No se trata de la red social más grande, ni la que tiene más usuarios, pero Twitter sí ha conseguido posicionarse como una de las más influyentes. Que muchas celebridades del deporte usen esta red como medio de comunicación, y hasta el propio Donald Trump sea su mayor fan, le ha otorgado -si cabe- mayor popularidad. Pero sigue teniendo un filtro poco riguroso por el que se cuelan miles de cuentas dedicadas a insultar, amenazar y realizar acciones poco legítimas.
Y todo esto mientras Twitter lanza mensajes diciendo que están mejorando sus sistemas de seguridad para prevenir y evitar abusos. En concreto, la red social del parajito aseguraba hace unos días que desde el pasado mes de enero están comprometidos en trabajar cada vez más rápido “para hacer de la plataforma un lugar cada vez más seguro”. Afirman que están realizando un análisis para entender mejor los problemas. El resultado, explican desde la compañía, se traduce en “varias actualizaciones de producto”.
Entre ellas destacan las medidas sobre contenidos abusivos. Dicen haber multiplicado por diez su actuación sobre estas cuentas cada día, en comparación con la misma fecha del año anterior. Ahora, además, aseguran que limitan la funcionalidad de la cuenta o aplican suspensiones en miles de cuentas abusivas cada día.
La realidad bien distinta
Una cosa son las palabras para los analistas, inversores y usuarios, y otra muy distinta lo que de verdad hacen esos usuarios. Los ejemplos, de sobra conocidos, siguen regando Twitter cada día. Situaciones muy habituales son los insultos de carácter racista.
Pero ese es casi el menor de sus problemas. Con el reciente fallecimiento del expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, la red social se volvió a llenar de odio, menosprecio y, lo más triste, una impunidad que deja las buenas intenciones de Twitter en papel mojado. Las cuentas siguen estando activas y sus usuarios volcando toda clase de infamias y comentarios que no tienen ningún castigo.
La pornografía sin control
Otro de los aspectos en los que la red social no pone remedio tiene que ver con la pornografía. “Twitter puede llegar a permitir ciertos tipos de contenido explícito”, rezan sus reglas. Pero nada más lejos de la realidad, no es que permita ciertos tipos, es que deja total libertad para subir pornografía a su plataforma.
Bien es cierto que recuerdan las obligaciones que deben tener en su ‘Política de contenido multimedia de Twitter’, pero siempre que éstos sean denunciados. Si no lo son, no hay ningún problema.
Además, la hilarante situación que alcanza este contenido en Twitter se genera con los retuits. Por norma general las grandes estrellas del porno se guardan de marcar su contenido como “sensible”. Pero muchas veces hacen RT a los perfiles de sus fans, y éstos no lo catalogan así. Por lo tanto, están difundiendo un contenido explícito. El resultado final es una mezcla de videos y fotografías que a todas luces son contenido pornográfico.
Al final, en Twitter el usuario decide
Desde Twitter son conscientes de la situación. Por eso, en sus actualizaciones sobre su política de actuación, recuerdan de forma expresa las nuevas maneras para que cada usuario personalice su experiencia, incluyendo filtros para las notificaciones y la posibilidad de silenciar palabras clave. Aseguran que “gracias al Filtro de Calidad hay menos interacciones no deseadas: el bloqueo tras @menciones de personas a las que no sigues han bajado un 40%”.
Para no pillarse los dedos, afirman que tienen “definiciones de acoso consistentes y políticas que se aplican a todo el mundo”. Sin embargo, dicen que cada persona define los abusos de manera distinta. Por ello quieren que cada usuario se haga responsable del contenido que consume, de este modo nadie les puede echar nada en cara ni reprochar que no sean capaces de limpiar su red de insultos racistas, machistas… menosprecios, incitación al odio… y buena dosis de pornografía gratuita.