El disparate en el que se ha convertido la renovación de RTVE en busca de una transición que acabe con el reparto político va camino de convertirse en la primera gran crisis del nuevo Gobierno del cambio. Pedro Sánchez apostó por un Decreto-ley para desatascar la Corporación Pública, cuota de poder que pretendía retener el Partido Popular tras ser desalojado de Moncloa. El equipo de los socialistas, liderados por el consultor Iván Redondo, tenía la intención de renovar el Consejo de Administración de RTVE con la intención de elegir por concurso al nuevo presidente de la radiotelevisión pública estatal. Pero las pretensiones de Unidos Podemos y el enfado de Compromís, PDeCAT, ERC, EH Bildu y una diputada de En Comú-Podem por el oscurantismo de las negociaciones podría acabar mañana con un ridículo parlamentario que agriará las relaciones entre los socios del cambio, que a día de hoy se intercambian miradas de desconfianza.
Hace una semana Podemos hizo valer una promesa de los socialistas y el propio Pablo Iglesias llamaba por teléfono a la directora de Público, Ana Pardo de Vera, para proponerle ser la presidenta que llevase a RTVE a la despolitización. Los socialistas no entendieron un perfil tan marcado y según la propia Pardo de Vera, filtraron a El País el nombre de Arsenio Escolar con la intención de dinamitar su candidatura. Los morados, puestos en jaque, acordaron con Moncloa escoger a Andrés Gil, jefe de la sección política de El Diario y Pablo Iglesias se la devolvió a Sánchez anunciando en ‘Espejo Público’ su nombre. Pero la fumata blanca comenzó a ennegrecerse: trabajadores y sindicalistas afines al PSOE en RTVE comenzaron a dudar de Gil por su falta de experiencia en la gestión y éste anunció una renuncia que ya se daba por sentada.
Quedaban pocas horas para proponer al Congreso los nombres de los nuevos miembros del Consejo de Administración y las llamadas frenéticas entre PSOE y Podemos no dejaron de sucederse hasta llegar a un acuerdo: necesitaban a un trabajador de RTVE con experiencia en la gestión y el nombre escogido fue el de Tomás Fernando Flores, clásico de la prescripción musical y director de Radio 3 desde 2012 a propuesta del Partido Popular. Su pedigrí como líder de la renovación digital de la emisora y por apostar por el indie contrastaba con una mancha en su currículum para la izquierda mediática: la cancelación del programa ‘Carne Cruda’ «porque solo se metía con un partido» (en referencia al PP).
Disgusto en Podemos y enfado de al oposición
En Podemos han desagradado las palabras de Ana Pardo de Vera en Twitter. La directora de Público, donde escribe Monedero y tiene un programa el propio Pablo Iglesias, desvelaba la estrategia de los morados y evidenciaba los modos de «vieja política» que el 15-M tanto había criticado. Pardo de Vera, escogida por Jaume Roures como directora del portal cercano a la órbita de Podemos, desvelaba que el lunes de la semana pasada le llamó «Pablo Iglesias para decirme que el presidente Sánchez y él habían alcanzado un acuerdo para que los nombramientos de RTVE dependieran de Podemos. Quería que yo presidiera provisionalmente hasta que el método del concurso público saliera adelante». Pardo de Vera, molesta por la vía Arsenio Escolar, explicaba su visión de los hechos mientras en Podemos decían a todo el que quería oír que estaban sufriendo «fuego amigo».
Tras tumbarse las candidaturas de Pardo de Vera y Andrés Gil, en Podemos quisieron no hacer sangre y se acercaron de nuevo a los socialistas, pero ambos se dieron cuenta que todavía les faltaban los votos nacionalistas y el PNV, que tanto vale para un roto como para un descosido, llegó a un acuerdo para una lista conjunta donde aparece Juan José Baños, ex miembro del Gobierno vasco y actual director del órgano tradicional del partido fundado por Sabino Arana, Deia. Pero ayer se realizó la votación en el Congreso y mientras la oposición calificaba de «cacicada» las negocaciones llevadas a cabo, Ciudadanos se frotaba las manos y se abstenía de apoyar cualquier tipo de candidatura. Mientras, el Partido Popular sorprendía al personal presentando una vía propia a a costa de quemar nombres que ya han tenido una controvertida labor en la Corporación Pública: Eladio Jareño, Carmen Sastre o Jenaro Castro.
¿Y el resto de nacionalistas?
La presidencia de Tomás Fernando Flores no alcanzó ayer los 234 votos necesarios en la votación de ayer y mañana necesitará «tan solo» 176 votos. Pero esta cifra esta todavía lejos de alcanzarse, tal y como se evidenció ayer: a estas alturas la renovación solo cuenta con 150 apoyos. Recuerden que Pedro Sánchez fue elegido con 180, pero varios de sus aliados no están de acuerdo con las formas de socialistas y Podemos y lo han expresado en alto: ERC dice que no votan a «censores», en el PDeCAT dicen que no han participado en la elección de los miembros del Consejo de Administración, Compromís también se desmarca del pacto, EH Bildu ni sabe ni contesta y hasta una diputada de En Comú, Marta Sibina, cercana al decaído líder de Podemos en Catalunya, Albano Dante Fachín, ha anunciado que no apoyará la renovación. Su razón está ligada también a ‘Carne Cruda’, espacio cultural que dirige el columnista de El Diario Javier Gallego, al que en muchas ocasiones se le ha situado en la órbita del partido de Pablo Iglesias.
El locutor no ha tardado en llamar a Tomás Fernando Flores «censor» y «comisario político», mientras Nega, que pone voz al grupo favorito de Pablo Iglesias, Los Chikos del Maíz, se ha mostrado disgustado con el directivo por acabar con la heterodoxia musical de Radio 3 en favor de «sus colegas indies». Los morados por ahora callan, hablan del director de Radio 3 como un hombre de consenso, esperan a que pase el chaparrón mientras advierten que amigos y enemigos critican su labor en una renovación por la cual podrían entrar en el consejo periodistas afines al partido como Cristina Fallarás o Rosa María Artal.