La opa sobre Abertis por parte de la italiana Atlantia, que hoy lleva a su junta de accionistas la ampliación de capital para abordar la operación, ha dejado bajo el foco a uno de los fondos internacionales más activos: The Children’s Investment Fund (TCI). No se trata de alguien nuevo, desde hace tiempo pasea sus exigencias por las empresas del Ibex-35, pero ha ganado impacto mediático por sus últimos movimientos en Aena, Red Eléctrica (REE) y, sobre todo, en ACS.
Hasta ahora cuando se hablaba de TCI siempre daban lustre dos situaciones: su cara visible, el singular Chris Hohn; y su estrecha relación fiscal con Islas Caimán y Luxemburgo, donde el fondo de origen británico tiene sus cuarteles inversores. De este modo, las gestiones de Hohn, caballero de su reino desde 2004, siempre han sido bien vistas por considerarse un fondo largoplacista. Esa fue la baza que jugó para entrar en Aena. Pero aparte de eso, también se caracteriza por ser un jugador clave (y muy exigente) en las denominadas infraestructuras críticas del Estado.
Bajo este escenario, TCI tiene diversos frentes abiertos, y todos en la misma dirección. Tras sus movimientos en Aena para que entrase en la contraopa sobre Abertis que finalmente encontró el rechazo del Gobierno, ahora abre su liquidez a Florentino Pérez para que ACS sea la siguiente en intentarlo.
Y ahora no tendrá en contra al Gobierno, puesto que el ejecutivo de Mariano Rajoy ve con mejores ojos que Abertis se mantenga ligado a España que no al grupo italiano. Aunque en este caso hay diversos fondos, como son KKR, Macquarie o CVC que también rondan a Florentino.
TCI: control de tierra y aire
En las últimas semanas TCI ha rebajado su posición en Red Eléctrica por debajo del 3%. Pero sigue siendo uno de los accionistas de referencia. Este caso ahonda en su estrecha relación con empresas clave para el desarrollo de la economía española. REE es el encargado de que el suministro eléctrico funcione.
Aunque donde tiene un verdadero poder es en el control del espacio aéreo español. Su 15% en Aena le otorga un poder significativo dentro de la compañía. Además, vino respaldado por el Gobierno, puesto que fue considerado un fondo con ambición de permanencia dentro de la compañía, aunque ahora mismo también es un invitado incómodo en la mesa del Consejo, puesto que la ambición por cerrar la privatización del gestor aéreo empieza a ser una necesidad particular.
Pero los ambiciosos planes de TCI no acaban ahí. De manera indirecta, en estos momentos, también está dentro del juego de las autopistas quebradas, dado que ha participado en la compra de deuda de las compañías quebradas. Otra pica más en un sector clave, al margen de su actual apoyo a ACS en el mismo ámbito de gestión.
Y eso que no todo ha sido éxito. El propio TCI se personó como uno de los potenciales compradores de Gas Natual. Otro ejemplo más de compañía clave para el Estado. Aunque en esta ocasión no tuvo la suficiencia necesaria para hacerse con el control, que quedó en manos de GIP.
Las eternas dudas sobre los fondos
Parece obvio, pues, que el fondo TCI tiene una particular cartera de clientes. Y esa situación de control no ha llegado por azar. Por ejemplo, entre sus últimas actuaciones se critica las presiones políticas que ha ejercido sobre PSOE y Ciudadanos para que dé su apoyo total en las decisiones que tome el Gobierno con respecto a Aena. Sobre todo en lo que se refiere a la privatización.
Pero no ha sido su único momento beligerante desde que está en el gestor. Hace meses también impugnó ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) el polémico asunto sobre las tasas aeroportuarias, en este caso porque no le venía bien para sus intereses la subida que finalmente se llevó a cabo.
Todo ello por no mencionar el tradicional temor a que este tipo de fondos, como está sucediendo con REE, tienen una visión cortoplacista de los negocios y, por lo tanto, una vez cumplido sus objetivos salen sin mirar atrás. Algo que para los intereses públicos no siempre convence.