Leonid Bershidsky para Bloomberg View
El senador estadounidense Bernie Sanders asegura que vale la pena seguir el ejemplo de “nuestros hermanos y hermanas en Islandia”, que el año pasado aprobaron la ley más exigente del mundo sobre igualdad salarial para hombres y mujeres.
Pero la legislación, que entró en vigencia el 1 de enero de este año, podría terminar lastimando a las mujeres sin no se le añaden algunas medidas adicionales, que incluso la Islandia ultra-igualitaria no está lista para introducir.
Ningún otro país ha ido tan lejos como Islandia en exigir un salario igualitario para hombres y mujeres. La ley de 2017 no sólo expone a las compañías que violen el principio a enfrentar demandas judiciales, sino que también requiere que todas las firmas con 25 empleados o más establezcan un valor para cada tarea que se espera que desempeñe un trabajador en un determinado puesto. Después, se fijarán los salarios según la suma de esos valores.
Islandia implementó una ley para corregir una brecha salarial de 5,7%
Las empresas más grandes tienen un año para certificar su cumplimiento -obtenido de evaluadores autorizados- al Centro de Igualdad de Género del gobierno de ese país. Las más pequeñas tienen hasta finales de 2021. La recertificación debe realizarse cada tres años, según se estipula en la ley.
Islandia está haciendo esto para corregir una brecha salarial de 5,7% (aunque los activistas por los derechos de las mujeres usan números más altos). Sólo Nueva Zelanda tiene una brecha algo menor. En Estados Unidos es de 18%. La certificación de nómina probablemente se reducirá aún más, haciendo de Islandia el líder mundial indiscutible en esta área. Pero probablemente perjudicará la participación de las mujeres en el mercado laboral.
Las razones por las que los empleadores intentan pagar menos a las mujeres por el mismo trabajo varían desde el prejuicio patriarcal, hasta la tendencia de las féminas a negociar menos agresivamente que los hombres. Pero la más persistente de estas razones tiene que ver con la percepción de que una vez que una mujer tiene hijos, sus prioridades se alejan del trabajo.
La única forma de eliminar por completo esa percepción es lograr que los hombres acepten una parte igual de las responsabilidades de crianza de los hijos. Es dudoso que cualquier gobierno o empleador cívico pueda hacerlo, pero al menos pueden intentarlo, principalmente ajustando las políticas de licencia parental.
Islandia tiene el sistema de licencia parental más equitativo del mundo. Es el único país donde los hombres y las mujeres obtienen la misma cantidad de permisos no transferibles: tres meses cada uno. A la pareja también se le otorgan tres meses adicionales para ser compartidos por los padres, pero -en la práctica- sólo el 19,7% de los hombres usa parte de la licencia transferible.
Esto es lo que sucede en cada país que permite a los padres decidir cuánto tiempo de licencia se tomará cada uno. En España, únicamente el 1,6% de los padres usan permisos transferibles; en la más igualitaria Dinamarca, el 24% lo hace.
Islandia tiene el sistema de licencia parental más equitativo del mundo
Los estereotipos de género del hombre como proveedor y la mujer como cuidadora sobreviven a todos los intentos de igualdad. Durante la prolongada crisis económica de Islandia, después del colapso financiero de 2008, la aceptación de la licencia por paternidad por parte de los hombres disminuyó porque eran ellos los que debían percibir su salario completo, no el pago parcial mientras cuidaban a los niños.
Esa división de los roles de género no desaparecerá incluso con la certificación obligatoria de nómina. Los nuevos y difíciles requisitos dificultarán a los empleadores a compensar la orientación familiar, por lo que, en igualdad de condiciones, se sentirán inclinados a contratar menos mujeres.
Esto no será fácil de cambiar. Si bien es relativamente fácil legislar la igualdad de género, por ejemplo, para los consejos de administración, probar que un determinado candidato no fue contratado por su género puede ser intimidante. La mayoría de las candidatas rechazadas seguirán buscando trabajo en lugar de demandar.
Incluso en Islandia, tratan los síntomas de la desigualdad sin alterar los roles de género subyacentes. Esto puede funcionar hasta cierto punto, pero la igualdad absoluta no se puede lograr de esa manera.
Y en España, Polonia o Italia, donde sólo un pequeño número de hombres usa la licencia de paternidad transferible, o en Estados Unidos, donde únicamente la madre obtiene el permiso parental obligatorio, la aplicación de la ley de certificación de igualdad de pago seguramente infligiría un duro golpe al empleo de las mujeres.
El ejemplo de Islandia debería mejorarse, no seguirse
El ejemplo de Islandia debería mejorarse, no seguirse. Un país que exija un permiso familiar igual, completamente intransferible para hombres y mujeres, comenzará a degradar el estereotipo que apuntala la brecha salarial.
Si los hombres y las mujeres deben tomarse un tiempo libre para cuidar a un bebé, y si se les alienta activamente a esforzarse al mismo nivel en la crianza de los hijos, los empleadores dejarán de considerar a los hombres como los trabajadores más comprometidos. Por lo tanto, la certificación de nómina al estilo islandés debería encargarse de otras dinámicas que actualmente favorecen a los hombres en las negociaciones salariales.