Día del postureo nacional: el Gobierno ignora a Defensa

Llega el 12 de octubre, el día de la Fiesta Nacional cuyo acto central es un desfile. Los hombres y mujeres encargados de la defensa de la nación marchan orgullosos ante el Rey y el Gobierno. Un Ejecutivo que presume y saca pecho durante el paso de todos sus soldados, pero que esconde la cabeza a la hora de invertir en ellos. El postureo nacional de cada año al que todo el español asiste a través de la televisión pública.

Este viernes desfilan por la Castellana unos 4.000 efectivos, 88 aeronaves y 152 vehículos de las Fuerzas Armadas. En esta edición, el homenaje se presenta descafeinado. Sin mensaje institucional ni una sensación de unidad. Un ‘postureo’ dirán algunos. Y no les falta razón. Porque lo que de verdad preocupa es la falta de inversión en Defensa y la no ejecución del ciclo inversor diseñado por la anterior ministra, María Dolores de Cospedal.

De momento, y como muestra de austeridad, el Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido recortar en el gasto de la celebración del desfile. Según los datos revelados por el Estado Mayor de la Defensa al Ministerio de Defensa, el coste estimado del desfile es de 423.729 euros, a los que hay que sumar otros 200.539 del coste de las gradas y tribunas (624.268 euros). En 2017, y con el Partido Popular en el poder, tuvo un coste de 670.000 euros.

Pero el desfile no es sino el colofón a un estado de incertidumbre que se vive en las Fuerzas Armadas desde la llegada del PSOE al poder. Del ciclo inversor diseñado por Cospedal de 10.800 millones de euros nada se sabe. De hecho, Margarita Robles, actual ministra de Defensa, ya aclaró que este proyecto de renovación era imposible de llevar a cabo. Los socialistas decidieron no continuar porque «sencillamente era inviable», según palabras de la propia Robles.

A pesar de ello, el Ejecutivo se comprometió a finales del mes de agosto a concluir los proyectos que ya estaban en marcha, como es el caso de las fragatas F-110 y los submarinos S-80. De hecho, la ministra de Defensa anunció recientemente en el Senado la aprobación de inversiones por un coste superior a los 4.000 millones de euros para programas como el submarino S-80 o la renovación de los helicópteros Chinook del Ejército de Tierra.

Otro cantar son otros programas de rearmamento que el Gobierno prevé aprobar antes de que finalice el año 2018, pero que todavía no tienen fecha. Se trata de las fragatas F110 (cuyo coste se ha estimado en 4.000 millones), el vehículo 8X8 (1.500 millones) o la modernización del Eurofighter. Pero lo único que existe es el compromiso de un Gobierno que ha renegado desde el inicio de su legislatura del programa de Cospedal y sus 10.000 millones de euros en inversión.

La realidad es que estos tres proyectos están «dormidos», según palabras del director general de Armamento y Material, almirante Santiago González. «No queremos que se nos retrasen ni un día más. Espero que podamos hacer llegar los expedientes para que el Consejo de Ministros los apruebe antes de fin de año», afirmó a comienzos del mes de octubre González.

El almirante subrayó en su intervención la importancia de los programas de armamento impulsados por el Ministerio de Defensa y manifestó su esperanza de que pronto pueda haber «un entorno presupuestario y financiero» que permita la «actualización y recuperación» de las capacidades operativas de las Fuerzas Armadas.

A estos tres proyectos habría que sumar otros tantos si siguiera el ciclo inversor de Cospedal, pero como ya adelantó Robles: «Es inviable». Tal vez, el proyecto más interesante que se ha quedado de momento en el tintero es el que planteaba establecer un nuevo sistema de mando y control para el Ejército de Tierra.

Los 10.800 millones de euros proyectados por Cospedal hasta el 2030 están el aire. Mientras tanto, el actual Gobierno alardea de su compromiso con Defensa, aunque otros le tachan de ejercer un puro ‘postureo’. Un ‘postureo’ que tendrá su guinda en este descafeinado desfile del 12 de octubre en el que Pedro Sánchez contemplará desde el estrado las penurias de unas Fuerzas Armadas que claman por la renovación de sus infraestructuras.