Los escasos días que los Reyes de España han pasado en Palma de Mallorca en este verano de 2017 han dejado más titulares y más subhistorias de las que pudiéramos llegar a imaginar. Una familia reunida al completo. Bueno, casi. Las únicas ausencias: Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarín, pues recordemos que es precisamente en la isla de Palma donde ambos han tenido que rendir cuentas con la justicia.
La otra llamativa ausencia ha sido la del emérito Juan Carlos I, que ha decidido tomarse las vacaciones por su cuenta y ha hecho paradas en Saint-Tropez, Sanxenxo y posteriormente en Irlanda. ¿Por qué ha elegido el padre del Rey el país celta?
A priori, Don Juan Carlos había sido invitado por sus íntimos amigos Allen Sanginés-Krause y su mujer, Lorena, al castillo de Killua, situada en la pequeña localidad irlandesa de Clonmellon, a 80 kilómetros de Dublín. La invitación incluía la asistencia a la reinauguración de la reformada iglesia de San Juan Bautista, convertida en un espacio y galería de arte y jardines. Y es precisamente para este acontecimiento por el que el rey Juan Carlos invitó personalmente a Marta Gayá, la que muchos consideran «el gran amor de su vida».
Tal y como podemos comprobar en el vídeo, el emérito y Marta Gayá fueron vistos juntos aunque de forma discreta. Además, tampoco posó con él en fotos oficiales. El presunto idilio de la pareja resuena con fuerza desde finales de los años 70… Hagamos un poco de historia.
6Gabriela de Saboya
María Gabriela de Saboya fue el último amor oficial del Rey Juan Carlos antes de contraer matrimonio definitivamente con Sofía de Grecia. Cuentan que fue una relación discreta pero intensa y que el General Franco no veía con buenos ojos a la por entonces novia de Juan Carlos.
«Juan Carlos era muy simpático. Yo lo quería mucho. Íbamos al cine y al casino los domingos. Él no pasaba mucho tiempo en Portugal porque estudiaba en el Palacio de Miramar (San Sebastián), pero nos escribíamos muchas cartas», llegó a declarar Gabriela. Mujer de carácter y no sometida a los deseos de Juan Carlos, que bebía los vientes por esta princesa, también comenta que «yo no tenía ninguna intención de casarme ni vocación por ser reina».