Burlar a la muerte es uno de los objetivos principales del ser humano desde hace algunos siglos. Es por ello por lo que se ha invertido mucho dinero y mucho tiempo en la investigación de nuevos métodos de conservación de las células y del tejido humano hasta llegar a la criogenia. La propia naturaleza es la que nos ha enseñado este proceso tan interesante. Los gusanos nematodos, entrenados para reconocer olores, siguen recordándolos después de haber sido congelados y descongelados. Asimismo, la rana de madera, llamada Rana Sylvatica, se congela en invierno y vuelve a saltar en verano.
Claro está que el tejido humano no es el mismo que el tejido animal. En nuestro tejido, los procesos de congelación-descongelación pueden provocar daños graves en el cuerpo humano. Aún así no son pocos los que se animan a ser congelados criogénicamente después de la muerte con la esperanza de despertar en un futuro lejano y ser curados. La criobiología se encarga de intentar paliar estos daños en la congelación, aunque aún son daños poco conocidos por el ser humano.
Lo que sí se ha averiguado es que durante la congelación podemos evitar un daño si controlamos las temperaturas que aplicamos y nos fiamos de varios tipos de crioprotectores (sustancias que penetran en los tejidos impidiendo la formación de cristales de hielo cuando baja la temperatura). Se ha llegado a la conclusión de que una transición más suave a la fase vitrea por causa de enfriamiento rápido es el objetivo a seguir y no la congelación.
Ahora bien, debemos tener en cuenta muchos factores negativos a la hora de contratar este proceso de criogenización ya que, por el momento, es difícil verlo en funcionamiento. ¿Por qué? El cuerpo humano está compuesto, en su mayoría, por agua. Este agua tiende a formar cristales en el momento del enfriamiento y estos cristales pueden perforar las membranas de las células. En el momento de descongelación el cuerpo se topa con una gran multitud de células dañadas, por lo que el proceso de revivir no funcionará.
Revivir a un cuerpo y a un cerebro que ya está muerto es un proceso muy complicado de ejecutar y una tarea muy pesada.
Otra de las cuestiones por las que es muy complicado burlar a la muerte gracias a la criogenización es que no se trata de un cuerpo que estaba vivo a la hora de la congelación, sino que se trata de un cuerpo y un cerebro muerto, por lo que volver a la vida es muy complicado.
A pesar de ser un campo muy abstracto y complicado del que apenas se tiene información, parece ser que se está avanzando a pasos agigantado y que dentro de unos años veremos nuevos progresos en el campo de la criogenización que nos ayude a escapar de la muerte, el sueño que todo ser humano persigue constantemente y que aún no ha salido a la luz. Aun así, son muchas las investigaciones que quedan por resolver alrededor de este término. ¿Podremos escapar finalmente a la muerte?