La realidad ha superado a las expectativas en el mundo Fintech. La gigantesca evolución que ha sufrido el mundo financiero merced a la llegada de estas firmas tecnológicas no tienen parangón. Las distancias ya no existen. Los espacios físicos tampoco. Incluso las propias entidades bancarias son cada vez menos importantes en todo el entramado financiero.
La llegada del mundo fintech, al igual que toda revolución asociada a la tecnología, ha ido quemando etapas hasta el momento de la consolidación. Ese momento es ahora. Hubo un tiempo en que eran inestables, un mercado pequeño que apenas suponía una amenaza. Además, la tecnología que usaban que buscaban más que otra cosa, los recovecos entre cliente y banco, las hacían más interesantes que amenazantes. En los primeros años, prácticamente ningún directivo se imaginaba la explosión que se acercaba.
Finalmente, esa tecnología se consolida y comienza a barrer a la anterior. Entonces, aquellos que manejaban el negocio a su antojo se ven sobrepasados
Esa primera etapa, como ocurrió primero con la máquina de vapor o posteriormente con los combustibles fósiles, es disruptiva. Una tecnología nueva que rompe con lo establecido, pero nadie es consciente de que puede ocurrir. Tras la eclosión, para alcanzar el cuerpo maduro se necesita tiempo. Por ello, al cabo de los años esa tecnología disruptiva entra en un momento de encauzamiento y las primeras firmas escalan posiciones de forma explosiva. Finalmente, esa tecnología se consolida y comienza a barrer a la anterior. Entonces, aquellos que manejaban el negocio a su antojo se ven sobrepasados.
Un gran ejemplo es el caso de PayPal, la archiconocida Fintech que ahora está en el ‘Sancta Sanctorum’ del sector. Los inicios de PayPal son tan remotos que probablemente aquellos que miren el año de su creación pongan cara de extraño. La firma lleva en marcha 19 años.
Sí, se fundó en 1998 cuando internet todavía estaba en pañales y cualquier atisbo de lo que es hoy, no podían ni soñarlo sus creadores Max LeVchin, Peter Thiel, Luke Nosek y Ken Howery. Nació, como no, en el mismísimo corazón de Silicon Valley, en concreto en Palo Alto, California. En sus comienzos ni siquiera se conocía como PayPal, sino que su primer nombre fue el de Confinity. Dos años más tarde de su creación, la antigua PayPal se fusiono con una de las primeras versiones de la banca en internet denominada X.com, creada por Elon Musk. Otros dos años más tarde, en 2002, el gigante eBay decide comprarla al comprobar que el 50% de todo su volumen de negocio se hacía a través de dicha compañía.
Por el camino se han quedado muchos cambios de rumbo, cambios de manos y desarrollos varios. También por el camino se han quedado competidores directos como BidPay que cerró en 2005 o PayDirect cerrado en 2004. PayPal ha superado muchas fases, la de irrupción, la de consolidación y se colocó hace tiempo en la tercera y definitiva en la que es competencia directa –se podría matizar- de los bancos y su volumen y valor ha escapado prácticamente a cualquier intento de compra.
Se trata de la evolución lógica de una Fintech y por lo que la gran banca en general recela de ellas, porque una vez la superada las dos etapas iniciales escapan de su control o posible acción por controlarla. La única opción pasa a ser la colaboración con la firma tecnológica o competir por los servicios del cliente y en este último caso suelen llevar las de perder. Por ello, las grandes firmas bancarias tienen sus propias incubadoras de fintechs. Como no se pueden poner puertas al campo, es mejor proporcionar los medios para desarrollar está tecnología, pero sin que puedan salirse del redil. Es lo que se considera un doble win: generan tecnología para beneficiar con la que mejorar los servicios, y a la vez que limita la posible competencia que pueda llegar.
Hall of Fame Fintech
PayPal es una de las elegidas que lucen con luz propia en el salón de la fama de las fintechs pero ni de lejos es la única. Adyen, es otra que ha escapado al control bancario, que no es tan conocida como PayPal, aunque tampoco lo necesita. La fintech creada en 2006 se encarga de los cobros de gigantes de la entidad de Netflix, Spotify, Uber, Mango o Superdry. Según la revista Fortune, Adyen está valorada en unos 2.500 millones de dólares.
En la línea de Adyen o PayPal, en el salón de la fama fintech se encuentran otras firmas como Currency Cloud, Nutmeg, Kiarna o Zopa. Otras, demasiado grandes como para adquirirlas tienen grandes acuerdos con gigantes bancarios. Es el caso de Izettle, una compañía de pagos móviles que comercializa una solución de negocio compuesta por un lector de tarjetas y una App con el mismo nombre, que ha llegado un acuerdo para trabajar con el Banco Santander. Otra firma que también llegó a un acuerdo con la entidad presidida por Ana Botín es Funding Circle, en 2013. La firma es una plataforma de crowdlending, al igual que Zopa, aunque en horas bajas. En España, Funding Circle dejó de emitir nuevos préstamos en enero de este año.
