La madrileña discoteca Kapital acogió la semana pasada la lluvia de selfies que retrató a las estrellas de la productora más famosa de nuestro país, La Fábrica de la tele. Los propietarios del universo Sálvame, Adrián Madrid y Óscar Cornejo, no se escondieron esta vez y se fotografiaron junto a sus estrellas. Ambos directivos aparcaron por un día su habitual alergia al foco mediático, en el caso de Madrid justificado por los malos momentos familiares que sufrió tras la acusación de corrupción a su padre, el dimisionario presidente castellano-leonés Demetrio Madrid.
Cornejo, recién divorciado del portavoz socialista en el Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Collboni, también se dejó ver junto a los bailes de Terelu Campos y las comentadas ausencias de Jorge Javier Vázquez, Kiko Matamoros y Pelayo Díaz. Es cierto que esta fiesta llega tarde porque La Fábrica de la tele como tal nació en 2005, entonces Hormigas blancas, cambiando posteriormente su denominación social al coincidir el nombre de la compañía con uno de sus formatos estrella. Madrid y Cornejo consiguieron su independencia laboral tras el éxito en la dirección de Aquí hay tomate, fórmula que tuvo padres diversos como Santiago Botello o Pedro Revaldería, que también se «independizaron» de Telecinco a través de la empresa Producciones Mandarina, hoy en horas bajas.
La Fábrica de la tele acaba de celebrar su décimo aniversario, aunque en realidad la compañía ha cumplido doce años
Ambas productoras nacieron y y crecieron al calor de la política impulsada por Mediaset en 2006, parapetada junto a «productores de confianza» ante el nacimiento de La Sexta lanzada por Globomedia, que había sido proveedora privilegiada de la compañía de Vasile durante más de una década con especialidad para la ficción (Médico de Familia, Periodistas, 7 vidas o Aída) y para los espacios de humor (Caiga quién caiga, La noche con Fuentes o El informal). Por lo cual, La Sexta, fue culpable del nacimiento de La Fábrica de la tele, y culpable según muchas voces de la «muerte» de Aquí hay tomate, origen de la productora cumpleañera.
Telecinco alentó el nacimiento de La Fábrica de la tele al comprobar el talento de Cornejo y Madrid, que dieron muestras de su ingenio con la factoría todavía en pañales con documentales como La Pasión de Lola. Esta aventura tendría continuidad con el comentado Hormigas blancas, cuyo spin-off político fue El laberinto de la memoria, formato con el que María Teresa Campos retornaría a su casa tras el recordado «gilipollas» que le lanzó a Paolo Vasile. Estos formatos nostálgicos fueron escuela para ambos directivos, que tras recibir encargos menores por parte de Telecinco, TNT o Birlokus Club, demostrarían que son los reyes de los formatos polémicos, ya que la mayoría de intentos de formatos blancos y familiares, Las gafas de Angelino o Abre los ojos y mira, se han contado por fracasos.
La nostálgica y los espacios del corazón han sido las especialidades de los padres de Aquí hay tomate y Sálvame
En la polémica sin embargo Madrid y Cornejo nadan como peces. Da igual si los programas son rosas, el Deluxe, o si las broncas tabernarias giran en torno a la política, La Noria y El gran debate son sus dos mejores ejemplos. En 2009 la vida de la productora cambiaría con el nacimiento de Sálvame, eje vertebrador de la parrilla de Telecinco con más de veinte horas semanales de oferta que suben a veinticinco con el Deluxe. Al comprobar la eficacia de Sálvame, formato rentable por antonomasia de la televisión nacional, La Fábrica de la tele subió de división y se consagró en el panorama catódico. Tal fue la confianza de Vasile en ellos, que se les encargaron formatos clave tras el desembarco de Mediaset en el accionariado de otras televisiones como Cuatro (Dale al REC o El Comecocos, con Albert Rivera en nómina) y 8 TV (Trencadís o El hàmster).
En esta «falsa década» La Fábrica de la tele ha coleccionado éxitos (Sálvame), fracasos (Las bodas de Sálvame o Cámbiame Premium), boicots publicitarios (La Noria), presiones políticas (El gran debate), espantadas de José Luis Moreno (Hable con ellas), espacios de autor (Viajando con Chester, consolidación de Risto como personaje televisivo tras el fallido G-20), formatos a medida de Belén Esteban (Los ojos de Belén o España pregunta, Belén responde), concursos (El Revientaprecios) e ideas con el que dejaron boquiabierto al panorama industrial como La caja, formato al que su salto internacional le fue esquivo. Es cierto que para hacerse grande, La Fábrica de la tele hubiese necesitado gozar de la confianza de Mediaset para organizar los mastodónticos realities de la cadena, pero tan solo emitieron uno con la etiqueta veraniega low cost, Campamento de verano, y la otra idea, El precio del deseo, guarda polvo desde hace un lustro tras ser rechazado por Telecinco y MTV.
La Fábrica de la tele es una de las productoras españolas con mayor número de horas emitidas en televisión
En la actualidad La Fábrica de la tele reina por las tardes con Sálvame Limón y Naranja, lo intenta ante el fenómeno Tu cara me suena los viernes con el Deluxe, pelea en el mediodía con Cámbiame, sube el share de Cuatro los domingos con el Chester, prepara nuevos capítulos de Las Campos y se zambulle en la TDT con Cazamariposas y con el ConvénZeme de Mercedes Milá, apostando por los contenidos virales con By Pelayo, que emite el Youtube de Fuencarral, mtmad. Pero la apuesta funciona con Sálvame como eje central de todas las ideas porque este formato es clave en la facturación de la compañía, que ha obtenido beneficios superiores a treinta millones de euros en los años azotados por la crisis. Este programa nació como un simple encargo menor a Jorge Javier Vázquez, íntimo de Adrián Madrid desde que se conociesen bajo el paraguas de Ana Rosa Quintana en Antena 3. El presentador, dolorido por una crisis rosa que había fulminado a Aquí hay tomate después de que Sé lo que hicisteis… mostrase las costuras de este género televisivo, se hartó de leer el prompter en los resúmenes de Gran Hermano y volvió a respirar televisivamente junto a un nutrido grupo de ex tertulianos de A tu lado, Crónicas Marcianas o Salsa Rosa, que se sintieron juguetes rotos por un tiempo. Un tiempo que por suerte acabó para ellos hace años.