En España, si esperas o necesitas una operación quirúrgica, el tiempo medio de demora es de 104 días, tres meses y medio. Motivo más que suficiente para que la sanidad sea el sexto problema más importante para los españoles, según los barómetros del CIS. Y no es porque el gasto en sanidad esté dejado de lado, precisamente. España gasta en su sanidad pública casi un 9% del PIB, cerca de 1.600 euros por habitante. Aunque ese habitante esté fuerte como un roble y no vaya al médico.
Los Presupuestos Generales del Estado para 2018 prevén un incremento de casi el 4% para la sanidad pública, a pesar de que casi todas las competencias en la materia están transferidas a las comunidades autónomas. Casi 4.251 millones de euros que se complementan con los casi 66.000 millones que gastan los Ejecutivos autonómicos en todo el sistema público de salud. Todo, para acabar dando al ciudadano una mala sensación de cierta desatención.
Quizás la lista de espera para intervenciones quirúrgicas sea una de las mayores representaciones de ese malestar y preocupación. La paradoja frente a este descomunal gasto del Estado es que con una inversión muy inferior, la gestión privada hace que los hospitales bajo este modelo tengan listas de espera colosalmente inferiores: 11 días en algunos casos. O sea, de una semana para otra frente a tres meses y medio.
No se trata de que los hospitales privados sean más pequeños y manejables. El ejemplo paradigmático es la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, un hospital sumamente complejo que ha logrado el más alto estándar de calidad, el Reconocimiento de Excelencia en Gestión EFQM 5 Stars con una valoración de más de 650 puntos, una notaza. Pues bien, en la Jiménez Díaz –que cubre la salud pública un amplio área de Madrid– la lista de espera es de 11,8 días. Cinco veces inferior a la media de Madrid, donde las listas de espera están en 63 días. Además, la Fundación, que forma parte del grupo de hospitales de Quirón, redujo en 2017 el número de pacientes en esta lista a menos de 2.000, frente a los 2.454 que tuvo de media en 2016.
El 9,1% sanitario
La sanidad pública consume el 5,6% del PIB español, mientras que el sector privado supone el 3,5%. La sensación es que la sanidad pública es un enorme monstruo de diversas cabezas, que en su simple ralentí ya consume recursos a ritmos escandalosos. Para hacerse una idea del incremento del gasto sanitario en España, desde que se aprobó la Constitución, en 1978 a 2017, se ha pasado de gastar 78 euros por habitante a 1.578 euros. Es decir, la Democracia española ha hecho crecer el gasto sanitario en 1.500 euros por persona, es decir, se ha incrementado en más de un 2.000%. Sin embargo, el grado de satisfacción e incluso la sensación de la calidad de los servicios, se ha venido abajo. A pesar de que la sanidad pública es incomparablemente mejor –y más universal– que durante el franquismo.
Varias comunidades autónomas, en vista del cada vez más inasumible gasto, han optado por la gestión privada de sus recursos sanitarios. El ejemplo de la Fundación Jiménez Díaz –que además ha renovado casi al completo y remozado sus enormes instalaciones–, un hospital del nivel 3 (de los más complejos), es un modelo a seguir.
Disolver las listas de espera
En España hay 604.000 pacientes incluidos en las listas de espera, pendientes de una intervención quirúrgica. La patronal de los hospitales privados ha propuesto públicamente un plan para absorber esa lista de espera en pocos meses utilizando a su plena capacidad los medios privados. No parece que la corriente política de los tiempos esté por ello, ya que los partidos de extrema izquierda están en la estigmatización de la sanidad privada.
Una estigmatización ciertamente injusta, ya que según los datos de este último año, si el gasto sanitario publico parece que no es el suficiente para la oposición, la sanidad privada logra un ahorro de entre 573 y 1.134 euros por paciente. Aunque su coste en el PIB es muy inferior, el 57% de los hospitales españoles son privados, si bien muchos son más pequeños que los públicos, lo que hace que privadas sean solo el 33% de las camas hospitalarias del país.
En esas camas se han realizado casi el 30% de las intervenciones quirúrgicas que recibieron pacientes en España en el año pasado. De hecho, más de 9 millones de ciudadanos de este país disponen de un seguro médico que, la mayor parte de los casos, complementa a la sanidad pública.
Colaboración público-privada
La colaboración público-privada es, por lo tanto, una necesidad perentoria para mantener estable y con estándar de calidad la sanidad española. Los datos que ofrece el Instituto para el desarrollo y la Integración de la Sanidad (IDIS) aseguran que el 11,8 por ciento de los gastos sanitario públicos se utilizan para conciertos con a sanidad privada. Acuerdos que van desde el transporte sanitario a las pruebas diagnósticas e incluso los laboratorios.
La Comunidad de Madrid es un ejemplo en este sentido. La autoridades sanitarias de la comunidad pusieron en marcha el Plan Integral de Mejora de la Lista de Espera Quirúrgicas (2016-9). Curiosamente uno de los puntos de este plan era obtener “información veraz” de los pacientes. Para ello se recurrió a los medios de la sanidad privada. El resultado no ha podido ser mejor. Frente a los 104 días de la media de España, en Madrid un paciente tiene que esperar una media de 64 días de demora, lo que supone una mejora del 12,07% en solo un año. En cuanto al número de pacientes, la reducción ha sido de casi el 7%.
Un hospital con listas de solo cuatro días
De la red de 27 hospitales con que cuenta la sanidad púbica en Madrid, cinco tienen gestión privada. Se trata de la ya mencionada Fundación Jiménez Díaz, el Rey Juan Carlos, de Móstoles; Hopital General, de Villalba; el Infanta Elena, de Valdemoro, y el Hospital de Torrejón. Sanitas gestiona el centro de Torrejón, mientras que los otros están gestionados por el grupo Quironsalud. La media de demora para operaciones en estos centros hospitalarios públicos de gestión privada es de 20 días. Es decir, 44 menos que en los hospitales vecinos de gestión pública. En cuestión de pruebas diagnósticas, también es escalofriante la diferencia. Los hospitales de gestión privada tienen una demora de 6,5 día de media para estas pruebas que en el caso de los gestionados por Quironsalud es de solo 4 días.
En el contexto actual, con aumento vertiginoso de los gastos sociales y conyunturas económicas no especialmente boyantes, la rentabilidad de cada euro invertido en asuntos capitales para el bienestar de la sociedad parece una prioridad. Los resultados de las diferentes gestiones no puede ser más elocuente.