Pablo Casado y Begoña Villacís, forman parte de la teoría del caos. Y eso es así porque el efecto mariposa es parte de la teoría del caos, y se basa en un concepto romántico y curiosamente realista al mismo tiempo. Un mínimo aleteo de una mariposa en una parte del mundo puede crear un drástico giro de los acontecimientos y alterar el curso previsible de las cosas en una sucesión de incidentes de primera magnitud.
El efecto mariposa más singular dentro de la política española es la torpeza e inutilidad de miembros del Partido Popular en Cataluña. NO la de ahora, esa es la consecuencia. El aleteo de nuestra efímera mariposa ocurrió en 2002 cuando un joven licenciado en derecho, llamado Albert Rivera llamó a las puertas de Nuevas Generaciones del Partido Popular. Lo normal hubiera sido que esa historia acabara de la forma habitual: chico joven con talento hace carrera, con más o menos fortuna, en el partido político, o bien, chico joven con talento se aburre, los manda al carajo, y acaba claudicando desesperado por el bloqueo generacional que le impide progresar.
Pero se alteraron las cosas. El chico al que cerraron las puertas perseveró, apadrinado en sus comienzos por Albert Boadella y Arcadi Espada y montó un partido político. Empezó a tener cierto éxito y hoy, 16 años después Ciudadanos se convierte en una alternativa política a aburridos partidos tradicionales, hasta el tobillo de fango, y a perroflautas rupturistas que nos hacen creer que el enemigo sigue siendo Paquito.
Ese pequeño aleteo de la mariposa que cambió los acontecimientos ha hecho que una mujer, encabezando un partido constitucionalista, haya ganado las elecciones en Cataluña, pero a su vez ha generado multitud de pequeños cambios de guion a su alrededor. Y lo ha hecho en otras opciones políticas, especialmente en el Partido Popular. Si el PP hubiera sido una casa más capilar y acogedora para el bueno de Rivera, hoy Ciudadanos no existiría, una parte importante de este voto se aglutinaría en torno a su opción política, y quién sabe si la historia se habría reescrito de forma muy distinta, con un Albert Rivera presidente del Partido Popular en Cataluña.
Pablo Casado, el futuro del PP en Madrid
Los ecos de todo aquello me llevan a un personaje que se asemeja y me gusta tanto como Rivera, se trata de Pablo Casado.
Nació en 1981 en Palencia, es diputado en las Cortes Generales por Ávila y vicesecretario general de Comunicación del Partido Popular. Se trata de una figura emergente y en plena proyección dentro del panorama político actual. Es posible que, en otra época, sin el aleteo de la mariposa de Rivera, aún estuviera llevando cafés. Pero gracias al fundador de Ciudadanos es más difícil tapar a los -poco abundantes- jóvenes con talento que llegan a la política. Pablo Casado tiene mucho, mucho talento. Y tiene mucha, mucha proyección. El riesgo que los más tradicionales le hagan de embudo y tenga que calentar el banquillo, desapareció, gracias a Dios para todos, hace algún tiempo.
El joven palentino no sólo es una cara amable, es un tipo sagaz, resolutivo e inteligente, cualidades que no abundan en la política actual. Aunque ahora no toca, está clarísimamente posicionado para ser el próximo candidato a Alcalde de Madrid por el Partido Popular. Cuenta, además, con un plus añadido: ha sido Diputado de la Asamblea de Madrid. Sólo podría hacerle sombra en esa pretensión un veterano, el ministro Méndez de Vigo (Tetuán 1956), que tiene también sus candidatos, pero no creo que eso acabe ocurriendo. Y no creo que ocurra como resultado del efecto mariposa, el que originó Albert Rivera en 2002.
Es previsible que el partido más votado en la ciudad de Madrid en 2019 sea el Partido Popular. El actual consistorio sólo lo sostiene -a duras penas-, la voluntad de una agotada Manuela Carmena, a la que hay que reconocer su estoico esfuerzo en mantener a raya a la piara de fieras de las que se ha rodeado (¡vaya peña tiene la buena de Carmena allí dentro!). Nadie en su sano juicio piensa que podrán repetir resultado. Pero del mismo modo, roza lo imposible que el Partido Popular pudiera tener mayoría absoluta. El escenario más probable sería que el PP fuera la fuerza más votada en 2019, y Ciudadanos, Ahora Madrid y PSOE irían a la zaga.
Begoña Villacís, ¿proyecto de alcaldesa?
Ese sería el momento en el que Ciudadanos, podría cobrar el apoyo a Cristina Cifuentes en la Comunidad de Madrid, y podríamos ver a Begoña Villacís -otra cara joven y amable, otra hija del aleteo de la alevilla que provocó Albert Rivera-, investida como Alcaldesa de la Capital. Y tampoco sería mala elección.
La posibilidad de que eso suceda, hace más cómoda la posición para la cúpula del PP de apostar por Pablo Casado y no por Méndez de Vigo. Nadie desviste un ministro para que no llegue a Alcalde de Madrid. Siendo un joven con progresión, talento y mucho tiempo por delante como Casado, la apuesta sería siempre buena, tocara o no tocara pelo. Sería el Alberto Ruiz Gallardón del Siglo XXI.
Villacís y Casado. Casado y Villacís. Apúntalo porqué será la terna del futuro político de la capital del Reino. Adiós a las abuelitas, los carroñeros, y las esperanzas. Comparten no sólo ser una nueva generación, sino ser además una nueva cara de la política, sin mochila, y muy necesaria para que se venga a regenerar una ciudad estancada en la mediocridad, la torpeza y el revanchismo cutre.
¿Y el PSOE? Bueno, pues parece que en Madrid busca aún su sitio, busca saber en qué posición de la partida le deja el sutil aleteo de la joven mariposa catalana en 2002. Y, con franqueza, la foto hoy no es muy buena.
Ya sabes lo que dicen, cuando en una partida de póquer en los cinco primeros minutos no sabes quién es el tonto de la mesa, malas noticias: posiblemente el tonto seas tú.