Hace un par de semanas se publicó el Ranking de Shanghai. Es un día señalado en el calendario en el que se escriben ríos de tinta sobre que no hay ninguna Universidad española entre las 200 primeras del mundo (o que sólo hay 1 o 2 es la queja de otros años), rasgarnos las vestiduras, establecer estúpidas comparativas sobre qué países de nuestro entorno si aparecen en el ranking, que si Venezuela tiene el mismo número de universidades que España en el top200 etc.
Lo primero es entender cómo se hacen estas clasificaciones, que valor tienen y si, realmente, el Indice Shanghai tiene valor. Si, y digo si tiene valor porque es un punto sobre el que reflexionar. Si existen 10 rankings de este tipo, como somos españoles, el que se publicará y dará mayor cobertura en España es el que peor nos saque. De este modo nos lo podemos tirar a la cabeza unos a otros. ¡Gooool! No se valorará el que más prestigio o mejor metodología tenga, será el más dañino. De hecho, a lo mejor ninguno de los existentes vale más que como un entretenimiento fugaz.
Somos españoles: Si existen 10 rankings de este tipo, al que se dará cobertura es al que peor nos saque
Nos encantan los titulares tipo: “Ninguna Universidad española entre las 200 del mundo” (ohhhh!!!!!!) o “España a la altura de Venezuela/Cuba/Azerbaiyán (ahhhh!). Por supuesto no nos lo creemos ni nosotros mismos, pero es un divertimento destructivo y habitual. ¿Por qué hacemos esto? ¡Por qué somos españoles y lo llevamos en el ADN!. Semanas más tarde de la publicación en el ranking de marras y de las bromas que hemos hecho con ello nadie se acuerda del tema, y lo que es más singular, casi nadie ha concluido que suelen ser clasificaciones absurdas y sesgadas.
En el caso de Shanghai, por cierto es una metodología interesante, pero poco representativa. Analiza un grupo de indicadores, y alguno de los cuales nos pueden dar una explicación sobre porque pocas Universidades españolas aparecen o no en ellos. Se trata de los alumnos y profesores que han ganado premios Nobel y medallas Fields (algo así como el Nobel de las matemáticas), el número de investigadores altamente citados, el número de artículos publicados en revistas de Nature y Science, el número de artículos indexados en Science Citation Index – Expanded (SCIE) y Social Sciences Citation Index (SSCI), y el rendimiento per cápita respecto al tamaño de una institución.
Sí. No necesitabas el ranking para intuirlo: ¡Sorpreson! Harward tiene más Premios Nobel y más publicaciones científicas más que la Universidad Complutense. Lo increíble sería lo contrario. Igual que lo anormal sería que la Universidad de Stanford no estuviera en California, y estuviera en la provincia de Albacete y vinieran personas de todo el mundo a estudiar allí.
Muchas de las instituciones universitarias en España, sobre todo las privadas, simple y llanamente son demasiado jóvenes para estar bien situadas aun en este tipo de rankings. Para ganar premios Nobel, entre otras muchas cosas, de las que sin duda adolecemos, falta solera.
No, no digo que el ranking sea una chorrada, si está bien hecho. Digo que simplemente es una clasificación, y esa es la importancia objetiva que tiene, muy poca. Los premios y las publicaciones científicas no dejan de ser sólo una parte de la educación, y la calidad de la misma no puede medirse sólo por ese tipo de resultados. La Universidad española tiene el nivel que tiene, y no es ni mejor ni peor por salir mejor en la foto de este tipo de clasificaciones.
El resultado debe medirse por un único baremo. La capacitación objetiva para desarrollar a un individuo y prepararlo para el mercado laboral.
¿Entonces, podemos decir que tenemos una Universidad que funciona en España? No. ¡Ni de coña! pero no por el resultado de estas clasificaciones.
La Universidad española es un desastre total, especialmente la pública. Pero no por la comparativa del ranking de Shanghai ni ningún otro. Es un desastre porque la gente sale preparada como el culo
Así que fustigarse cuando se publican estos rankings (o felicitarse) aporta más bien poco al debate y pensamiento crítico.
Una fábrica. Sí, pero de parados, mileuristas y becarios
La Universidad es hoy en día una fábrica. Hasta el 2008 fue una fábrica de mileuristas, y los jóvenes utilizaban ese término de forma despectiva. Del 2008 al 2016, la crisis la convirtió en algo peor, una fábrica de parados. Del 2017 en adelante, si de verdad ha terminado la crisis económica como nos dicen, tiene pinta que, con suerte, va a ser una fábrica de aspirantes a mileuristas, ya que un porcentaje muy elevado de los contratos totales, hasta el 47% (y hablamos de más de 8 millones de personas en España), no llegan a ese salario. De hecho, las nuevas contrataciones, de jóvenes recién salidos poco años antes de la Universidad, se realizan con salarios un 24% menores que los existentes. Justo o no el dato es rotundo los 136.502 directivos con sueldos más altos ingresan lo mismo que los 5.754.174 trabajadores con sueldos más bajos, esa es la situación.
Quejarse de lo poco que se cobra o de los periodos de prácticas o postgrados, necesarios tras la Universidad siempre ha sido un argumento emotivo y facilón. Incluso ha servido para fomentar la idea del emprendimiento. Y eso ya no sé si ha sido bueno o malo. La realidad, aunque poca gente la exprese de una manera clara, es que el universitario medio español acaba la carrera sin saber hacer la O con un canuto. Si consigue un contrato es un privilegiado, pero se siente infra pagado por hacerlo teniendo una titulación superior. Y a lo mejor objetivamente está siendo pagado mucho mejor de lo que debiera. Salvo contadas y honradas ocasiones, el joven que termina la carrera se forma más en el posgrado (en otros países o en escuelas de negocio, o con formación alternativa), o en las prácticas de lo que lo ha hecho en los años de Universidad.
Hace 35 o 30 años se oía a los padres, especialmente a los más humildes, hablar con orgullo de que su hijo “era universitario”. Por poco habitual era diferencial. Un valor en si mismo.
Hoy si tienes una titulación universitaria española sin un posgrado de calidad, eres uno más: todos japoneses.
La Universidad es una fábrica, sí. Pero fabrica un producto defectuoso porque no está preparado para acudir al mercado sin ayuda. Por ello una vez sale de la línea de producción debe ser enderezado y esculpido para resultar utilizable. Eso no debería ser así en ningún caso. Es la sociedad, es el mercado laboral y el postgrado el que endereza esos renglones inacabados de una Universidad –especialmente la pública-, que lo único que parece aparcar es a los jóvenes 4 o 5 años manteniéndolos entretenidos en un recinto cerrado, para que salgan a formarse a la vida de verdad.
A veces pienso que el único sentido de determinadas Universidades es mantener a la gente joven entretenida unos años, para evitar que vuelvan a acampar en la Puerta del Sol.