En la misma región, el Franco Condado, que vio crecer al afamado químico y biólogo Luis Pasteur, se está trabajando en cambiar la industria alimenticia animal. La compañía Ynsect, que acaparaba días atrás un artículo en ‘The Economist’, busca introducir una nueva materia prima en el mercado: los insectos y las proteínas obtenidas de los mismos. Curiosamente, uno de los mayores inversores en dicha empresa es el Gobierno de Francia.
La fabricación de pienso a través de las proteínas de los insectos, más en concreto de los gusanos, es similar a la de productos cárnicos. En una misma fábrica, en la ciudad de Dole, se produce el engorde de los gusanos, a través de grandes bandejas de restos de comida. “Nos aprovechamos de aquello que nadie quiere” explican desde Ynsect. Posteriormente, se les deja engordar durante dos meses para después sacrificarlos y obtener proteína en polvo.
Los gusanos, y los insectos en general, tienen hasta tres veces más de proteínas que cualquier otro producto cárnico
Los gusanos, y los insectos en general, tienen hasta tres veces más de proteínas que cualquier otro producto cárnico. Por ejemplo, la carne de caballo alberga un 20%, la carne de cerdo un 17% y el cordero un 15% de poder proteico. Por ello, desde la empresa ven su materia prima como un elemento que puede revolucionar el sector.
Hasta el momento, los productos que salen de Ynsect solo tienen como destino las piscifactorías francesas. En la actualidad, este tipo de actividad, la piscifactoría, consume cerca de 40 millones de toneladas al año, pero que en unos 10 años la cantidad puede doblarse. Por ello, desde la firma francesa han visto la posibilidad de expandirse.
Además, Ynsect está negociando en Europa para poder vender no solo a empresas acuíferas sino también entrar en el mercado de mascotas. La firma ha creado el TMP-Y365 con el que intentará entrar en el mercado europeo. El problema es que todavía no es legal y la firma francesa está trabajando para conseguir que se cambie la legislación.
En la última ronda de financiación, Ynsect ha recaudado cerca de 22 millones de los cuales, una parte importante corresponde al Gobierno de Francia. El brazo inversor estatal francés es el Bpifrance, un banco propiedad de la Laisse des Dépôts que pertenece al Estado. La especialidad de este Bpifrance es la inversión en el denominado Venture Capital, que se traduce como capital riesgo. La operación financiera consiste en aportar capital a startups y empresas con un alto potencial de crecimiento y que a su vez tiene elevados niveles de riesgo. Con este tipo de inversiones, las pequeñas empresas consiguen capital para expandir su negocio a cambio de un porcentaje de la propiedad de la empresa.
El objetivo del Bpifrance es ayudar a expandir el capital riesgo en Francia. Su trabajo inició en 2013, cuando se invirtió en cerca de 1.500 empresas, en 2017 ha invertido en 4.000 startups. Normalmente, el capital aportado por la firma pública suele rondar los 10 millones de euros. En total, el brazo inversor del Gobierno francés tiene invertidos cerca de 20.000 millones de euros en compañías pequeñas y medianas. Con ello, espera recaudar próximamente vendiendo algunas de sus participaciones unos 10.000 millones de euros.
Más allá de los insectos
Las empresas en las que el contribuyente francés tiene invertido dinero son muy diversas, más allá del mundo de los insectos, destacan: Léa Nature, un fabricante de productos ecológicos. Tropico, una marca con 30 años de antigüedad que vende bebidas refrescantes con néctar de frutas y agua de manantial. Devialet, una empresa dedicada a la ingeniería acústica. Groupe Aérophile que se dedica a la explotación de globos aerostáticos.
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Francia no es el único país europeo que ha visto la necesidad de invertir dinero público en capital riesgo, otros como Gran Bretaña llevan años haciéndolo. En concreto, los británicos lo realizan a través de las importantes cantidades que recibían de la Unión Europea a través del Fondo Europeo de Inversiones. Aunque tras el brexit, todo ello ha quedado en el aire y las autoridades francesas ya se frotan las manos.
El problema en este tema estriba en dilucidar si debe ser o no el Estado francés –el contribuyente- el que juegue a la ruleta con el dinero público. El venture capital, apodado capital riesgo por algo, son inversiones agresivas y muy especulativas. Por ello, que no todo el mundo aprueba que se realice con dinero público.
Los defensores de la estrategia del Gobierno francés, por su parte, argumentan que muchos proyectos de éxito mueren en Francia por problemas de financiación. Más aún tras la grave crisis financiera y las restricciones de capital en muchas entidades financieras. En definitiva, todavía es pronto para poder evaluar el resultado en unos años se saldrá de dudas.