Más calidad, menor cantidad de vino. La corta cosecha a nivel mundial ha empujado ya el valor del vino en origen de manera brusca. Los precios de los caldos a granel españoles han experimentado un fuerte incremento, desde los 0,4 euros de media que se vendían, hasta los 0,64 euros para el caso del tinto, 65% más, y los 0,53% en los blancos, un 72% superior. Aunque señalan desde el sector que los precios finales para los usuarios tendrán subidas, pero más moderadas.
Entre las localidades francesas de Dijon y Chagny, se alarga la afamada Côte d’Or. Los más de 70 kilómetros de vides ancladas en la tierra, conforman un paisaje sosegado aparentemente impasible al tiempo. Aunque nada más lejos de la realidad, la región insignia de La Borgoña hace ya tiempo que se está secando. Las inclemencias meteorológicas en forma de granizos, tardías heladas o fuertes sequías han diezmado la producción anual de vino, pero no solo en la región sino en toda Europa.
La sequía actúa como selección natural en los viñedos, matando a las plantas jóvenes y poniendo a prueba a las más antiguas. La vid es un vegetal muy particular, siente una fuerte atracción por la profundidad. La calidad del vino viene en función de lo hondo que haya sido capaz el arbusto de adentrar sus raíces en la tierra. “Más que ninguna otra planta, la vid nos torna inteligible lo que es el verdadero sabor de la tierra”, acertó a describir la escritora francesa Colette en su obra ‘Prisions et Paradis’.
Perfectamente alineadas con la denominada ‘Côte’, con la vista puesta en la inmensa llanura del Saona, la cosecha de La Borgoña merma cada año. La cuna de la célebre variedad ‘pinot noir’, que recibe el nombre por la composición de su racimo en forma de piña (pinot) y el color oscuro de la uva (noir) no es la única región que se resiente de las condiciones climatológicas. En Castello di Neive, en el Piamonte italiano –la región que más vino produce en Italia- la vendimia de la variedad allí conocida como pinot nero se adelantó al mes de agosto para amarga sorpresa de la gente criada entre vides y barricas.
No es solo cosa de la afamada ‘pinot noire’, la cual es muy exigente tanto en cuidado, como tratamiento y envejecimiento, se extiende a la práctica totalidad de variedades. En el norte de Italia, en la provincia de Cuneo, la vendimia de la variedad de las uvas Nebbiolo –cuyo nombre se debe a que históricamente se han recogido en noviembre- se adelantó varias semanas, incluso hay casos de recolección a finales del mes de septiembre.
Se espera una producción de 145 millones de Hectolitros en la campaña 2017/2018, esto es una caída del 17%. Se trata de la cifra más baja en todo lo que va de siglo
Hojas marchitas, uvas pequeñas que apenas llegan al peso necesario y en el peor de los casos vides, secas inertes en la tierra. La desazón que ha producido la fuerte oleada de calor en Italia –a la que acertadamente han bautizado como Lucifer- durante este 2017 tiene como uno de los epicentros fatídicos la producción de vino. “Durante este año ninguna región de Europa ha escapado a las distintas inclemencias meteorológicas”, explica el presidente del Observatorio Español del Mercado del Vino, Rafael del Rey.
Según la Dirección General de Agricultura de la Comisión europea, se espera una producción de 145 millones de Hectolitros en la campaña 2017/2018, esto es una caída del 17%. Se trata de la cifra más baja en todo lo que va de siglo.
Los italianos son uno de los países líderes en producción y exportación del caldo. Además, de ser el gran competidor español en el mercado europeo –también podría decirse a nivel mundial- en la exportación de vino de ‘menor calidad’. España es líder en volumen a granel, pero los italianos en facturación gracias a vender más caro su producto. Las estimaciones más favorables hablan de una cosecha italiana que rondaría los 40 millones de Hectolitros, un volumen un 15% inferior a 2016.
Los otros dos grandes productores de vino a nivel mundial: Francia y España han seguido los pasos de la industria italiana, al reducir drásticamente su producción. Las fuertes heladas de finales de primavera ya hacían presagiar un mal año de cosechas en ambos países. Para más inri, las fuertes temperaturas del año, junto a meses de escasas precipitaciones han puesto la puntilla al sector.
Francia prevé una producción de 36 millones de Hectolitros, lo que supone una fuerte caída del 30% respecto de años anteriores. Las regiones más afectadas son las burdelesas de Charentes, Jura y Alsacia. En España, se espera una producción de 35 millones de hectolitros, cerca de un 20% inferior a la cosecha de hace un año. En Portugal, el estrés hídrico de las vides ha obligado a adelantar varias semanas la vendimia en las zonas más importantes del país: Duero, Porto y Dâo.
Subida de precios del vino en España
La evolución temporal de la primavera fue el primer ataque directo al campo español, y también a parte del europeo: abril de 2017, se convierte en el segundo mes de abril más cálido en 50 años. El fuerte calor que encadena días y semanas invita a los vegetales a desplegar sus mejores galas. La primavera en su esplendor. En el caso de los viñedos, aparecen con fuerza los primeros pampanos y yemas. Todo cambia la primera semana de mayo, la llegada de una gélida borrasca –con temperaturas de -9ºC– mata todo aquel primer esbozo primaveral.
Las consecuencias rápido se hacen sentir en el campo español. La zona de La Rioja -la Alta, la Media e incluso la Alavesa- pierden en esa semana más de 8.700 hectáreas de viñedo. El daño es también enorme en el centro de la península, localidades vinícolas como Elciego, Samaniego, Labastida, Leza o Navanidas pierden un 80% de su superficie plantada.
Las heladas de mayo perjudicaron a las denominaciones de origen de más calidad, no así como a la venta a granel. Para ellos, la puntilla han sido las fuertes temperaturas y más en especial la prolongada sequía. Las vides de menor calidad son las menos ancladas al subsuelo, por lo que son las primeras en secarse. Por ello, los caldos más vendidos a granel han perdido un fuerte volumen de producción.
Momento de exportar
“Las condiciones climatológicas en toda Europa, reduciendo el volumen de producción en todos ellos, han sido importantes para que las exportaciones de vino español crezcan en este 2017”, explica del Rey. Las previsiones sitúan la cosecha española entre los 35 y 36 millones de Hectolitros, aunque recuerda el presidente del OEMV que “la cifra puede ser superior” y que “habrá que esperar a diciembre para conocer estimaciones con cifras reales”. Aún con ello, los 36 millones de hectolitros sirven perfectamente para abastecer su mercado interno –en torno a 10 millones- y el resto ser exportado por un mayor valor.
se espera una facturación todavía superior, “hay que ser cautos pero 2017 y 2018 podrían ser años récord en facturación”
En especial, la parte que más ayuda a las exportaciones españolas es la caída de la producción italiana y francesa. El primero porque es el competidor más activo del vino español, y en el segundo caso porque es el principal mercado donde se exporta. Además, otro país importante como Alemania también ha reducido su producción y el caso de China, que aumenta el ritmo de sus importaciones de vino a niveles del 100% anual, se espera siga creciendo.
En el primer semestre de 2017, el sector vinícola español batió su récord de facturación con 1.320,7 millones de euros, un 6% más. Además, lo conseguía exportando menos cantidad de vino, un 0,7%, gracias al aumento de precios que está experimentado el sector. Para esta nueva cosecha del segundo trimestre de 2017, se espera una facturación todavía superior, “hay que ser cautos pero 2017 y 2018 podrían ser años récord en facturación” concluye del Rey.