Martes 16 de enero. Palacio de La Moncloa. Un nutrido grupo de varias decenas de periodistas se dan cita en los salones principales de la residencia del presidente del Gobierno. Se trata de la tradicional copa de Navidad que este año Presidencia no pudo celebrar en las fechas previas a la Nochebuena por culpa de las elecciones catalanas. Metidos ya en las fiestas, a alguien se le ocurrió que mejor dejarlo para felicitar el Año Nuevo. Dicho y hecho.
Obviamente, Cataluña se convirtió en el epicentro de casi todos los corrillos de los periodistas con los miembros del Gobierno allí presentes: los dos Íñigos, De la Serna y Méndez de Vigo; Cristóbal Montoro, Álvaro Nadal que se fue tan rápido como llegó; la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaria con una fuerte conjuntivitis; Isabel García Tejerina, Rafael Catalá… Y, por supuesto el equipo informativo de Moncloa acompañando al presidente Mariano Rajoy.
Pero, si bien el asunto de Cataluña ocupaba la mayoría de los corrillos, lo cierto es que desde el primer momento se apreciaba un ambiente distinto al de otros años. No solo por los comentarios de los periodistas allí congregados, algunos tan ilustres como Carlos Herrera o Ana Rosa Quintana… Es que se percibía un aroma a fin de ciclo, a que algo estaba a punto de acabar. Puede que todavía haya opción a otro encuentro como este, pero en cualquier caso ya no será igual.
No lo será porque, de celebrarse, será ya a las puertas de unas elecciones generales en las que es más que probable que los resultados arrojen profundos cambios en el panorama político. Puede ser que en la línea que avanzan las últimas encuestas, o no, pero en cualquier caso se van a vivir intensas transformaciones. Este año, 2018, va a ser distinto. Va a traer nuevos escenarios políticos, inéditos hasta el momento. Empezando por el propio problema catalán y su resolución, si es que llega.
La realidad es que ayer, en ese encuentro monclovita entre la prensa y el poder, se apreciaba esa sensación de cambio, pero no porque los protagonistas estuvieran allí, sino porque allí estaban los que en algún momento en los próximos meses serán sustituidos por lo nuevos que lleguen. Algunos antes, porque Rajoy se verá obligado a tomar decisiones sobre su propio Gobierno. Otros después, cuando sean las urnas las que se pronuncien.