El miércoles pasado, Quim Torra y unos cuantos independentistas catalanes dieron el espectáculo en Washington. Tras expresar Torra en un discurso oficial una retahíla de engaños considerando a los españoles franquistas y diciendo que en España hay presos políticos y falta libertad, él y sus seguidores se comportaron como borrachos en una fiesta de carnaval dando el espectáculo de cantar un himno serio, “Els Segadors”, como si fuese uno de pandereta y tuviesen en la cabeza gorros ridículos de papel y en los labios matasuegras.
No contentos con ello, cuando, a continuación, el Embajador de España subió al estrado para rebatir con argumentos serios y documentados las mentiras de Torra, este y sus secuaces le pitaron, ofendieron aún más a los españoles y abandonaron, montando jaleo, la estancia donde se celebraba una cena oficial para inaugurar unos actos dedicados al folclore armenio y catalán. No hay duda del carácter folclórico de Torra y de los suyos.
La Smithsonian Institution es, en la capital norteamericana, una organización de renombre internacional. A pesar de ello cabe preguntarse por qué decidieron homenajear a la vez a armenios y catalanes por su folclore. Los armenios fueron objeto de un genocidio por parte de los turcos, algo que nunca ocurrió en Cataluña. Armenia, situada en el Cáucaso, es un Estado independiente. Cataluña es parte de España y nunca fue independiente.
Visto el bochorno organizado por Torra y su “claque”, los responsables de la institución estadounidense impidieron el retorno de Torra y de sus acompañantes a la sala que habían abandonado y decidieron cancelar los discursos previstos al día siguiente y que iban a protagonizar el representante español, el de Armenia y Torra. No quisieron una nueva bufonada del catalán y de su equipo casero. Pensarán, con razón que no son gente seria.
Con este espectáculo y su afirmación de que cuando se entreviste con Pedro Sánchez le pedirá un referéndum de autodeterminación, Torra le ha dado una vez más la razón a quienes consideran que no hay forma de entenderse con gente así. El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el Ministro de Exteriores, Josep Borrell, respaldaron al Embajador español, aunque, a pesar del ridículo internacional protagonizado por un compatriota imbuido de supremacismo catalanista, Torra, no queda otro remedio que seguir intentando razonar a quienes sus mentes permanecieron en el parvulario.
Sin concesiones, evidentemente. Sánchez ya ha señalado que ese referéndum propio de un proceso de descolonización inaplicable a Cataluña es improcedente. Todos decidimos en España en 1978 seguir juntos, con peculiaridades territoriales que se respetan, y todos juntos habremos de seguir decidiendo nuestro futuro común.
Torra, como Puigdemont, Mas y otros desnortados, solo quieren violar su “Estatut”, la Constitución española y la convivencia en Cataluña haciendo la vida imposible a quienes allí no piensan como ellos. Como Hitler, Mussolini o Franco. Piensan que lo mejor para sus objetivos es enfollonarlo todo y meterse con Felipe VI que razonablemente pidió esta semana en Gerona una Cataluña de todos para todos. ¡Pobre Cataluña! Esperemos que vuelva a imponerse algún día en el Principado la sensatez del llamado “seny”.
Carlos Miranda es Embajador de España