El viento que mata. El mayor número de víctimas de un impacto por asteroide no provendría del impacto mismo. El viento, la presión y el calor causados por el accidente son mucho más peligrosos, no importa donde el asteroide haga su impacto.
Clemens Rumpf de la Universidad de Southampton, Reino Unido, y sus colegas han calculado el riesgo de mortalidad, si un asteroide sacude una zona residencial. Consideraron asteroides que queman completamente, los que chocan contra el suelo, y los que caen en el agua. Sorprendentemente, los efectos secundarios en el aire fueron los que causaron la mayoría de víctimas.
A medida que un asteroide se precipita hacia el suelo, deja ir una enorme cantidad de energía en la atmósfera, dando como resultado una poderosa onda de expansiva, vientos parecidos a un tornado y una cola de fuego arrastrándose detrás de ella. Cuando cae en tierra, forma un cráter, removiendo el suelo alrededor del impacto y lanzando escombros al aire.
Si el asteroide cae en el agua (que es dos veces más probable que ocurra antes que en tierra), formaría un tsunami, con olas que alcanzarían más de doce metros de alto. Cuanto más lejos de la costa se produzca el impacto, a más profundidad, más altas serán las olas.
Un efecto de gran alcance
En el pasado, se ha demostrado que los tsunamis plantean los mayores riesgos de un impacto de asteroides, pero los eventos son notoriamente difíciles de modelar. Rumpf y sus colegas han averiguado que la plataforma continental ayuda a proteger la orilla disipando las olas tanto en su borde empinado como en su suave pendiente hacia la playa.
«Lo que distingue a los tsunamis es que son realmente el efecto de mayor alcance de todos los efectos del impacto«, dice Rumpf. Una ola de presión o una ola de calor no pueden viajar muy lejos, y los cráteres solo se forman justo en el sitio de impacto, pero los tsunamis pueden atravesar cientos de kilómetros de océano para golpear a las comunidades costeras.
Un tsunami causado por el impacto de un asteroide de 200 metros de ancho a 130 kilómetros de la costa de Río de Janeiro, por ejemplo, podría causar más de 50.000 muertes, siendo el 75% causado directamente por el tsunami y el resto debido a fuertes vientos.
Pero si un asteroide impactara sobre una ciudad mataría a millones de personas. La mayoría de esas muertes también se debían al efecto del viento, incluso si el asteroide se estrellara contra el suelo, en lugar de explotar en el aire.
En una explosión en el aire, alrededor del 15 por ciento de las víctimas lo serían debido al calor. En un impacto directo, los efectos de las ráfagas del viento y de las temperaturas elevadas, se unirían a las ondas de presión, que podrían destrozar los órganos internos.
Solo el 3 por ciento de las víctimas sería causado por el impacto real o de los terremotos y de las consecuencias que se derivan, dice el equipo. El grupo planea discutir los resultados con los departamentos de seguridad para poder tomar las medidas necesarias para prevenir desastres.
Acontecimientos muy raros…
Afortunadamente, los asteroides grandes no impactan sobre la Tierra muy a menudo: un impacto por un asteroide de 200 metros se produce solo una vez cada 40.000 años. Y un asteroide podría caer en cualquier parte, y la mayor parte de la superficie del planeta está despoblada.
«Las posibilidades son que un asteroide caiga en el agua, e incluso si cayese sobre la tierra es mucho más probable que lo haga lejos de regiones pobladas,» dice Rumpf. «Estos son acontecimientos muy raros, pero con consecuencias potencialmente devastadoras».
En caso de que empieces a estar preocupado, piensa que hay muchos proyectos dedicados a la defensa planetaria contra los asteroides: los telescopios han detectado la mayoría de los grandes, y hay varias formas de evitar un impacto de asteroides si lo vemos venir.
«Estamos ocupados y preocupados en la detección de asteroides con la máxima anticipación a su posible impacto, por lo que este tipo de trabajo es realmente importante si somos capaces de hacerlo bien.», dice Erik Christensen, director de la Catalina Sky Survey de la Universidad de Arizona .
Y si te has quedado demasiado tranquilo, puedes meditar lo que ya decía el libro del Apocalipsis hace unos dos mil años: «El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de las aguas. El nombre de la estrella es Ajenjo. La tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchos hombres murieron por causa de las aguas, porque se habían vuelto amargas.» (Ap 8,10-11).