Al presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, siempre le acompañará su célebre frase en una entrevista antes de llegar a lo alto de la compañía en la que se refería al operador como un elefante, en el sentido de grandeza y robustez, al que se debía hacer bailar. De este modo, tras unos meses en lo más alto de la compañía, ahora busca la ayuda de un ‘mítico’ de la empresa, Ángel Vilá, para los importantes pasos de baile que deben ejecutar.
Hasta ahora no había hecho falta más que la cara visible de Pallete para contentar a todo el mundo. Sobre todo a los fondos que transitan por la compañía y que, desde la llegada del nuevo presidente no veían necesaria la figura del consejero delegado al estilo CEO anglosajón. Pero los tiempos cambian, las necesidades también, y las responsabilidades hay que dividirlas.
En cuanto a lo formal, Ángel Vilá, hasta ahora director de Estrategia y Finanzas, pasará a ser nuevo consejero delegado (Chief Operating Officer) de Telefónica. Para ello, se propondrá nombrar a Vilá consejero de la compañía por cooptación, con el carácter de consejero ejecutivo, ocupando la vacante propiciada por la salida del órgano del gobierno de la empresa de Julio Linares.
Se trata en todos los sentidos de un ‘clásico’. Inició su carrera dentro de la compañía en 1997 como controller del Grupo, asumiendo en 1998 el cargo de CFO de Telefónica Internacional. En el año 2000 fue nombrado director de Desarrollo Corporativo. Más tarde, en 2010, Vilá sumó a sus funciones la gestión del grupo de Filiales, compuesto por Atento, T-Gestiona y Telefónica Contenidos. Luego, en 2011, fue nombrado director de Finanzas y Desarrollo Corporativo, incorporando posteriormente las responsabilidades sobre Fonditel y Estrategia Corporativa.
Aunque uno de sus mayores retos será deshacer lo que él mismo ejecutó, ya que Ángel Vilá ha participado en operaciones tan significativas como las adquisiciones de O2, Brasilcel/Vivo, EPlus o GVT, así como en la OPV de Telefonica Deutschland, entre otras.
Pallete ante el complejo futuro de Telefónica
Álvarez-Pallete tiene varios frentes abiertos, siendo dos de ellos de extrema importancia (y preocupación). Por un lado la deuda, todavía cercana a los 50.000 millones de euros y que sigue pesando como una losa para el desarrolla de la compañía en Bolsa.
Por otra parte, tras la venta frustrada de O2, su filial británica, Telefónica debe empezar a tomar decisiones. La primera será participar en la subasta de espectro para mejorar las condiciones de 5G, y que en Reino Unido ya última su lanzamiento. Pero no solo eso, en la pasada primavera diversos medios económicos internacionales situaban una posible salida a Bolsa por parte de O2 antes de finalizar el año. El plazo se acaba.
Estos son algunos de los motivos que han podido llevar a Vilá a ocupar el que será su futuro cargo, sobre todo por todo el bagaje que arrastra desde su posición financiera dentro de la compañía. Además, la consolidación dentro del ecosistema audiovisual, así como la penetración en el negocio de los datos personales, son aspectos que necesitan de una especial vigilancia por parte de la compañía.
¿Para qué un consejero delegado?
Tradicionalmente, la figura del consejero delegado en Telefónica ha tenido misiones muy concretas. Por ejemplo, la propia que encarnó Pallete como CEO en 2012, donde se perfilaba como ‘heredero’ a la presidencia, y además se mostraba como cara visible para entablar relaciones con las grandes empresas tecnológicas.
Mismo caso que su antecesor, Julio Linares. Su designación en 2007 supuso la recuperación de este cargo que se había perdido con la marcha de Fernando Abril-Martorell en 2003. Linares fue presidente Ejecutivo de Telefónica de España entre los años 2000 y 2005, cuando pasó a desempeñar el cargo de director general de coordinación, desarrollo del negocio y sinergias. La misión que traía bajo el brazo el nuevo consejero delegado era introducir a la compañía en el mundo audiovisual. Algo que, 10 años después, le posiciona a Telefónica como un actor importante en la gestión de contenidos de pago.
Ahora la presión será para Vilá. Que tiene sobre todo en la deuda su gran enemigo, uno al que Telefónica le lleva combatiendo años, y por el momento se mantiene recio.