Otra compañía en este salón de la fama es ‘eToro’. La firma fundada en otro centro neurálgico para nuevas tecnologías, Tel Aviv. Se trata de una plataforma social de inversión que permite a sus usuarios ver, seguir y copiar a los principales operadores de bolsa a nivel mundial.
Aunque si habría que elegir una firma tecnológica que pudiera retar a PayPal o Adyen esa es sin lugar a dudas Transferwise. La fintech ha escalado posiciones de manera exponencial desde que en 2011 Kristo Käärmann y Taavet Hinrikus crearan la compañía. La idea básica de la firma es llevar a cabo transferencias internacionales con bajos costes y nació del propio Hinrikus y su uso de otra tecnología como Skype. La fintech ataca directamente sobre uno de los negocios más lucrativos y deficientes de la banca, las transferencias internacionales por las que además cobran comisiones muy altas. La llegada de Transferwise que ya mueve 150.000 millones de dólares, ha reducido notablemente los márgenes de muchas entidades.
¿Cómo enfrentarse a ellas?
La respuesta más sencilla que hasta ahora ha ofrecida la banca es: de mala manera y muy tarde. El mundo financiero –en especial lo tocante a la gran banca- no ha sabido reaccionar con rapidez a los cambios exigidos por sus clientes. Aunque eso es normal. Estructuras anquilosadas, organigramas muy rígidos, cierta aversión al cambio o relaciones con los clientes, más cercanas al siglo pasado que a una revolución, es la típica estructura que se suele encontrar en un modelo oligopólico como el bancario. Por lo tanto, nada nuevo.
Dichas dimensiones jurásicas pueden mantenerse en pie en los primeros coletazos de la irrupción, pero una vez consolidada la nueva tecnología caen por su propio peso. Es lo que está ocurriendo en la actualidad, todas las firmas están en un proceso de cierre de oficinas a toda prisa e invirtiendo en nuevos departamentos, incubadoras y demás tecnología para no quedar demasiado atrás.
La media del sector del retorno sobre los recursos propios en el último lustro está en torno al 5 o 7%, en los 25 años anteriores nunca bajó del 10%
El primer efecto de la feroz competencia fintech es llevar el número de oficinas bancarias físicas a niveles de hace 40 años en España. Ya apenas sorprenden las noticias de cierre de oficinas o despidos masivos de empleados, la nueva tecnología impone su lógica.
Además, esta nueva competencia está aplanando considerablemente los márgenes del sector, medido bajo la denominación de ROE (retorno sobre los recursos propios). La media del sector en el último lustro está en torno al 5 o 7%, en los 25 años anteriores nunca bajó del 10%. Es innegable que la política de tipos cero impuesta por el Banco Central Europeo ha limado los márgenes de intereses, pero no se puede perder de vista el efecto competencia que ha traído la tecnología fintech.
Con todo ello, recortes de oficinas, inversiones desesperadas y aplanamiento de los márgenes, la única salida viable para el histórico oligopolio bancario es hincar rodilla y colaborar con la pujanza del sector. El último informe del sector, emitido por Price Waterhouse Cooper, señala que la opción preferida por las entidades bancarias es la de colaborar con las fintechs. El 45% de las entidades tradicionales ya tienen acuerdos con dichas compañías tecnológicas, frente al 32% que las tenían en 2016. Lo que supone un incremento del 33%. Además, el 82% de ellas considera que esas alianzas van a crecer a lo largo de 2018.
Por segmentos, son las firmas Retail las que más acuerdos tienen con un 54%. Por detrás, le sigue las aseguradoras con un 45%, los medios de pago que suponen un 42% y la gestión de activos y patrimonio que apenas alcanza el 30%. Curiosamente, es en los medios de pago dónde menos esperanzas hay en que se puedan alcanzar más alianzas en 2018, y eso es debido única y exclusivamente a que las fintechs ya controlan ese mercado. No les hace falta dichas alianzas. De hecho, el mismo informe destaca que las fintechs de medios de pago tienen ya una penetración cercana al 85%.
Diferentes clasificaciones de fintech
La infinitud de nuevas firmas financiero tecnológicas que aparecen cada día hace casi imposible una clasificación formal de todas ellas. Pese a ello, existe una que ha ganado más peso entre todas y goza, se podría decir, del beneplácito de los expertos. Ésta clasificación se centra en cuatro aspectos principales de las que luego salen distintas ramas.
