Un grupo de científicos estadounidenses han logrado crear un híbrido entre humano y cerdo. Un experimento que podría ser en el futuro un hito en la historia médica, de la obtención de órganos humanos, pero ahora está dando pie a más de una pregunta desde un punto de vista ético. Estas preguntas tendrán que proporcionar una respuesta antes de que este campo de investigación pueda ir hacia lo que es su objetivo final: el desarrollo de los órganos útiles y tejidos para trasplante en seres humanos.
En septiembre de 2015, el Instituto Nacional de Salud, el organismo que gestiona los fondos públicos para la investigación de la salud en los Estados Unidos, se había establecido una moratoria de financiación en esta área de investigación. En agosto pasado, sin embargo, la institución anunció la formación de una comisión conjunta para reescribir las reglas de la creación de híbridos humano-animales, los que se conocen el campo científico comúnmente como «quimeras».
Como es bien sabido por los conocedores de la mitología griega, la quimera era una criatura monstruosa con cara de león, cuerpo de cabra y cola de dragón. En este caso no estamos hablando de algo tan complejo e inquietante: los investigadores del Instituto Salk para Estudios Biológicos en La Jolla, California, como se explican en un artículo publicado en Cell, se las arreglaron para crear las criaturas que son, casi, en su totalidad, cerdos.
De hecho, es precisamente que el «casi» es la clave de todo: en el curso de los experimentos, se inyectaron células madre humanas en embriones de cerdo en un estado inicial de desarrollo. De esta manera fue posible obtener más de 2.000 híbridos que se transfirieron luego a las cerdas que han actuado como «madres de alquiler».
Más de 150 de estos embriones se convirtieron en quimeras, siendo casi en su totalidad cerdos: la parte humana fue de aproximadamente 1 célula por 10.000. Antes de ser eliminados, se habían creado los embriones híbridos humano-cerdo con el fin de que ser desarrollaran hasta los 28 días (el primer trimestre de un embarazo porcina).
Para nosotros este tiempo era suficiente para tratar de entender cómo, inicialmente, las células humanas y porcinas se combinan entre sí, sin tener preocupaciones éticas sobre los animales adultos quiméricos
«Para nosotros este tiempo era suficiente para tratar de entender cómo, inicialmente, las células humanas y porcinas se combinan entre sí, sin tener preocupaciones éticas sobre los animales adultos quiméricos», explica Juan Carlos Izpisua, jefe del proyecto de investigación Instituto Salk. Por supuesto, los científicos implicados son plenamente conscientes de las implicaciones éticas de su trabajo.
El profesor Izpisua Belmonte, al tiempo que reconoce que «la idea de crear un animal con células humanas crea ciertos sentimientos que deben tenerse en cuenta«, y cree que la mayor parte del factor miedo, sobre el alcance de la investigación, depende principalmente de las quimeras mitológicas, en lugar de la realidad de lo que ocurre en un laboratorio durante los experimentos científicos realizados meticulosamente.
Aunque todavía es necesario ir más lejos del punto en el que estamos, el enfoque utilizado por los investigadores del Instituto de California podría emplearse, un día, para el desarrollo, en el interior de animales, de órganos y tejidos utilizados para trasplantes en humanos, para el ensayo de nuevos fármacos o para la erradicación de enfermedades.
El uso de cerdos como «incubadoras», para la obtención de órganos humanos, presenta una cierta complejidad, debido a que la gestación de este animal tiene una duración de 112 días, o sea, a menos de la mitad de la de los seres humanos. Esto significa que las células embrionarias se desarrollan totalmente a diferentes velocidades, lo que implica que hay que elegir con gran precisión el momento en que hay que realizar la implantación de células madre humanas para que éstas sobrevivan y se conviertan en parte del animal.
«Es como si vas por una autopista donde los coches están viajando tres veces más veloces de lo que lo estás haciendo tu: si no eliges correctamente el tiempo, puedes causar un accidente,» dijo Jun Wu, científico del Instituto Salk y primer autor del artículo.
Superar este obstáculo, es necesario para «apagar» genes específicos en los embriones de cerdo, con el fin de impedir que sus células contribuyan a la formación de los órganos humanos que se desea desarrollar. El objetivo es, en efecto, el de proporcionar a las células humanas una ventaja que les permite llevar a cabo esta tarea.
Como ha señalado Izpisua Belmonte, el temor por estos ensayos pueden ser identificados en dos tipos de reacciones distintas. Por un lado, están aquellos, sobre, todo entre el público, que ve en la creación de seres humanos y animales híbridos una evocación de lo que escribió HG Wells en el libro: La isla del Dr. Moreau, publicado en 1896: en la novela se describe la actividad de un científico, el Dr. Moreau, que utiliza sus conocimientos en el campo de la vivisección creando híbridos entre hombres y varios animales.
Por otro lado, están los temores de la comunidad científica están relacionados con el punto de vista ético haciendo referencia a la incertidumbre sobre cuáles podrían ser los efectos de las células humanas en el interior del cuerpo del animal, especialmente en el sistema nervioso. Este problema podría solucionarse con una metodología similar a la que debería permitirle mantener las células animales fuera de los órganos humanos.
En este caso, sin embargo, sería proceder en un sentido diametralmente opuesto, es decir, asegurándose de que las células humanas estén lejos del cerebro de la quimera. Esta solución todavía no se ha puesto en práctica en el curso de este estudio, ya que los embriones no pasarían un estado inicial de desarrollo y que la contribución humana había sido mínima. Pero este estudio es muy importante para el futuro de la obtención de órganos humanos para trasplantes.