La demolición del estadio y las futuras obras para levantar más de 500 viviendas son motivo de debate entre los vecinos y los comerciantes de los aledaños del Vicente Calderón. Los primeros no quieren ni oír hablar de grúas y los segundos esperan como agua de mayo a los obreros para relanzar sus locales.
Precisamente en el mes de mayo -pero del año 2017- se disputó en el feudo colchonero el último encuentro oficial del club. Desde el pitido final de aquel Atlético de Madrid (3) – Athletic de Bilbao (1) se disputa un nuevo encuentro. Como si de un derbi se tratara, los vecinos de los aledaños y los comerciantes libran un encuentro muy desigualado, porque desde el inicio del mismo ya se sabía el ganador: los comerciantes. El derribo del feudo colchonero comenzará a comienzos del año 2019 y una vez que el club haya vendido los terrenos comenzarán los trabajos para construir más de 500 viviendas.
De todos modos, a pesar de que esta contienda ya tiene ganador no se molesten en apostar, porque en los alrededores de Calderón por quedar ya no quedan ni casas de apuestas. Un Codere -por cierto, no paran de caer en bolsa- cuelga el cartel de ‘se alquila’ en la calle Acacias. Un fiel reflejo de lo que ha supuesto la marcha del Atlético de Madrid del barrio y del anhelo que sienten los comerciantes porque la zona vuelva a tener vida. Por este motivo, la noticia del inicio de la demolición del excoliseum rojiblanco -previstas para comienzos del año 2019- ha sido muy bien recibida por todos ellos.
«Es necesario que empiecen las obras para que revitalizar la zona. El barrio parece desangelado y para los pocos bares que quedamos supondrá una gran inyección», afirma el propietario de un bar muy cercano al Calderón. En realidad la mudanza de los colchoneros lo han soportado muy pocos locales de restauración y alimentación. El paseo de los melancólicos que da acceso al estadio se encuentra más melancólico que nunca. Porque la realidad es que la calle tiene aspecto de una zona zero después de una catástrofe. Sin vida, sin luz y con un estadio en el que la caída de su fachada por el paso del tiempo deja al descubierto su alma.
«La demolición y la construcción de las viviendas supondrá un gran trasiego de obreros. Esto es una buena noticia para los pocos que hemos resistido la marcha del club, porque volverá a existir un gran trasiego de personas», afirma el dueño de otro local cercano al exfeudo colchonero. Precisamente, muchos de estos bares han resistido por sus ‘enemigos’: los vecinos de la zona que son la clientela fija.
La postura de los vecinos tiene varios fundamentos, pero tal vez el más importante reside en su edad media. El Vicente Calderón está emplazado en Arganzuela, que cuenta con una edad media de casi 45 años por habitante, según datos del Ayuntamiento de Madrid. Además el distrito tiene un índice de envejecimiento del 147%, según datos del propio consistorio madrileño.
«Ahora que el barrio respira tranquilidad no queremos ruidos de demolición, de obras… Estamos muy bien y creemos que el derribo va a convertir esto en un verdadero caos», afirma una vecina que tiene su vivienda en frente de la grada lateral del Calderón. El debate está en la calle e incluso entre los detractores del derribo también existen discrepancias. «Creo que lo pasaremos mal al principio y será un embrollo para todos nosotros, pero al final es algo bueno para el barrio», afirma otro vecino de la urbanización emplazada en el paseo de los Melancólicos y que hace esquina con la calle del Duque de Tovar.
TODOS GANAN, TODOS PIERDEN
La realidad en este peculiar partido es que todos los ‘players’ tienen su parte de razón. El comercio y la restauración necesita un empujón y esta operación urbanística puede ser la solución. Por su parte, los vecinos sufrirán cerca de 34 meses de obras. Trabajos que ya cuentan con el visto bueno final del Ayuntamiento de Madrid y que podrán dar comienzo a comienzos del año 2019.
La Junta de Gobierno aprobó la pasada semana el proyecto de urbanización que transformará el territorio Calderón-Mahou (la empresa cervecera también es propietario de algunos terrenos de la operación) y que comprende una superficie total de 193.804 metros cuadrados. Con el visto bueno del Gobierno regional, el proyecto, que fue reaprobado en 2016 tras la sentencia del Supremo y después de distintas modificaciones puntuales en los últimos meses, contará con un presupuesto de 42.223.194 euros, estará financiado por la Junta de Compensación integrada por los propietarios del suelo y tendrá un plazo de ejecución de tres etapas cuyo plazo se alargará en el tiempo hasta casi los tres años.
La primera etapa atañe a la demolición del estadio Vicente Calderón, a excepción de la grada situada sobre la M-30. En esta fase también se acometerá la urbanización de las vías públicas comprendidas entre el paseo de los Pontones, paseo Imperial y paseo de los Melancólicos. La segunda y la tercera etapa servirán para cubrir la reordenación del paso de los Melancólicos, la de la calle Duque Tovar y la ejecución del nuevo parque del río, respectivamente.
LA DEMOLICIÓN DEL CALDERÓN GENERA UNA BURBUJA
Estos trabajos son los que competen a la Junta de Compensación. Pero en los terrenos de Mahou y del Atlético de Madrid también hay espacio para las viviendas. En este caso, el suelo destinado a uso residencial ocupa 33.339 metros cuadrados (con una edificabilidad de 132.344 metros cuadrados), de los cuales 13.234 son para vivienda de protección pública, lo que supone más de un 11% del total.
El problema es que el Atlético de Madrid todavía no ha conseguido vender sus terrenos. Hay tres interesados –Ibosa, Solvia y Princeton-, pero todos ellos estaban esperando a que la reparcelación y los planes urbanísticos fueran definitivos. Con el ‘ok’ del consistorio, el club rojiblanco espera ingresar 200 millones de euros por la operación o lo que es lo mismo 3.000 euros por metro cuadrado. Una cifra récord para la zona y el distrito en el que se encuentra el estadio.
El Atlético vende concretamente tres parcelas que ocupan en total 63.076 metros cuadrados, de los que 57.094 corresponden a residencial -se calculan 500 viviendas- y otros 5.892 a comercial. Porque en la operación también hay sitio para el suelo comercial -14.705 metros cuadrados- y para usos dotacionales -13.893 metros cuadrados-.