La CNMC es la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia. Coloquialmente y en lo sucesivo, para los amigos el “superregulador”. Oficialmente este organismo, de nombre y objeto rimbombante, debiera defender el buen funcionamiento de los mercados de interés de consumidores y empresas. En la práctica lleva unos años en los que cuando no está capeando conflictos laborales dentro de sus propios muros, está reglando y poniendo absurdas sanciones que no paga ni Peter. Un alto porcentaje de las multas del organismo acaban en la basura, anuladas por los tribunales.
La CNMC está presidida por José María Marín Quemada de 68 años de edad, ex consejero del Banco de España. Si antes hablábamos del “superregulador” a él podríamos considerarle algo así como el “supercomisario” que debiera velar por nuestros intereses, pero como veremos a continuación, para nuestra desgracia como consumidores y contribuyentes, el asunto hace pensar que su puesto hoy tiene más de “Super López” que de “supercomisario”.
Hace semanas llamó mi atención su informe sobre Correos. Era demoledor. ¡Menuda pillada! Al parecer Correos debería entregar el 93% de las cartas en 3 días o menos, y sólo habían entregado el 92,66%. ¡Cabrones!: nos deben a todos los españoles ese 0,33% de cartas rápidas. ¡Menos mal que la CNMC estaba aquí para defendernos de tan temeraria afrenta mediante su detallado informe! El año que viene estoy seguro que los carteros correrán como locos para mejorar ese 0,33%. Estas son las cosas que realmente preocupan a los españoles. Lo de Cataluña es sólo una cortina de humo.
Y la verdad es que apenas soy usuario de Correos, pero aprovecho para felicitarles. Debe ser la única empresa pública o privada que logra su objetivo un 92% de las veces. Pero eso no es suficiente a ojos de la exigente CNMC, que en sus conclusiones determina sin lugar a dudas:
“A la vista de los resultados obtenidos la CNMC considera que Correos debe adoptar las medidas necesarias para frenar esta tendencia negativa en los resultados del plazo de entrega”
La CNMC denuncia en su ultimo informe que Correos se ha retrasado en la entrega del 0,33% de las cartas. ¡Cabrones! Que nos devuelvan ese 0,33%
Esta es la primera vez que voy a hablar del regulador sectorial en España, pero intuyo que no será la última. Por ello quiero hacerlo con cierta distancia y con todo el desapasionamiento del que puedo ser capaz después de ver las últimas noticias aparecidas en medios de comunicación. Para empezar, quiero dejar claro que no creo en los reguladores cuyo único cometido sea regular por regular. Bien es cierto que en ocasiones debe haber normativas que fomenten la competencia y eviten los abusos de posición dominante, pero no es menos cierto que lo sano es que el legislador determine las reglas del juego y deje al mercado hacer su trabajo. Mi sensación es eso no es posible en ocasiones, ya que el superregulador de Super López, superregula más de la cuenta generando un supercaos. Sí, muy surrealista todo.
Hay instituciones del Estado, como esta, en las que en las capas inferiores hay técnicos brillantes, pero están politizadas en su cúpula y son cementerios de elefantes donde acomodar a viejos amigos. Casi parecen haber sido creados adhoc para la jubilación y ocupación de unos puestos de trabajo, que, a la vista de sus resultados, parecen a todas luces innecesarios.
La CNMC ha impuesto desde 2013, un total de 272 sanciones por valor de 914,66 millones de euros. Lo recaudado apenas supone el 3% de esa cantidad, unos 29,81 millones.
Desde su creación han impuesto 272 sanciones por valor de 914,66 millones, y lo recaudado un 3% de esa cantidad, 29,81 millones según informe de la CNMC enviado al Congreso como respuesta a las preguntas del diputado socialista Antonio Hurtado hace unos meses.
La CMNC tiene por mala norma regularlo todo, especialmente lo que no necesita ser regulado, sin tener en cuenta el daño que hacen estas continuas idas y venidas a sectores y empresas claves para la economía española. Crean tal caos y confusión, con sus mensajes contradictorios, y sus sanciones, que las grandes compañías se ven obligadas a contratar especialistas en Asuntos Públicos y Regulación sólo para hacer Lobby e intentar influir en los chicos de Super López, el superregulador. Por supuesto cuanto más grande es la compañía más recursos, medios y posibilidades tiene en este sentido.
Siempre que se siembra el caos en una actividad, al menos se debe ser rentable. Así la Comisión Nacional, regula de día y sanciona de noche. Al contrario de otros organismos públicos que regulan como el culo pero sancionan de cine, los cracks de Super López, el superregulador, de día superregulan como el culo, y de noche supersancionan del mismo modo. Y fíjate que es difícil esto último, ¡Que se lo digan a la Agencia de Protección de Datos!
