El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad impulsó el pasado año una campaña en la que afirmaba que la adicción al juego era una enfermedad mental. Esta teoría podría ser advertida como una exageración, pero esta droga aparentemente invisible está provocando una auténtica epidemia incentivada desde los medios de comunicación, que en plena época de crisis publicitaria se han frotado las manos con los anuncios de las apuestas deportivas.
¿La razón? El volumen de anuncios relacionados con las predicciones se han multiplicado por veinte en el último lustro, periodo en el que los establecimientos se han quintuplicado en la Comunidad de Madrid, especialmente en la periferia y en los barrios más deprimidos.
ATAJANDO LA LACRA DE LAS APUESTAS DEPORTIVAS
La pinza italiana que forman la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas acaban de aprobar el Decreto Dignidad, ley que prohíbe los anuncios de las casas de apuestas. Según el vicepresidente de la Cámara transalpina, Luigi Di Maio, esta lacra resulta dañina para la «economía familiar y en especial para las capas más débiles.
Esta ratonera que sufren personas pobres o en riesgo de exclusión social está promovida por el sector de los juegos de azar, que genera 400.000 millones dólares a nivel mundial. A nivel español, los medios facturaron 100 millones de euros en 2017 y este año la cifra se triplicará con facilidad teniendo en cuenta que en el primer trimestre del año las casas de apuestas invirtieron 76 millones de euros, todavía sin el Mundial de Rusia en juego.
DATOS MUY PREOCUPANTES DE LAS CASAS DE APUESTAS
The Guardian desveló que las casas de apuestas británicas se servían de los datos personales para bombardear publicitariamente a personas pobres o ex adictas, agresiva política comercial que ha abierto un sonoro debate en las islas. El hecho de utilizar la debilidad ajena es advertida por la Dirección General de Ordenación del Juego española, que afirma que la mayoría de los apostantes patológicos caen en este agujero tras la muerte de un familiar o al sufrir problemas económicos.
En los últimos cinco años se han duplicado en nuestro país los usuarios activos, situación que han servido aprovechar Bwin, BetFair, Codere, William Hill o Sportium. Estas casas de apuestas aprovechan la laxa Ley del juego de 2011 y blanquean su imagen gracias a la inserción de sus marcas comerciales en camisetas de fútbol o en las retransmisiones deportivas.
El Gobierno de Rajoy ya redactó un borrador que tenía como intención restringir los spots en el horario de especial protección infantil (entre las 8 y las 9 de la mañana y las 5 y 8 de la tarde) y limar la promoción en programas en directo que hacen informativos deportivos o los «carruseles» radiofónicos.
LOS ANUNCIOS COMERCIALES EN EL DISPARADERO
La Fundación Proyecto Hombre exigió hace unos días que se ponga coto «a las estrategias de publicidad y marketing de este tipo de juegos, así como a su accesibilidad, en línea con la estrategia que se sigue con el tabaco y el alcohol. El mensaje ‘Juega con Responsabilidad’ entra en contradicción con la permisividad frente a este tipo de bombardeo de mensajes del marketing del juego».
El mensaje ‘Juega con Responsabilidad’ entra en contradicción con la permisividad frente a este tipo de bombardeo de mensajes del marketing del juego».
El juego está regulado en nuestro país por la Directiva General para la Regulación del Juego (DGOJ), que regula a los 52 operadores españoles. Muchos de éstos orientan su negocio hacia las apuestas deportivas, género donde menos del 20% de los usuarios son mujeres. El juego online mueve en nuestro país casi 600 millones de euros y Podemos quiere atajarlo prohibiendo la publicidad y asfixiando al sector por la vía fiscal.
Las claves de su éxito, según la formación morada, son que las casas de apuestas deportivas utilizan un método adictivo con bonos ‘gratis’ y una imagen cool porque el jugador aparentemente gana con su sapiencia, cuando en realidad ganan las casas de apuestas con las debilidades económicas del ludópata, que cae jugando con predicciones futboleras, muy publicitadas, y con las más peligrosas, las relacionadas con el tenis en directo, al que solo se le podrá dar caza por el camino fiscal.