Los precios del alquiler de la vivienda han subido durante los últimos cuatro años, sí. Nadie puede negar la mayor. Pero ¿han aumentado tanto como para hablar de burbuja? Los datos demuestran que no. La mediatización de los casos de Madrid y Barcelona, donde se concentra la mayor oferta laboral nacional y donde sí se ha producido una inflación mayor en los precios, se ha asumido como una verdad absoluta
En España existe un problema: los ciudadanos tienden a extrapolar lo que sucede en la capital y en la Ciudad Condal al resto del territorio nacional. Lo importante es lo que ocurre en estos consistorios, en las empresas que se asientan allí, en los problemas generados en sus calles… La población de otras provincias y comunidades autonónomas consumen más información de Madrid y Barcelona que del lugar en el que residen. En honor a la verdad, hay que admitir que parte de la culpa la tenemos los medios de comunicación, que centramos el foco en estas dos ciudades. Pero no por esto mandamos un mensaje interpretable para el resto de zonas del país.
Bajo esta teoría se ha generado un debate en la sociedad sobre la existencia de una supuesta burbuja alrededor del alquiler de viviendas. Los ciudadanos ven, escuchan y leen que los precios del arrendamiento no paran de aumentar -una afirmación que en este pasado año 2018 ha perdido peso, según los últimos datos del curso-. Esto produce una sensación de hastío en la ciudadanía, que ataca a las empresas y administraciones por la inflación generada en el sector.
La hipocresía no es la marca de esta casa y por este motivo no podemos negar la evidencia: los precios del alquiler sí han subido en los últimos cuatro años. Pero cabe recordar que el mercado viene de marcar mínimos después de la crisis y que en este año 2018 se ha producido una reducción del ritmo de crecimiento. De hecho, el sector del alquiler ha sufrido un crecimiento en los precios del 9,3% el pasado curso, frente al 8,4 % registrado en 2017. Es decir, si existiera una supuesta burbuja, ésta ya habría quedado en pompa.
Además, en el último trimestre del año, se frenó el ritmo de crecimiento, con una reducción del 0,6 % en los precios, según los datos de un estudio difundidos por el portal inmobiliario Idealista. Para el jefe de estudios de Idealista, Fernando Encinar, estos números evidencian que no hay burbuja de alquiler y «de haberla habido los datos demuestran que se está deshinchando».
Los precios han subido en el conjunto de España en 2018, pero este crecimiento está ya «muy lejano» de los de ejercicios anteriores y, además, en los grandes mercados del alquiler como Barcelona, han caído por segundo año consecutivo, un 1 %, y, en Madrid, se ha estabilizado, con un ligero incremento anual del 4,3 %, aunque en los últimos meses del año se registraron ya bajadas. Por lo tanto, ya ni la mediatización de los casos de la capital y la Ciudad Condal sirven para justificar la existencia de esta burbuja.
En 2018, aparte de Barcelona, los precios se redujeron en cuatro capitales más que son: Castellón (una caída del 6,8 %), Tarragona (una del 5,3 %), Jaén (una del 3,1 %) y Ciudad Real (una del 0,1 %).
MADRID Y BARCELONA, SATURADAS DE POBLACIÓN
En realidad, lo que los datos no muestran, o mejor dicho, no relacionan es la gran concentración de población que se produce tanto en Madrid y en Barcelona. Entre las dos ciudades que más crecimiento del precio del alquiler han sufrido estos años suman casi cinco millones de habitantes. Además, entre las dos comunidades autónomas -Madrid y Cataluña- hacen un total de casi 15 millones de personas. Es decir, casi un 33% de toda la población española residen en estas dos comunidades. Esto es así porque los ciudadanos tienden a concentrarse donde existen oportunidades laborales. Esta situación de saturación se acrecienta en épocas de recesión económica, como la que ha vivido España y Europa en la última década. A mayor población, menos vivienda disponible y por lo tanto un aumento de los precios de misma.
Otros dos factores que han ayudado a esta inflación de los precios del arrendamiento son la aparición de los pisos de alquiler turísticos y los salarios. Con el ‘boom’ de empresas como Airbnb, muchos propietarios han decidido arrendar sus inmuebles en este tipo de plataformas surgidas a raíz del turismo. La tendencia del mercado hacia este sector ha disminuido la oferta de viviendas para alquileres de larga duración. El último ejemplo de este problema se ha vivido en Málaga, aunque antes también ha tenido lugar en ciudades como Barcelona o las Islas Baleares.
NO HAY BURBUJA, PERO SÍ UN PROBLEMA DE ACCESO A LA VIVIENDA
Aunque en realidad, todo lo relatado anteriormente no tendría ninguna importancia si los sueldos de los españoles hubieran aumentado al mismo ritmo que el crecimiento de los precios del alquiler. Pero los salarios no sólo no han despegado, sino que se han estancado. Las tendencias registradas en la fase de estancamiento salarial se intensifican durante el periodo 2012-2017 -el mismo periodo en el que el arrendamiento de viviendas sufre el mayor crecimiento-. La productividad se recupera ligeramente hasta alcanzar valores cercanos a un crecimiento anual del 1% pero los salarios se desploman: en términos reales descienden el 4,4%.
Mediatización de la situación, saturación de población en Madrid y Barcelona, aparición de los pisos turísticos y un estancamiento de los sueldos. Estos son los motivos por los que se ha generado un problema de acceso a la vivienda. Porque que no exista una burbuja no excluye que en España haya un problema real de accesos a una vivienda digna.