Una de las claves del éxito de Inditex está en la capilaridad de sus tiendas. Ha sido capaz de abrir centros en las principales zonas prime de más de 93 países para sus distintas firmas: desde Zara a Massimo Dutti, pasando por Zara Home o Pull & Bear o cualquiera de las otras cuatro marcas que posee. Un esfuerzo inversor que le permite contar en su haber con más de 7.200 tiendas en cartera, que le hicieron facturar más de 23.000 millones de euros el año pasado. ¡Ahí es nada!
Para lograr esa tremenda red de tiendas, Inditex necesita hacer una fuerte inversión en locales. Sin embargo, y en contra de lo que hacen otras empresas como El Corte Inglés, su apuesta por el ladrillo se basa en el alquiler y no en la compra. Así que la factura el año pasado ascendió a 2.221 millones de euros. Es decir, que del total de ventas que realiza, necesita destinar el 9,6% a pagar la factura de las tiendas.
La estrategia se basará en nuevas tiendas más grandes. las llamadas flagship store
Una factura que ha ido subiendo a lo largo de los últimos años. Si cogemos como referencia el año 2007, en aquel entonces pagaba en arrendamientos 855 millones de euros. Es decir, el 9% de sus ventas que ascendían a 9.435 millones. Un ratio que se mantiene en rangos más o menos normales, pero que se acerca peligrosamente al 10% de las ventas. Y aunque la expansión ayuda a mejorar los beneficios de Zara y compañía, en los cuarteles generales de Arteixo quieren controlar la factura.
Más que nada porque estamos en un momento de recuperación económica. Si –como parece- la inflación en los principales mercados desarrollados comienza a repuntar; y el inmobiliario comienza a recuperar, las revisiones de alquileres y los nuevos arrendamientos verán incrementados sus precios. Así que toca empezar a prevenir y poner la venda antes de que se pueda hacer una herida que ahogue a la compañía.
Ese cambio de estrategia lo anunció Pablo Isla, el presidente, tras los últimos resultados: una inversión de 1.500 millones de euros durante 2017 para ir abriendo las llamadas Flag Ship Store ‘tiendas de bandera’. Esas grandes moles donde se pueden encontrar todos los productos de una marca. El último ejemplo lo encontramos en el nuevo Zara de Castellana, en Madrid, con el que quiere hacerle la competencia a El Corte Inglés.
De este modo, la intención de Inditex es –poco a poco- ir reduciendo el número de tiendas abiertas e incrementar, al mismo tiempo, la superficie de venta disponible. Es lógico; las tiendas de bandera requieren de edificios mucho más grandes pero que, al mismo tiempo, abaratan la factura de alquileres en el tiempo.
Aunque Inditex no detalla los saldos de las tiendas, parece improbable que todas obtengan beneficios y sean rentables
Además, permiten ir cerrando las pequeñas tiendas distribuidas en los barrios. Muchas de ellas deficitarias, aunque eso nunca lo reconocerá Inditex, que no da un desglose de cifras de ventas por cada centro que tiene abierto.
Así que Pablo Isla y Amancio Ortega irán aprovechando las ventanas que le abren los actuales alquileres. Unos contratos que tienen una duración de entre 15 y 25 años, en los que generalmente se abren algunas ventanas para poder rescindirlos. Por ejemplo, cada cinco años.
Sin embargo, no va a ser sencillo ese proceso de transformación. Más que nada porque en estos momentos la compañía tiene comprometidos más de 4.960 millones de euros en alquileres NO cancelables. De hecho, sólo en 2017 tendrá que pagar 1.384 millones de euros.
Los contratos
La tipología de contratos que firma Inditex es muy distinta. Depende, en gran medida, del país al que acuda y de quién sea el arrendador del local. La mayor parte de los contratos adoptados por la compañía establecen un alquiler fijo –que se actualizan con la inflación- y cuya renta se paga mensualmente.
En otros casos, en cambio, el precio a pagar depende de las ventas que se efectúen. Así que firma un documento en el que se compromete a pagar un porcentaje sobre ventas. Sin embargo, este tipo de arrendamientos son los menos beneficiosos. ¿El motivo? Tienen un importe mínimo garantizado que se debe abonar. Y, además, a mayores ventas, mayores costos, por lo que nunca sabes cuál va a ser la factura final.
Estamos, por tanto, ante un nuevo escenario para Inditex. Se ve obligado a reformular su modelo en un momento clave para la compañía. Sobre todo, porque los analistas ya avisan de que no está claro que vaya a tener éxito en el proceso de las tiendas bandera. Y porque recuerdan que la clave de Zara, Massimo Dutti y compañía depende de que sigan gustando al público. Y eso no siempre tiene por qué conseguirse.
Amancio, su casero
Eso sí, el que tendrá que estar atento también a estos cambios es Amancio Ortega. El fundador de Inditex es, al mismo tiempo, uno de sus principales caseros. A través de Pontegadea Inversiones tiene varios locales alquilados a la compañía. ¿El último? El flamante centro de Castellana. La factura individual es complicada de sacar, pero sí está claro que el negocio del gallego en el ladrillo es altamente rentable. Sólo en 2015 esta sociedad logró un beneficio de 103 millones de euros; ingresó 85 millones de euros en arrendamientos e invirtió 1.562 millones de euros en nuevas inversiones inmobiliarias.
Comienza, por tanto, la particular reconversión de Inditex. Pasar de las pequeñas tiendas de barrio a las Flag Ship Store. Es cierto que ambas van a coexistir, pero el mero hecho de que, poco a poco, se vayan cerrando locales, puede suponer un problema para la empresa.
Hasta ahora la estrategia del grupo se basa en la cercanía, el trato con el cliente y la ‘exclusividad’ de las colecciones. ¿Exclusividad? Sí, exclusividad entendida en el sentido de que no en todos los Zara, por ejemplo, hay la misma ropa. Depende del gusto de la zona en la que se encuentre. Pero en una gran tienda es todo lo contrario. Colecciones inmensas, para todos los gustos y colores. Algo que puede chocar con la idea y la costumbre que tienen los clientes de Zara, Massimo Dutti o Pull & Bear de sus firmas. ¿Huirán? ¿Serán fieles? El reto de Amancio Ortega y Pablo Isla es enorme, y quizá por ello están utilizando una estrategia de cambio a largo plazo.