Si hasta hace unos días el Partido Popular y, sobre todo, su presidente Mariano Rajoy, se las prometían felices creyendo que el resultado del 21-D despejaría la incertidumbre política y económica para los próximos meses y años, la realidad ha venido a ser como un jarro de agua fría que ha dejado bajo cero los ánimos del PP y del Gobierno. De la cierta euforia que había hace unas semanas se ha pasado a la sensación de que la legislatura se ha complicado de nuevo.
El Gobierno confiaba en que el resultado de las elecciones en Cataluña ofreciera, al menos, una prórroga hasta una nueva convocatoria electoral como consecuencia de la imposibilidad de formar gobierno en ninguna dirección. Eso en el peor de los casos porque, de hecho, el Ejecutivo confiaba en que se pudiera elegir un gobierno no independentista y, de ese modo, introducir un elemento más de estabilidad política.
Con ese margen, lo próximo sería negociar los Presupuestos con el PNV, y aprobarlos en cuanto comenzara en febrero el siguiente periodo de sesiones. Pero el resultado del 21-D ha arrojado un panorama muy complicado y el PNV, que estaba dispuesto a sentarse a hablar después de haber conseguido una mejora sustancial del cupo, ahora se echa atrás y pide tiempo. ¿Por qué? Pues porque los nacionalistas vascos siempre han estado muy pendientes de Cataluña.
En el fondo al PNV le venía bien que el independentismo no pudiera seguir gobernando en Cataluña, pero una vez que ese objetivo no parece haberse conseguido, los nacionalistas vascos reconocen que se ven muy influenciados por la situación catalana. Así, el mensaje que Aitor Esteban, que habla en nombre de Íñigo Urkullu, ha hecho llegar al Gobierno es el de que necesitan más tiempo para hablar de presupuestos, sin garantía, además, de que vayan a apoyarlos.
El Gobierno tiene un margen de un año, porque los presupuestos de 2017 ya están prorrogados a 2018, e incluso podría cumplir con el objetivo de déficit si, como parece, Bruselas abre la mano. Pero ya no podría contar con presupuestos para 2019, lo que impediría agotar la legislatura. La amplia victoria de Ciudadanos y la convicción de que el independentismo volverá a gobernar han puesto al Gobierno contra las cuerdas y empieza a plantearse la necesidad de un adelanto electoral.