domingo, 24 noviembre 2024

El afable carpintero de Minneapolis y el resto de criminales nazis que lograron huir de la justicia

Los datos que se barajan hablan de que más de 9.000 criminales de guerra nazi huyeron a Sudamérica tras la Segunda Guerra Mundial. Una triste desgracia que permitió que todos estos cargos durante el Tercer Reich escaparan a la justicia internacional que se impuso durante los procesos de Nuremberg.

Se calcula que 5.000 de los mismos escaparon a Argentina, mientras que Brasil habría erradicado a un total de entre 1.000 y 2.0000 criminales del régimen nazi. Chile, Paraguay y Uruguay fueron otros de los destinos más permisivos y predilectos por estos representantes de uno de los regímenes más atroces y brutales de toda la historia.

Y es que, ha pasado ya más de medio siglo, pero todavía a día de hoy se siguen sucediendo casos en los que se descubre a antiguos miembros de este régimen a lo largo y ancho de todo el mundo. El último el de un carpintero ucraniano en Estados Unidos -en Minnesota- al que Polonia quiere extraditar para juzgar por la matanza y devastación de pueblos enteros.

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Josef Mengelé, el ángel de la muerte

Conocido por el sobre nombre del ángel de la muerte, fue destinado como médico al campo de exterminio de Auschwitz, donde -en nombre la ciencia médica- cometió alguna de las atrocidades más tormentosas cometidas en este campo. No faltaron los experimentos con los presos que allí se cobijaban. Todas sus investigaciones buscaban el método de perpetrar a la raza aria sobre el resto de personas del mundo.

En cualquier caso, tras el final de la Segunda Guerra Mundial logró huir hasta Argentina, donde residió unos años para finalmente mudarse a Paraguay y más tarde a Brasil. En aquellos años, el servicio secreto de inteligencia de Israel, el Mossad, le estaba buscando para que respondiera por sus crímenes.

Finalmente, logró escapara a todos sus captores para acabar muriendo en el año 1979 de un paro cardíaco mientras nadaba en el mar en Brasil, por lo que terminó ahogándose. Lo más llamativo de su caso es que, a pesar de haber sido capturado por el ejercito aliado como prisionero, logró escapar de los procesos de Nuremberg por un fallo de coordinación en las fuerzas aliadas.


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