sábado, 23 noviembre 2024

Mar Flores y los poderosos hombres que la han amado

Mar Flores, ¿víctima o verdugo? ¿verdad o mito? El nombre de Mar Flores llegó a nuestras vidas de la mano de Emilio Aragon cuando el mítico presentador la brindó la posibilidad de sustituir a Belén Rueda en el programa ‘VIP Corazón’ de Telecinco en la década de los 90. 

Para desgracia de Mar y del resto de mujeres con pleno derecho a hacer lo que le dé la gana con su vida, por sus conquistas la conocieron. Poderosos hombres que la han amado y por los que se ha colgado injusta e involuntariamente el sambenito de «cazafortunas», «buscahombre», «rompehogares», y no se sabe cuántos descalificativos compuestos más. Hoy haremos un repaso por el corazón de Mar Flores. El músculo vital e indómito de una mujer tan inteligente como exquisita. Tan bella como astuta.

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Javier Merino, 18 años y 4 hijos

Mar Flores

Dos años después del quiebre sentimental entre Mar Flores y Cayetano Martínez de Irujo llegó el hombre que ya estaba latente en la vida de la empresaria: Javier Merino. Con él hubo boda y cuatro hijos: Mauro, que tiene ahora 14 años, Beltrán, de 12 y los mellizos Bruno y Darío, de 7.

El matrimonio se rompió y Mar no tuvo ningún reparo en romper su silencio en su revista de cabecera: «Javier ha sido quien ha tomado la decisión de separarnos ahora. Yo la respeto y la asumo. Estoy tranquila, asimilándolo todo y fortaleciéndome«. Para evitar el comentario sobre las causas de la ruptura, Mar encontró oportuno esclarecer que aquello «se trata de una separación por desgaste de la convivencia. Nos hemos querido mucho«. Aquellas delicadas y dulces palabras para ‘¡HOLA!’ distaron mucho de lo que Flores declaró al poco tiempo para ‘La Otra Crónica’ de ‘El Mundo’:

«La decisión de terminar con mi matrimonio no fue mía, fue de Javier. Cuando una mujer como yo, que he formado parte del mundo de la moda y de la estética… En fin… Cuando te dicen: ‘Hasta aquí, ya no continuamos’, te están rechazando… Como mujer, me sentí muy dañada, porque no me sentía que valiera como profesional o como madre estupenda. Esa parte sí que me costó reconstruirla».


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