Seis a su derecha y otros seis a su izquierda. En medio de todos ellos, él: José Ignacio Goirigolzarri. La imagen bien podría parecerse a la escena bíblica representada magistralmente por Leonardo da Vinci y que adorna una de las paredes del refectorio de la iglesia de Santa Maria delle Grazie en Milán. Pero, en vez de apóstoles, el presidente de Bankia no se rodeó de discípulos. Más bien todo lo contrario: eran periodistas. Tampoco eran doce. Porque enfrente tenía otros tantos, y a ambos laterales también. En total, casi una cincuentena.
La escena tampoco sucedió de noche, sino a la hora del almuerzo, en la jornada previa a la Junta de Accionistas de la entidad. En esta última los accionistas dieron el visto bueno a las cuentas del ejercicio 2017 y se acordó repartir un dividendo de 340 millones de euros, un 7% superior a la del ejercicio precedente. De esa cantidad, el Estado percibirá 207 millones de euros. Así, las ayudas devueltas por Bankia al erario público se sitúan en 2.863 millones de euros.
“Uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar”. No, esas no fueron las palabras de Goirigolzarri en Valencia. Ni los allí presentes le exclamaron “¿Seré yo?”, o “¿Soy yo, señor?”. Ni siquiera estaba Judas. Aunque, a su manera, el presidente de Bankia lo identificó aunque a casi 2.000 kilómetros de distancia.
“Yo no dije lo del BBVA a un medio de comunicación inglés” dijo Goirigolzarri que desveló, paso a paso, lo que en su día sucedió en tierras británicas. “Me preguntaron si Bankia podría ser una opción de compra para un banco español. Y les contesté que en el mercado no se puede decir que no pueda ocurrir porque somos la mejor opción de operaciones corporativas. En 2012 Bankia era un activo residual y ahora es todo lo contrario”, explicó.
Y ahí el medio británico se dejó querer por unas monedas. Un titular, con BBVA de por medio, que acabaría incrementando sus ventas. “El Financial Times hizo valoraciones personales, sacó las cosas de quicio, elucubró”, señaló Goirigolzarri. Y casi le cuesta un disgusto. No en el plano institucional, pero si en el personal. “Cuando leí la noticia estaba desayunando un croisán y se me atragantó”.
Bankia y su particular Via Crucis
Fue el 9 de mayo de 2012 cuando José Ignacio Goirigolzarri fue elegido presidente de Bankia y del BFA. Hacía tres años que había dejado BBVA tras recibir una indemnización millonaria (67,8 millones de euros). Y por orgullo, por tenaz, por valiente, o por demostrar a quienes le habían apartado de la profesión que se habían equivocado, acabó aceptando. Eso sí, era sabedor que ante sí tenía un particular Via Crucis para resucitar a una entidad que estaba prácticamente desahuciada.
Es posible que en este periplo no fueran catorce, pero si unas cuantas las estaciones de penitencia que ha tenido que andar: el cierre de más de 1.000 oficinas, un ERE que afectó a unos 7.000 empleados, las preferentes, la salida a Bolsa, las cláusulas suelo, unas cuentas que no reflejaban la situación real de la entidad, la devolución de las ayudas al Estado… “Somos gente con mucha moral y acabamos cumpliendo todos los objetivos del Plan Estratégico 2012-2015. Nunca antes me había pasado”, reconoció el presidente de Bankia.
Y sin rencores. Ni por aquel entonces, ni ahora. “No me gusta responder a nadie”, dijo en alusión al artículo publicado por su antecesor en el cargo, Rodrigo Rato, quien escribió diciendo que el actual equipo gestor amenazó con dimitir si no recibían 19.000 millones de euros. Eso sí, Goirigolzarri sólo quiso puntualizar que el rescate lo solicitó el Gobierno y lo definió la Unión Europea, el FMI y el BCE siendo coordinado por el Banco de España. Punto.
¿Es ‘opable’ Bankia o no? “Sobre el futuro no tengo una bola de cristal. Cuando uno está en el mercado no sabe lo que puede pasar en el largo plazo”, afirmó. Y se mostró convencido de sacar adelante el nuevo Plan Estratégico 2018-2020. “Son objetivos ambiciosos pero alcanzables. Somos muy sensibles a los tipos de interés y el mercado nos está valorando con prima. El sector está cayendo este año y caemos algo más [un 13% durante el último año] que nuestros comparables”, reconoció.
Más que en su mano, que cambie la tendencia en la acción de Bankia está en los designios del Banco Central Europeo (BCE): “Si suben los tipos nuestra cotización subirá”. Una situación, según sus previsiones, que se podría dar en el segundo trimestre de 2019. El milagro de los panes y los peces mejor para otros.
Otra fecha marcada en la agenda será diciembre de 2019. Es entonces cuando el Estado debe dejar finiquitado el 60% que posee de Bankia. “Sobre si es posible una ampliación del plazo es una buena pregunta para hacerle al FROB. No me gusta meterme en terreno de nadie”, se lavó las manos como Poncio Pilatos el presidente de Bankia.
También se mostró sincero al admitir que seguía manteniendo las acciones de Bankia que en su momento adquirió: “Hice la inversión cuando había que hacerlo, cuando había dudas sobre la entidad. La densidad del mensaje entonces era muy importante. Reconozco que he conseguido plusvalías jugosas y no voy a vender las acciones”.
Algo ha cambiado en Bankia desde que Goirigolzarri comenzó a dirigir este particular rebaño. Muy lejos parece quedar esa primera junta de accionistas bajo su tutela, allá por 2012, en la que más de un accionista le hubiera crucificado. Gritos e insultos han dado lugar a un remanso de paz. ¿Será porque Bankia ha resucitado?