Las cuentas bancarias no son eternas. Al igual que una línea de teléfono inactiva puede acabar siendo cancelada, lo mismo ocurre con un depósito o cuenta corriente. La única diferencia es que en el primer caso el número acabará siendo otorgado a otro usuario. Esa es la única pérdida. Pero en el segundo, el dinero de la cuenta no se devuelve, sino que acaba en otras manos. ¿Sabes en las de quién? En la de “todos” si tomamos al pie de la letra la famosa frase de “Hacienda somos todos”.
Y no hablamos de unos cuantos millones de euros, sino de 24,4 millones de euros que se embolsaron el año pasado (150 millones en los últimos diez años) las arcas públicas solo de cuentas y depósitos abandonados, según las cifras del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Pero, ¿qué se consideran cuentas abandonadas? Son aquellas que durante 20 años se han mantenido inactivas. Es decir, las que no han tenido ningún tipo de movimientos, ya sean ingresos, traspasos o transferencias, por ejemplo.
“Corresponden a la Administración General del Estado los valores, dinero y demás bienes muebles depositados en la Caja General de Depósitos y en entidades de crédito, sociedades o agencias de valores o cualesquiera otras entidades financieras, así como los saldos de cuentas corrientes, libretas de ahorro u otros instrumentos similares abiertos en estos establecimientos, respecto de los cuales no se haya practicado gestión alguna por los interesados que implique el ejercicio de su derecho de propiedad en el plazo de veinte años”. Así lo dicta la Ley 33/2003 de Patrimonio de las Administraciones Públicas.
Sin embargo, el proceso no es tan rápido como pasar las cuentas directamente. “El banco tiene que notificar al titular de la cuenta en la última dirección comunicada la situación de la cuenta”, explica Carlos Cruzado, el presidente del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda y Función Pública (Gestha).
El problema es que la mayoría de estas cuentas pertenecen a herencias no reclamadas o simplemente sus titulares se olvidaron de ellas por tener una cuantía pequeña. “Es necesaria la colaboración del cliente, especialmente en la continua actualización de sus datos de contacto a su banco. Los bancos no pueden localizar a un cliente cuyos datos de contacto no están actualizados o no pueden conocer su fallecimiento si no se les notifica”, explica la Asociación Española de Banca.
Una vez notificado, si el banco no tiene respuesta este tiene la obligación de pasar un listado de todas las cuentas abandonadas a Hacienda en el primer trimestre de cada año. Y ese dinero es ingresado en Hacienda. Después, Cruzado explica que es “muy complicado reclamarlo”, aunque es cierto que puede haber excepciones en casos concretos.
¿Dónde va a parar ese dinero?
Antiguamente, el dinero recaudado pasaba a manos del Tesoro Público. Pero desde hace dos años, Hacienda cambió el lugar de destino por el Real Patronato sobre Discapacidad. Se trata de un organismo autónomo, adscrito al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que tiene como misión promover la inserción social de las personas con discapacidad.
Cuando esas cuentas proceden de herencias no reclamadas, dos tercios de ese dinero también va a parar a este Patronato, mientras que un tercio es destinado a sufragar gastos de gestión.