jueves, 12 diciembre 2024

Familia Torres invierte en robles para reducir su huella de carbono

Sus nombres son lenga, coigne, tepa y ñirre. Son los árboles característicos de la provincia chilena de Aysén. Los dos primeros son robles, el tercero es un árbol nativo de la zona, y el cuarto, una haya. Allí, en la Patagonia chilena, la familia Torres acaba de adquirir más de 5.000 hectáreas para plantar estas y otras especies propias del entorno. ¿Con qué objetivos? Básicamente, dos: por un lado, compensar, con esfuerzos propios, la huella de carbono de la bodega; y, por otro, recuperar el paisaje forestal.

“Tanto en Chile como en España, contamos con una gran superficie forestal que nos permite preservar el paisaje y cuidar el medio ambiente”, señala Miguel A. Torres, presidente de Familia Torres. Y añade: “Plantar bosques en determinadas zonas nos ayudará también a reducir aún más nuestras emisiones de dióxido de carbono e ir más allá en nuestro compromiso medioambiental”.

Torres & Earth tiene previsto reducir hasta en un 30% las emisiones de dióxido de carbono por botella en 2020

En concreto, Familia Torres tiene un programa denominado Torres & Earth cuyo fin es reducir, allá por 2020, las emisiones de CO2 por botella un 30% respecto a 2008. Durante el pasado año, dicha reducción ya se situó en un 25,4%.

FAMILIA TORRES Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

Familia Torres está presente en Chile desde 1979, concretamente en la zona denominada como Valle del Curicó, a 200 kilómetros al sur de Santiago de Chile. Allí tiene 400 hectáreas de viñedo propio, a las que hay que añadir las de gestión forestal.

Porque no es la primera vez que la Familia Torres hace una acción de este calado. En 2016, por ejemplo, adquirió con idéntica intención otra finca de 740 hectáreas en la provincia chilena de Coyhaique. “Los bosques contribuyen a la lucha contra el cambio climático por su capacidad de capturar dióxido de carbono de la atmósfera y almacenar el carbono en forma de biomasa. Cerca de la mitad de la materia seca de la planta es carbono”, señalan desde la bodega.

Diferentes estudios científicos han demostrado que el entorno climático afecta de manera directa a la producción de vino. El cambio climático está afectando al ciclo vegetativo de la planta, es decir, al proceso de maduración de la uva y al momento óptimo de recogida de la misma. Incluso ha habido bodegas que han adquirido terrenos más elevados donde plantar las vides, debido al aumento de la temperatura, y así preservar las características de sus vinos.

¿Cuáles son los fenómenos meteorológicos que más perjudican a los viñedos? Podríamos resumirlos en tres: lluvias extremas, altas temperaturas y sequía. Todavía se puede decir que no son moneda de cambio común, pero sí es cierto que cada vez se dan de manera más frecuente.

Para acometer los efectos de estos fenómenos, Familia Torres dedica cada año el 11% de sus beneficios a inversiones relacionadas con el medio ambiente y el cambio climático. ¿Traducido a euros? Más de 12 millones desde 2008 hasta 2017. La facturación, en 2017, del conjunto de empresas de Familia Torres fue de 266 millones de euros. Miguel Torres Chile, por su parte, tuvo unas ventas de 25,6 millones de euros.


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