Tal vez por ello la CNMC ha convertido a las multas a empresas españolas en un mala rutina. Me encantaría verles actuar en idéntico fondo y forma con los Google, Apple, Facebook o Amazon, pero entre que no comprenden lo que hacen, y que saben que no cobrarán las sanciones es más fácil atizar a los de siempre. Y de eso se trata, de una nefasta rutina que multa tras multa acaba en sideral ridículo ya que son sistemáticamente revocadas por los tribunales de justicia, con el consiguiente perjuicio para las arcas del Estado.
La CNMC es incapaz de cobrar las sanciones que pone. Las empresas las recurren y ganan en los tribunales con total frecuencia. Apenas han cobrado un 3% de las sanciones impuestas.
En los últimos días, Repsol, Vodafone, Telefónica y Orange han visto como multas por valor de más de 200 millones de euros, han sido anuladas por la Audiencia Nacional. No es extraño. En los últimos tiempos han sido otros muchos casos: Mediapro, Real Madrid, FC Barcelona, Racing de Santander, Sevilla FC, Transmediterranea… los éxitos del superregulador son épicos.
Suelen sancionar con defectos de forma, creando indefensión y las sanciones son desmedidas e injustas, tras salir en prensa sacando pecho por poner un par de multazos, luego los jueces meses y años después, los echan por tierra (¡cracks!). La conclusión es evidente, el ridículo sideral que traspasa fronteras, en las empresas indefensión y perplejidad. Tras ganar juicio a juicio, muchas risas. Y es que la CNMC sólo ha recaudado el 3% de las sanciones que ha impuesto. Efectivamente. A Correos le podemos obligar a devolver el 0,33% de los retrasos, pero nadie en la CNMC parece dispuesto a devolver el 97% de las sanciones absurdas o erróneas con el consiguiente perjuicio económico para el contribuyente. Vamos que cuando sancionan a una empresa casi se echa unas risas porque la probabilidad de pago tras acudir a los tribunales es, por decirlo de algún modo, un pelín limitada.
Esto es un síntoma de que algo no va bien en el organismo regulador de la competencia. Super López ha debido perder sus superpoderes.
Cuando una institución llega a ese grado de desprestigio se debería obligar al Gobierno a reformular (¡juas!) su forma de actuar y a reorganizar los órganos componen las diferentes salas. Primero para que no molesten y creen incertidumbre en el mercado. Segundo para que no dilapiden los fondos de los ciudadanos. Y tercero por responsabilidad, algo extraño en los altos cargos del Estado.
El Superregulador debe ser regulado. ¿Quién lo superregulará? El Superregulador que lo superregule, buen superregulador será
En la empresa privada, si lo haces mal, vas a la calle. Sin embargo, la dirección de la CNMC, uno se perpetua en el puesto y no necesita siquiera mostrar ningún signo de corrección sobre su modus operandi. Por eso, al final el resultado es siempre el mismo: la cara colorada cuando la resolución y multa de turno, la tumban los juristas de verdad, y se convierte en papel mojado por su falta de rigor y fundamento jurídico.
Lo que se ha conseguido en este ámbito es ser el hazme reír de nuestros colegas europeos que ven con estupor como el organismo regulador de la competencia en España parece más un Robin Hood con ganas de hacerse notar con sus resoluciones, que a un inductor de sana competencia interviniendo sólo en lo imprescindible. Lo mejor que le podría pasar a la economía y a las empresas que es la propia existencia del superregulador fuera innecesaria. Entonces sí que estaríamos en una situación de competencia perfecta. Pero no tendríamos a los cracks de Super López.
Tampoco parece que ayude mucho a nadie, ni siquiera a ellos mismos, la publicidad y propaganda que acompañan a la imposición de sanciones porque eso les lleva a un ridículo aún mayor. Trabajar con el fin principal de la notoriedad acaba cayendo por su propio peso si el trabajo no está bien hecho. Esto lo han descubierto muy certeramente algunos “jueces estrella”.
La CNMC debería de reinventarse, y cuanto menos cambiar su equipo directivo. ¿No queremos competencia? Pues quien no de la talla debe dejar pasar al siguiente que está esperando, y que nadie se perpetúe en su cargo en la administración. Dicho de otra manera, políticos y ex políticos jubilados, dejen paso a técnicos y profesionales. Es la única manera que tenemos de entender la necesidad de la propia existencia del organismo.
Super López amigo, serás el superregulador, pero no eres un supercrack.