del 100% de Solvia Desarrollos Inmobiliarios. Quiere decir adiós al paquete completo y no guardarse ninguna participación.
NEINOR DICE ‘NO’ Y SABADELL DICE ‘SÍ’
El primer nombre que surgió como posible candidato a comprar Solvia fue el de Neinor, pero la compañía de Juan Velayos nunca confirmó la noticia. Incluso en alguna conversación con periodistas, el propio CEO de la compañía no se mostró muy contento con la publicación de este supuesto interés. Pero lo cierto es que desde el Sabadell reconocen que Velayos y los suyos sí han mostrado interés.
Según el comunicado emitido este martes por el Sabadell, el banco está recibiendo asesoramiento de la firma Rothschild y la entidad considera que «la buena situación del mercado inmobiliario y la fuerte demanda de inversión para la consolidación del mercado de promoción nacional» le permite poner en valor la actividad de promoción mediante esta operación.
300 suelos finalistas valorados en 1.300 millones de euros
Y lo cierto es que no le falta razón. Porque todos los expertos del sector inmobiliario coinciden en afirmar que este 2019 y el 2020 todavía serán años de crecimiento para el sector. Por este motivo, la venta de Solvia llega en el momento más oportuno.
SOLVIA DETERMINARÁ EL PRÓXIMO GIGANTE INMOBILIARIO
Todavía no hay ninguna oferta en firme, como ya adelantó MERCA2, pero ahora los candidatos sí han comenzado a mover su fichas en el tablero para empezar a jugar. Un juego que determinará el próximo gigante inmobiliario, porque a nadie se le escapa que quien sea capaz de seducir al Banco Sabadell será el próximo rey del ladrillo.
Esta transacción es susceptible de comparación con otras dos operaciones que dieron como resultados dos empresas que ahora, casualidades del destino, también pujan por Solvia. Se trata de los casos de Neinor y Aedas. La primera fue fundada por la compra de los activos de Kutxabank por parte del fondo Lone Star -otro fondo colocado en las primeras posiciones para hacerse con Solvia-. Y la segunda, encabezada por David Martínez, que inició su andadura respaldada por el fondo de inversión Castlelake.
LA VENTA DE SOLVIA, UN BALÓN DE OXÍGENO PARA EL SABADELL
Al final, todos ganan en esta operación, tanto comprador -Morgan, Lone Star y Cerberus están un punto por encima del resto- como el vendedor. Porque Sabadell concluyó el 2018 con un beneficio neto atribuido de 328,1 millones de euros. O lo que es lo mismo, un 54,2% que en el ejercicio anterior. Además, los ingresos registraron fuertes descensos, con una caída del 12,7% en su margen bruto. Tras estos malos resultados, los inversores castigaron a la entidad catalana con un descenso de sus acciones en Bolsa. Ahora, desprenderse de Solvia es un claro en forma de miles de millones de euros que se abre paso entre la penumbra de los malos dígitos cosechados en 2018.