Cada estornudo del presidente de Estados Unidos provoca un resfriado en diversas empresas o sectores enteros. Una de sus últimas trumpadas tiene que ver con Irán y el acuerdo nuclear que decidió volar por los aires el pasado mes de mayo. Las consecuencias recaen en las petroleras europeas, y Repsol es una de ellas.
La compañía presidida por Antonio Brufau lo tiene claro: da mayor prioridad a sus negocios en Estados Unidos que a las relaciones comerciales con Irán, desde donde importa petróleo. Y es que Donald Trump ha vuelto a hacer de las suyas y, sin que sea una amenaza por escrito, a partir del 4 de noviembre quien haga negocios en suelo iraní tendrá represalias en el Norte de América. Simple.
Saras, Hellenic Petroleum, Total, Repsol… muchas empresas asumen la nueva realidad. El Gobierno americano ha decidido ahogar los 2,2 millones de barriles diarios que salen de Irán (un 2% del suministro mundial), y, según recoge un informe de Bloomberg Intelligence (BI) las grandes petroleras europeas han asumido que antes del 4 de noviembre deben concluir las relaciones comerciales con este país.
El recorrido ya lo están haciendo. Las exportaciones de crudo de Irán a Europa cayeron alrededor del 45% el pasado mes de junio en comparación con mayo. Asimismo, desde Bloomberg estiman que estos flujos continuarán disminuyendo a medida que se acerque la fecha límite para la imposición de sanciones a las petroleras.
Las refinerías europeas importaron un promedio de más de 500.000 barriles diarios de petróleo de Irán entre enero-mayo, frente a unos 300.000 barriles en junio, según datos preliminares de Bloomberg. Todo esto pese a que muchos políticos europeos se oponen a la decisión del presidente Trump de retirarse del acuerdo nuclear de Irán, aunque tal desacuerdo probablemente no proteja a las compañías europeas de las sanciones de Estados Unidos si llevan a cabo negocios con Irán.
Las empresas que no cumplan con la fecha límite del 4 de noviembre para cortar los lazos con Irán se enfrentan a la posibilidad de sanciones de EE.UU., pese a que este país no impedirá técnicamente que las empresas europeas sigan haciendo negocios con Irán. Pero entre miradas cómplices y estratégicas, la mayoría de las petroleras querrán evitar problemas con Trump, sobre todo las que tienen un gran volumen de activos en aquella región, como es el caso de Repsol.
REPSOL SE JUEGA MUCHO
No es cuestión de molestar a Donald Trump, deben pensar en Repsol. A 31 de diciembre de 2017, la petrolera dirigida por Antonio Brufau poseía derechos mineros en Estados Unidos sobre una superficie total neta de 3.235 km2 (1.780 km2 de exploración y 1.455 km2 de producción/desarrollo). Además, se incluye la cartera de activos de Repsol de recursos no convencionales de Midcontinent, Marcellus e Eagle Ford, así como el activo productivo de Shenzi y un elevado número de bloques exploratorios en el Golfo de México y Alaska North Slope.
Del mismo modo, la producción neta del año fue de 10,0 Mbbl de líquidos y 174,5 bscf de gas natural, con una producción neta total equivalente de 41,1 Mbep (112.628 bepd), procedente de Marcellus, Eagle Ford, Shenzi y Midcontinent. Las reservas probadas netas de líquidos y gas natural se estimaban en 383,9 Mbep a 31 de diciembre de 2017.
La presencia de Repsol en EE.UU se centra en los activos de hidrocarburos no convencionales de shale gas de Marcellus (gas seco), Eagle Ford (gas con líquidos asociados) y Mississippian Lime (gas con líquidos asociados). Completan el portafolio de proyectos, el importante activo offshore de crudo de Shenzi, así como el portafolio exploratorio con importantes descubrimientos realizados (Alaska North Slope, Buckskin y León).
Con semejantes cifras se entiende que Repsol esté recogiendo los trastos de Irán antes del 4 de noviembre. Además, como ha pasado con algunas empresas chinas, como el caso de ZTE o Huawei, las amenazas relacionadas con Irán van muy en serio.
Y PARA COLMO… VENEZUELA
Por si fuera poca la tensión que deberá afrontar en los próximos meses Repsol en suelo iraní, el sempiterno problema venezolano también resurge con fuerza. Y es que, según estima los analistas de Bloomberg, las compañías petroleras -entre las que también se encuentra la española- que operan e importan petróleo desde Venezuela se enfrentan a nuevos desafíos debido al empeoramiento económico del país.
De este modo, la compañía petrolera nacional del país, Petróleos de Venezuela (PDVSA), está luchando por mantener la producción, que cayó de nuevo en junio a menos de 1,4 millones de barriles por día. La caída se debió a sanciones, purgas y renuncias de personal, retrasos en el mantenimiento y otros factores. Total, Equinor, Repsol y Chevron ya han retirado parte del personal de Venezuela cuando la violencia se disparó.
Por lo que respecta a Repsol, se trata de la cartera de producción global más expuesta al empeoramiento de la crisis en Venezuela entre las compañías petroleras internacionales. La española produjo alrededor de 77.000 barriles de petróleo por día en Venezuela en 2017, más del 11% de su producción total mundial. Esta situación comparada con Chevron, Eni, Equinor, Shell y Total, para quienes la producción en Venezuela representa el 3% o menos, le deja en cierta desventaja.