Los repartidores de Glovo, a los que llamaron glovers, se preparan para una jornada de paros en Madrid. Reivindican mejoras en sus condiciones laborales, como el aumento del precio que se paga por kilómetro o el reconocimiento de los repartidores como personal laboral. Tienen previsto hacer una huelga colaborativa el domingo 16 de octubre, desde las 21:00 hasta las 22:00, tan sólo una hora, pero en el momento de máxima actividad de este sector. Siguen así a los riders de Zaragoza que consiguieron colapsar el servicio durante una noche y provocaron que la empresa se reuniera con ellos.
La startup española nació bajo el ideario de Deliveroo -la entidad británica de reparto a domicilio- en 2015. Comenzó su actividad en Barcelona y Madrid, y siguió expandiéndose por una treintena de ciudades entre ellas, Valencia, Málaga y Sevilla. Además, se encuentra en 19 países del mundo, entre los que figuran Brasil, Chile, Ecuador, Portugal, Egipto, Marruecos o Rumanía.
Glovo nació bajo una especie de vocación de servicio. No sólo se limitaba a repartir comida a domicilio, bajo demanda del cliente, sino que portaba, de una parte a otra de la ciudad, los productos que el cliente necesitase, ya sea comida, el ordenador del trabajo, o unas lentillas, por ejemplo. Su filosofía es la de mejorar la vida de las personas que tienen de todo menos tiempo. El usuario tan sólo tiene que precisar cuál es la necesidad concreta y uno de sus riders se encarga del resto.
Pero la realidad es menos romántica que el ideario de la empresa. La precariedad laboral, las malas condiciones de los empleados y las reivindicaciones en cuanto a la contratación, hicieron que la empresa catalana se enfrentase a su primer juicio, el pasado mes de julio, tras la denuncia de uno de sus ex empleados, por exigir que se reconozca su condición laboral como falso autónomo y no como autónomo.
El demandante alegó que tenía una relación contractual con la entidad, y que no funcionaba con un freelance, o autónomo, ya que tenía un horario marcado por la empresa, y debía cumplir sus requerimientos. Durante su relación laboral con Glovo, este empleado causó baja por enfermedad y además tuvo una caída que le obligó a tomar reposo. En ambos casos la puntuación del rider descendió, ya que no se le reconocía la baja laboral y seguía figurando como trabajador en activo. Para estos empleados la puntuación del usuario es tan importante como el reconocimiento de un directivo, ya que es la manera de medir el grado de satisfacción del cliente respecto a su trabajo y repercute en los pedidos que le hacen llegar.
Lejos de resentirse, Glovo ha continuado su expansión laboral, lo último ha sido la apertura de su propio supermercado online, SuperGlovo, que opera las 24 horas del día y donde están las principales marcas de consumo. El usuario puede encargar todo aquello que quepa en la mochila del repartidor, un máximo de nueve kilos.
La empresa de economía colaborativa se enfrenta a nuevos litigios, centrados principalmente en el reconocimiento de los empleados como profesionales por cuenta ajena. Estos alegan que facturan como falsos autónomos, y que ver cercenados sus derechos más primigenios. La empresa se ahorra la Seguridad Social, las bajas laborales y las indemnizaciones.
Glovo facturó 17 millones de euros en 2017, y prevé facturar más de 90 millones en 2018. Ha firmado tres rondas de financiación hasta el momento y cuenta entre sus partners con Rakuten o Seaya Ventures, entre otros. La startup asegura que cuenta tan sólo con 400 empleado, ya que los más de 7.000 repartidores son, según ellos, meros colaboradores.
MISMO MODELO QUE DELIVEROO
Glovo bebió de las fuentes del negocio que inventó Deliveroo, en 2013. Su fundador, Will Shu, creó la empresa en la city londinense bajo los ideales del empleo flexible y bien remunerado. Cuenta con menos de 1.000 empleados en plantilla y miles de riders repartidos por todo el mundo. Su modelo de empresa es el siguiente: falsos autónomos y precarios laborales.
Deliveroo desembarcó en España en 2015 con su modelo de negocio bien definido: reparto a domicilio rápido y sostenible. Sólo hace falta que el repartidor tenga una bici o moto, que se dé de alta en la app, y que reciba una charla grupal del funcionamiento. Ah, y estar dado de alta en el régimen de autónomos.
Sus empleados reivindican el reconocimiento como trabajadores de pleno derecho. Piden además que se mantengan las jornadas de al menos 20 horas semanales, y los dos pedidos mínimos por horas, ya que cada pedido reporta poco más de cuatro euros. La empresa empezó pagando por horas y modificó el pago al número de pedidos, lo que provocó el revuelo de cientos de sus trabajadores. Éstos aseguran que no son autónomos porque no tienen libertad de horarios, pero pagan como autónomos la cuota a la Seguridad Social y el IVA trimestral.
En julio de este año la justicia dio la razón a un rider de Deliveroo, por primera vez en nuestro país, al reconocerle su condición de falso autónomo, y no de freelance, como la empresa establecía. La magistrada dictaminó que la entidad debería haber costeado las cuotas a la Seguridad Social, ya que intentó, a su juicio, esconder una relación laboral tras la relación civil que existía ente empresa y repartidor.
La jueza sólo se refirió al caso concreto del denunciante, pero, no obstante, habló de las prácticas de la empresa con los repartidores de manera general. Esta es la primera sentencia, pero en Valencia hay una demanda colectiva en ciernes, además de varios juicios pendientes en otras ciudades, lo que podría modificar las relaciones entre las dos partes.
La sentencia se apoyó en Inspección de Trabajo que se realizó meses antes de este juicio, tras presentarse varias denuncias por parte de los repetidores, en la ciudad del Turia. En ella se rechazó el modelo de trabajadores por cuenta propia, en el que el trabajador asumía todas las cargas, y matizaba que debía prevalecer el verdadero contrato sobre el pacto fingido o aparentado. No es la única inspección en España, hay otras abiertas en Barcelona y Madrid.
No sólo Deliveroo o Glovo operan en nuestro país. Uber, la empresa de vehículos con conductor, introdujo en España Uber Eats, en 2017. La empresa de San Francisco presume de no tener ningún expediente abierto por quejas de sus empleados. Esta filial de la VTC asegura que no exigen pedidos mínimos a sus trabajadores ni tampoco un número de horas concreto al día, sino que funcionan como auténticos freelance. Todas estas empresas compiten con Just Eat, que lidera el mercado.