La administración Trump lo ha vuelto a hacer, en esta ocasión confirmó la aplicación de unos aranceles que ascenderán a 200.000 millones de dólares, una cifra tremendamente elevada que supera de lejos las dos imposiciones anteriores conjuntas.
Estos aranceles, además de ser más elevadas, afectarán a un mayor número de productos, centrándose principalmente en componentes y productos industriales empleados en el sector manufacturero.
El miércoles, China ha reaccionado confirmando unos aranceles por importe de 60.000 millones de dólares, a unos 4.000 tipos de productos. Hay que tener en cuenta que el gigante asiático no puede equiparar sus aranceles a los de la administración Trump, pero puede aplicar medidas internas que pueden afectar a las compañías estadounidenses, como la presión regulatoria, rechazo a fusiones y adquisiciones justificando motivos de competencia o cualquier otra medida que afecte a la implantación de empresas norteamericanas en el país.
Recordemos que Estados Unidos aplicará esta tanda de aranceles el próximo 24 de septiembre, día festivo en China por la Fiesta de Medio Otoño, fecha elegida casi a propósito para minar la moral del gigante asiático. Y la respuesta de China podría desencadenar un incremento indiscriminado de las medidas de Trump, que ha vuelto a amenazar con nuevas imposiciones si China se atreve a responder, con nuevas tasas por importe de 267.000 millones de dólares.
En este sentido, la agencia de calificación Standard&Poor’s se ha pronunciado y cree que “causará un sentimiento de shock y reducirá el futuro crecimiento global” y que el comercio caerá afectando a las compañías de transporte e infraestructuras. S&P comenta que China podrá amortiguar la mayor parte del impacto gracias al crecimiento del comercio interior, pero para Estados Unidos supondrá un mayor impacto teniendo en cuenta que tendrá que buscar proveedores alternativos.
Darío García, analista de XTB