En el corazón del bosque vivían tres cerditos con su madre, que los invitó a buscarse la vida. El primero de ellos construyó una casa de paja, muy asemejable a la estructura empresarial en la que ha convertido Fernando Giménez Barriocanal a COPE. Porque esta cabaña radiofónica ha tenido que disparar su audiencia y elevar sus ingresos por encima de los conseguidos antes de la crisis para conseguir unos exiguos beneficios. Ya lo avisó Federico Jiménez Losantos tras su destitución al frente de ‘La Mañana’ en 2009: «No entiendo la decisión desde un punto de vista empresarial».
Y esta frase profética se cumplió: COPE acumuló una colección de ejercicios en pérdidas entre 2009 y 2015. Los bustos parlantes matinales pasaron sin pena ni gloria: Nacho Villa, Ernesto Sáenz de Buruaga y Ángel Expósito. Y solo el fichaje de Carlos Herrera ayudó a frenar una sangría económica que rebasó los 25 millones de euros, cantidad incluso inferior a la que ha cedido su hermana televisiva desde su nacimiento, 13 TV (40 millones).
La larga sombra de Federico la intentó cubrir Barriocanal desenfundando la chequera: en 2010 llegaba el equipo deportivo de la SER por alrededor de 9 millones de euros anuales, en 2014 COPE cerraba un acuerdo con Vocento para cerrar Punto Radio y utilizar sus emisoras por más de 4 millones de euros y en 2015 volvía Carlos Herrera con un salario en torno a los 6 millones de euros. Este hecho ha provocado que se disparen los gastos fijos y que los beneficios hayan vuelto en 2016, 4 millones de euros, y en 2017, 6,5 millones tras haber facturado ni más ni menos que 104.
La realidad de COPE es que necesita tener un gran pulmón financiero para sostener una estructura llena de locutores estrella y emisoras alquiladas a terceros. La emisora facturaba en 2008, antes de notarse la crisis, 96 millones, y hasta que no ha vuelto a superar esta cifra no ha entrado en beneficios, situación que antes se daba con más facilidad gracias a que los costes operativos eran menores. Barriocanal aguanta con dificultades la comparativa con sus principales competidores: Prisa Radio tuvo un Ebdita en 2017 de 41,4 millones, Atresmedia Radio logró 17 y COPE 8, que se quedaron en 6,5 tras pagar impuestos.
Esta ambiciosa estrategia de COPE puede provocar que una desaceleración publicitaria (el Lobo Feroz) provoque daños estructurales en la emisora. También el auge de la competencia podría hacer mella en una emisora que podría haber tocado casi techo: no está descartado que mejore oyentes, pero por postes y por la percepción de ser una emisora demasiado ideológica le hacen difícilmente accesibles las millonarias audiencias de la SER, que se podría rearmar este verano de la mano de Daniel Gavela, u Onda Cero, que apuesta rotundamente por Alsina a partir de septiembre.
En la SER la programación todavía está lejos de cerrarse. Todavía no está claro quién será el inquilino del micrófono de la emisora a partir de septiembre. El tándem Pepa Bueno-Toni Garrido no es visto con malos ojos a nivel interno, pero desde hace años el oscuro objeto del deseo de la planta noble de Gran Vía 32 es Javier del Pino, que ha rechazado hasta por dos veces los cantos de sirena para encargarse del programa estrella de la casa.
Onda Cero por su parte cree en Carlos Alsina como carta ganadora. El presentador de ‘Más de uno’ podría aprovechar el caos de la SER y la decisión de Herrera de rebajar su presencia delante del micrófono para hacerse un hueco entre los dos gigantes. En la emisora también existe una gran confianza en el papel de Juan Ramón Lucas, que se hará cargo de ‘La Brújula’. Ambos espacios se reforzarán tras el verano y acompañarán a programas ya consolidados como ‘Julia en la onda’.