Es cierto, pero no es culpa nuestra -al menos no cargamos con toda la carga de la misma- ni se encuentra en nuestro ADN. Y es que, somos los europeos que más tarde salimos de la oficina, pero a la vez los que menos aprovechamos las horas, a causa de las descabelladas jornadas partidas y el retraso respecto al huso horario natural por nuestra posición geográfica.
Solo hace falta darse cuenta que todos los partidos de la Champions empiezan a las 20:45, para que los aficionados de todos los países puedan disfrutar de sus equipos favoritos sin agobios. ¿Todos? No, aquí en España solemos ir corriendo para poder llegar a casa.
Por otro lado, se han sumado causas nuevas, junto a la crisis económica que lastran la efectividad de los empleados y que lleva a los más preparados a abandonar su tierra natal en busca de reconocimiento y eficiencia en el extranjero. Y como no, de una buena retribución acorde a las circunstancias.
5La cultura de cuantas más horas, mejor
En España se mantiene una la visión en una máxima errónea: la de cuantas más horas se trabaje, el empleado va a ser más productivo. Sin embargo, la realidad se sitúa en una tendencia bastante distante de este pensamiento. Como en el resto de problemas, hay que fijarse en los horarios laborales del resto de Europa, que son totalmente distintos.
En el Viejo Continente, sobre todo en los países nórdicos, la realidad es bien distinta: sí, se pasa menos tiempo en el puesto de trabajo y además se es mucho más efectivo en cuanto a los resultados. Más no es lo mismo que mejor.
Los datos arrojan luz sobre esta cuestión: un español trabaja de media 1690 horas al año, lo que se traduce en un 19,6% de tiempo invertido que un empleado alemán. Un claro ejemplo de la situación.