Cuatro años, este es el tiempo que pasará Miguel Ángel Flores en la cárcel, tras publicarse la sentencia que le señala como responsable de la muerte de cinco jóvenes, durante la fiesta de Halloween celebrada en el año 2012 en el Madrid Arena. Después de ratificarse la condena, el capo de la noche –así le conocían en los años 90- vivirá durante un tiempo lejos de cualquier tipo de lujo. Flores, un obsesionado por el culto al cuerpo y por la salud, acude cada dos meses a una clínica privada para realizarse unos análisis de sangre. El empresario, en libertad provisional desde que ocurriera la tragedia, no ha descuidado en todo este tiempo este ostentoso hábito.
De todos modos, comprobar cada cierto tiempo el estado de su plasma no es sólo sino una muestra más de la estricta atención que tiene el exrey de la noche hacia su propio cuerpo. Siempre con una imagen cuidada, Flores no ha dejado nunca de cultivar su físico –entre otras cosas porque es propietario de un gimnasio- y cuidar su salud.
Esta veneración por su figura es herencia de su época como gogó, porque pocos recuerdan que su salto a empresario de la noche se produjo desde las pistas. En los años ochenta MAF –así es como le llaman- comenzó a bailar en las plataformas de multitud discotecas, luego fue relaciones públicas y así sucesivamente hasta hacerse con un nombre dentro de la noche madrileña.
Desde que ocurriera la tragedia del Madrid Arena, el empresario se deshizo de varios de sus negocios, aunque no dejó de regentar su gimnasio situado en Chamartín. Precisamente en el ático de la madrileña estación de trenes Flores tenía su joya de la corona, la sala Macumba. Aunque el mundo de la noche pensaba que MAF se había retirado por completo, la realidad es que sólo estaba agazapado esperando el momento de su reentré. Y para ello escogió al polémico ático y sus amigos del Grupo Alonso.
El local en cuestión se llama LAB y lleva más de un año en funcionamiento y ha recibido multitud de inspecciones de la Policía Municipal. Pero lo cierto es que Flores y su equipo han superado una tras otra. Una artimaña con el tipo de licencia ha permitido salvar las trabas legales que impedían abrir una discoteca en el lugar en cuestión.
Hace poco más de dos años comenzaron unas misteriosas obras en el ático de Chamartín. En los interiores de la denostada sala Macumba comenzó un incesante trasiego de obreros. Paralelamente también se trabajaba en una enigmática estructura de hierros que parecía ser el preludio de una terraza exterior. El desconocimiento sobre lo que allí se planificaba era total. Ni los comerciantes de la zona, ni Adif –dueño de los terrenos- sabían responder con exactitud qué iba a pasar en los altos de la estación. Lo que si negaba esta empresa era la opción de que fuera una discoteca, porque es algo que prohibía el pliego de condiciones de la cesión del suelo.
Faltó sólo un mes desde el inicio de las obras para clarificar lo que sucedía. Ni más ni menos que la rentré de Flores en el mundo de la noche. Enmascarado con puesto de Director del proyecto, el empresario tenía todo listo para volver. Al principio, el Grupo Alonso –adjudicatario de los terrenos- intentó esconder el cargo MAF, pero los lazos con la empresa valencia y el proyecto eran más que evidentes. De hecho, las entrevistas para buscar camareros para el nuevo local se realizaron en el propio gimnasio que flores tiene en Chamartín.
Flores y la licencia de Restaurante
De todos modos, su vuelta al ruedo no fue tan sencilla como cabía de espera. En una, en dos y hasta en tres ocasiones se canceló la apertura del local. Problemas con la licencia dieron al traste con una fiesta de fin de año e incluso con una celebración Gay. La organización nunca fue tajante con los motivos de la cancelación. De hecho, siempre alegaron motivos técnicos, pero la realidad es que Flores no quería abrir hasta que el tema de la licencia no estuviera resuelto.
Desde su apertura, el consistorio madrileño ha puesto la lupa, pero sólo en una ocasión ha logrado demostrar que no estaban cumpliendo la ley. Una macro fiesta dejaba al descubierto el incumplimiento de la licencia de restaurante que ostenta el local.
Flores, principal imputado en la causa
El Supremo confirmó la semana pasada las penas que impuso la Audiencia de Madrid por el caso Madrid Arena y, además,aceptó uno de los recursos de las familias de las víctimas, condenando a un año y medio de cárcel al médico Simón Viñals por imprudencia profesional en una de las muertes.
Entre las penas confirmadas está la condena a cuatro años de prisión que recayó en el principal imputado en la causa, el promotor de la fiesta en la que murieron cinco chicas en 2012, Miguel Ángel Flores.
Además de anular la absolución de Simón Viñals, que era el encargado de atender y de dirigir el servicio médico la noche de los hechos, y de condenarle a un año y medio de prisión por un delito de imprudencia grave con resultado de muerte, en la modalidad de imprudencia profesional, la impone el deber de indemnizar a la familia de la chica.
Así, tendrá que indemnizar a los familiares de Cristina Arce de la Fuente con 340.000 euros. La condena incluye la inhabilitación especial de Viñals -que tenía 77 años en el momento de los hechos- para la profesión de médico por un periodo de cuatro años.