Alberto Chicote pasa por sus mejores momentos profesionales y personales. El chef comparte vida y trabajo con Inma Núñez, protagonista de una de las últimas entregas de Pesadilla en la cocina y directora de su restaurante Yakitoro.
El cocinero, hasta ahora siempre celoso de su vida privada, declaró su amor y confianza en Inma en televisión: «La gente me decía mucho que montase un restaurante, pero para ello tienes que estar muy convencido. Fui capaz de hacerlo porque tengo a alguien que es capaz de hacer las cosas como yo sin necesidad de que tenga que estar presente. Hay que tener una estructura fuerte como somos nosotros dos. La confianza es absoluta». Así olvida Chicote a su primera mujer y madre de su hijo, que rompió de esta forma con él: «Cuando una persona me abandonó sin dar una explicación. Desapareció sin decir nada después de tres o cuatro años de relación, eso me dolió muchísimo».
Pesadilla en la cocina es el programa de La Sexta con una facturación publicitaria más elevada
Y si en el terreno personal las cosas le van mejor que bien a Chicote, en el profesional tampoco está para quejarse. Porque el cocinero ha cerrado una nueva temporada de Pesadilla en la cocina con uno de sus mejores resultados de audiencia, 2,2 millones de espectadores en prime-time, hecho que ha convertido al reality-show en el espacio de La Sexta con mayores tarifas publicitarias, 58.100 euros más IVA por un spot de apenas veinte segundos.
A Chicote también le sonríen sus negocios, el Yakitorio, que oferta una selecta gastronomía de fusión de la comida japonesa y española, obtuvo más de 360.000 euros de beneficio en 2015. Por lo cual el presentador ya prepara la compra de un chalet que rondará los 300.000 euros, tal y como señalan varias revistas del corazón.
Aun así el cocinero mantiene tres frentes abiertos de cara a 2017: el más complicado será remontar los datos de la cuarta temporada de Top Chef, que en su tercera entrega cayó más de seis puntos y medio hasta caer hasta un preocupante 14,9%.
Su segunda tarea será eliminar todo atisbo de montaje en sus shows después de ver como la propietaria del Café Zamora acusaba a Pesadilla en la cocina de ser un teatro, imputaciones que también han repetido otros protagonistas del reality-show: «montaje», «teatro» o «falsedad».
Y la tercera es conseguir que el mundillo de la cocina comience a respetar sus shows televisivos. Recuerden que Samanta Vallejo-Nájera, miembro del jurado de MasterChef, habló así de su programa de La Sexta: «Me río con el programa, pero lo veo demasiado brutal. En mi opinión, lo encuentro poco de verdad, creo que todo está un poco forzado, es imposible que haya tanta mierda en un restaurante». Karlos Arguiñano por su parte señaló que programas como Pesadilla… «no tienen mucho que ver con la cocina real».