Uber se ha convertido en una de las aplicaciones de moda que promete revolucionar el transporte urbano en las grandes metrópolis mundiales, aunque por el momento vienen a ofrecer a los usuarios el mismo servicio que los taxis tradicionales. Eso sí, con una capa de tecnología más cool para las nuevas generaciones. Poco cambia, excepto por el hecho de que nos encontramos ante una compañía con varios escándalos a sus espaldas.
La última ha sido desvelada por The New York Times. La prestigiosa publicación neoyorquina se hacía eco esta semana del último escándalo alrededor de la start-up, que habría visto en serio riesgo su presencia en la App Store, lo cual podría haber puesto fin a tan fulgurante negocio -en clara tendencia alcista-. La causa: Uber habría estado monitorizando y espiando los dispositivos, con un sistema conocido como fingerprinting, no solo de los usuarios de la app, sino también de aquellos que la habían descargado y más tarde borrado de su smartphone.
Los hechos se produjeron en 2015, cuando finalmente se firmó la paz entre los de Cuppertino y la herramienta, en una reunión entre Tim Cook y Travis Kalanick. Es cierto que finalmente el director y fundador de la aplicación accedió a las exigencias de Apple, ya que violaba los códigos de seguridad y protección de datos que se exigen para permanecer en la tienda virtual.
Pero no es la primera vez que Uber se encuentra en el ojo del huracán, en el punto de mira de los escándalos, que no hacen más que sucederse desde que saliera al mercado y disputara el puesto a los taxistas a lo largo de todo el mundo. Aquí en España, la justicia tuvo que actuar ya en diciembre de 2014, al considerar que la compañía estadounidense ofrecía sus servicios de manera ilegal, al operar muchos de sus conductores sin la licencia VTC obligatoria. Por lo que tuvieron que cesar momentáneamente su servicio.
No somos nosotros la excepción en este sentido. En Francia, Alemania, o incluso Estados Unidos -país oriundo de la herramienta- la justicia ha salido al paso para prohibir el funcionamiento de la misma por cuestiones similares a las patrias. Lo que está claro, con el paso de los años es que los directivos del negocio tecnológico han aprendido de los errores. Así, tras dos años sin presencia en nuestro país, Uber volvió a operar -en Madrid– pero está vez siguiendo la legislación vigente: para ser conductor de aplicación ahora sí se debe contar con la pertinente licencia de transporte.
Desde muchos sectores también se apunta a Uber como una compañía poco ética a la hora de declarar sus ingresos, al declararlos todos en su matriz europea de Holanda: Uber International Group, donde la carga impositiva es mucho más favorable. Fue la revista Fortune la encargada de desvelar la estructura fiscal de la compañía en 2015.
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En definitiva, un panorama de luces, pero también de sombras que empañan la trayectoria de una compañía que no deja indiferente a nadie. Es extraño pero con Uber existe cierta sensación de ser una herramienta a la que amas o a la que odias.
¿Quién es Travis Kalanick?
Nació y creció en la ciudad de Los Ángeles en Estados Unidos y comenzó aprender a programar desde que estudiaba en el instituto. Creador y cofundador de Uber. Se trata de uno de los jóvenes emprendedores del mundo, aunque lejos de los primeros puestos de la revista Forbes, en la que entró a figurar desde el año 2014, con una fortuna valorada en 6,3 billones americanos de dólares.
Antes de Uber, Kalanick se embacó en su primera aventura mientras estudiaba en UCLA, a través de un proyecto que compartía con sus compañeros de carrera: Scour, un servicio de intercambio de archivos. Su entusiasmo empresarial y su hambre voraz por emprender era tal que abandonó las clases para dedicar su tiempo a la start-up.
Su segunda compañía, RedSwoosh, le llevó a ganar 18,7 millones de dólares, al venderla al grupo Akamai por este montante. Antes, había trabajado en la Motion Pictures Asociattion of America y la Recording Industry Asociattion, hasta que cayeron en quiebra.
Después de todos estos proyectos e intentos de triunfar llegó su gran oportunidad con Uber, a la que ha lanzado hasta los 68.000 millones de dólares de valoración, desde la nada, en tan solo algo más siete años de historia.