En primer lugar, aquellas fintechs referidas a los datos. Está primera división a su vez se subdivide en buscadores, de análisis y procesadores. En segundo lugar, aquellas que manejan activos y deuda. Éste tipo de fintechs son de momento las que menos penetración cuentan, con un 38%. A su vez, se puede dividir en Equity Finance, créditos para el consumo y las plataformas P2P –que conectan usuarios entre sí sin necesidad de intermediarios bancarios-.
En tercer lugar, aquellas empresas financieras que trabajan con el segmento de Asset Management. En esta división encontramos: las plataformas de trading u otras institucionales. Por último, aquellas que ofrecen servicios, este segmento ocupa una de las ramas más numerosas del mundo fintech. Entre las más importantes ramas en ella están las de medios de pago y las de dinero digital –el afamado bitcoin-.
Pese a que la anterior aparece como la clasificación estándar del mundo fintech, no es la única. Para un análisis de la competencia con el sector bancario es preferible utilizar otro tipo de clasificación, una que enfrente no a los servicios y si a los clientes que los usan.
Existe un nivel cero en el que fintechs y bancos no pelean por clientes, porque estos no son rentables para las entidades. Es el caso de fintechs como Kickstarteer, Lending Club o Prosper. A partir de este nivel comienzan las hostilidades.
En un primer escalón de la competencia entre unos y otros, están aquellas empresas tecnológicas financieras que mejoran las ineficiencias de la banca. En este nivel se ha hecho muy fuerte transferwise, al mejorar el proceso de las transferencias internacionales. Aunque hay más como Kantox –otra que podría entrar en el Hall of Fame de las fintechs- o Currency Fair.
El segundo nivel ya significa competencia directa para las entidades. Aunque son las fintechs que más problemas están encontrando para entrar en el mercado, debido a las fuertes barreras de entrada, cada vez atraen a más usuarios. Entre ellas algunas muy potentes como Nutmeg o Future Advisor. Además, algunas de ellas se han enfocado en las vacas sagradas bancarias, los multimillonarios que conforman la banca privada. Éstas operan a través de algoritmos que sugieren carteras de inversión óptimas y cada vez tienen más adeptos con muchos ceros en sus cuentas personales.
En el último escalón, aquellas que directamente han sobrepasado el potencial de la banca. En especial las que se utilizan como métodos de pago. Existen para pagos móviles que van desde ApplePay a PayPal o Square. Las denominadas agregadores como Mint o Simple y aquellas basadas en ‘Big Data’ como Context Relevant o Datanminr.
Incluso quedaría un nivel por encima, dedicado a la nueva tecnología denominada blockchain. La irrupción de esta tecnología podría ir más allá de todo lo visto y suponer otra revolución. Por el momento está en ciernes, aunque tiene proyectos e inversiones ya multimillonarias. Lo más conocido hasta la fecha del blockchain es que es la tecnología con la que funciona el Bitcoin. Aunque nada más lejos de la realidad, todos los bancos del mundo ya tienen diferentes proyectos en este tipo de tecnología.
Fintechs a seguir en 2018
Las firmas que más podrían sonar en el próximo año están recogidas en la lista FinTech50, impulsada por Squarespace. La selección se lleva a cabo gracias al análisis de más de 1.200 empresas innovadoras en todo el mundo y cada vez incluye más segmentos como la seguridad, el cumplimiento y el riesgo.
La seguridad aparece como uno de los segmentos en los que las nuevas fintechs más se están fijando. Por ejemplo, el caso de Aimbrain que es una plataforma de identificación biométrica móvil. La firma ayuda a los bancos y procesadores de pagos a saber si sus usuarios son realmente quienes dicen ser.
Además, otro número muy alto pertenecen al segmento de los medios de pago. Entre las nuevas, destaca la alemana Barzalhen que está especializada en recoger pagos en efectivo en compras, juegos en línea u otras actividades streaming. Además, otra que está escalando de manera exponencial es Bitnet, especializada en pagos Bitcoin, que tiene presencia a nivel mundial. Otra firma muy reconocida es la moneda digital Ethereum que trabaja también con la tecnología blockchain.
Otras como Taxpay han sabido conjugar la plataforma típica de pagos con la necesidad de pagar los impuestos. La facilidad que aporta y el ahorro de tiempo la colocan entre las elegidas a aparecer en 2018 en los titulares. Junto a ella, otras como Fidor Bank –que ya cuenta con 100.000 clientes- o Cognia, Bima o Contengo aparecen en las listas de las fintechs europeas que más pueden escalar en 2018.