Mariano Rajoy está a pocas horas de ser investido Presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados. El Partido Socialista dará su apoyo indirecto al Partido Popular a través de la abstención, un gesto que ha roto en dos la formación. Partidarios y detractores se enfrentan mientras El PP y Podemos se ponen de perfil para ver cómo su rival común se destripa él sólo.
Joaquín Leguina (Villaescusa, 1941) nos recibe en su despacho en la madrileña calle de Velázquez. Allí, entre libros escritos por él, y el sonido de los coches, el que fuera presidente de la Comunidad de Madrid durante 12 años, y uno de los pesos pesados del partido durante todo este tiempo, habla con nosotros sobre el futuro de su partido. Lo hace indignado por lo que está ocurriendo, y por ver cómo se está destrozando lo conseguido en la época de Felipe González para modernizar el PSOE.
¿Qué le parece que Rajoy repita en La Moncloa con la abstención del Partido Socialista?
Es algo que teníamos que haber hecho en diciembre. Pero algunos asuntos personales, de tomas y dacas internos, de sectarización lo impidieron. El PSOE tenía que elegir entre ir a unas terceras elecciones en unas condiciones lamentables, o dar el Ejecutivo al PP. Era difícil, pero es lo menos mal que podíamos hacer.
Sin embargo, muchos de sus militantes siguen pensando que “no es no”, y consideran que es un suicidio lo que se ha hecho estos días.
El suicidio del PSOE es juntarse con quien le quiere matar, con Podemos. Otro, en paralelo, es apoyar a grupos separatistas que nada tienen que ver con la historia del partido. La izquierda y los separatismos son fuerzas antagónicas. No sé por qué se ha cambiado eso. Eso debe cambiar. Si no queremos morir deberíamos tener las ideas más claras y un liderazgo más razonable del que ha habido en Ferraz en los últimos años.
¿Se refiere sólo a Pedro Sánchez o también a Zapatero?
A ambos. Esto empezó con la llegada de Rodríguez Zapatero a la secretaría general. Lo que pasa es que Pedro Sánchez ha hecho un viaje a ninguna parte, pensando sólo en él. Ha metido un veneno en la organización socialista, que se llama sectarismo y eso puede matarnos.
Pablo Iglesias Es un engañabobos, veremos lo que dura el engaño a sus votantes.
Lo que no se entiende bien es por qué si todo el mundo lo veía tan claro entre los opositores al ‘sanchismo’, no se hubiera actuado antes.
¡Se tenía que haber hecho mucho antes! En diciembre tuvo los peores resultados de la historia y, sin embargo, en vez de decirle que se fuera todo el mundo calló. Sólo reaccionaron cuando vieron que iba a ser Presidente del Gobierno con los votos de Podemos y los separatistas. Lo que Rubalcaba bautizó –con mucha gracia- como el gobierno Fransketein. Ante esto los líderes autonómicos tienen que abandonar su silencio cómplice y montar el espectáculo de hace unas semanas. Fue lamentable, pero necesario.
¿Será una legislatura breve?
Quiero creer que los augurios negros se equivocan. Al PSOE le interesa una legislatura larga, no hace falta dar más explicaciones. Está en sus manos, y debe ser lagar y fructífera. Creo que el discurso de Rajoy la semana pasada en la investidura es más que aceptable. Usemos todas las posibilidades que tenemos: peleemos los Presupuestos, busquemos consensos…
Habla de Pedro Sánchez… Sin embargo, usted asegura que esto arranca con Zapatero, ¿por qué?
En esos años se cometieron muchísimos errores. El primero de ellos, promocionar el estatuto de Maragall en Cataluña. Nunca debió ser aprobado en Cortes Generales porque había naufragado en el Parlamento de Cataluña. Eso lo resucita el expresidente del Gobierno en una reunión con un genio de la política: Artur Mas.
Llegó al Congreso y volvió a naufragar. Una vez más Zapatero con Artur Mas lo vuelven a revivir en una reunión. ¿Qué consiguieron? Que ERC rompiera con el PSOE, con el Estatuto y con el gobierno de la Generalitat. Una política enloquecida.
El error no acaba ahí. Prosigue permitiendo que el Estatuto, con artículos inconstitucionales, se lleve a un referéndum. Y sabiendo que ese Estatuto iba a ser recurrido al Constitucional, se debería haber cambiado la Ley de referendos para no pasarlo a la población antes de resolver el problema. Sin embargo, no existió la mínima prudencia que debe tener un político. Es Zapatero el que lo hace.
La desigualdad debe ser nuestro gran objetivo. Viene creciendo desde hace años.
¿Ese es el problema de todo?
No, no. Luego está el resucitar la Guerra Civil con una estupidez como la Ley de Memoria Histórica. Algo que no existe. Existe la Historia, porque la memoria es el gran mentiroso que llevamos dentro. El único problema serio que había era la situación de gente asesinada y enterrada en las cunetas. En lugar de dedicar dinero público a eso, se dedica a una norma que revuelve la basura que significó la Guerra Civil. Nuestro momento más terrible, que convirtió a la mitad de los españoles en asesinos.
¿Le queda algo al PSOE de obrero?
Obreros como había cuando el PSOE se funda, no abundan ahora. El PSOE –que refunda Felipe González- es una formación moderna, social, donde la base social es más amplia que la obrera. Que cuenta con clases bajas, medias, intelectuales… No hace falta más que comparar el Gobierno de González con el de Zapatero para ver lo que ha sido la deriva que ha vivido el PSOE.
Cuando llega Zapatero se lleva a cabo la llamada renovación generacional, con la que nos dio una patada a todos los de la otra generación hacia arriba. Eso hay que reconocerlo: diputados, presidentes de Comisión, pero sin mando en plaza. Eso fue muy aplaudido por los que nunca se renuevan: los viejos periodistas de largo alcance como el señor Cebrián, que jamás se renueva.
Nos echaron con buenas formas, cosas que Sánchez no tenía. Él ha sido muy mal educado con sus adversarios internos. Mire lo que hizo en la Federación madrileña. Quitar los derechos políticos de Madrid porque a él ni a Cebrián –ambos mano a mano- les gustaba lo que allí se hacía. Ambos son los que se cargan a Tomás Gómez.
¿Quién debe ser el líder que lleve al PSOE a recuperar el terreno perdido?
Javier Fernandez, presidente de la gestora, es el PSOE de Felipe González, el de la democracia actual. Alguien más que él estará dispuesto a hacerse cargo de esto. Creo que un líder de ese perfil es imprescindible. Debe poner paz en el partido, y poner como objetivo principal la sensatez y la defensa de nuestros ideales, que es más necesario que nunca.
¿Y cuál debe ser el objetivo a seguir?
La desigualdad debe ser nuestro gran objetivo. Viene creciendo desde hace años. No es cosa de Rajoy y Zapatero nada más. Es un fenómeno europeo. Hay que luchar contra eso. Además, en España, hay una prioridad básica que es el paro. Está bajando, pero es que hay 4,5 millones de parados. Eso influye decisivamente en el asunto de sostenibilidad de las pensiones. Más que la demografía. Luego está el tema de los bajos salarios. La caída de los medios es brutal. Hay que recuperar unos índices de desigualdad más bajos.
Pero eso tardará años en reducirse. ¿Y mientras tanto?
Lo que hace falta en España es una oleada de industrialización. La industria tradicional se ha caído y no se ha sustituido. Todas las políticas deben ir en este sentido, no sólo en nuestro país. Esto permitirá no volver a las andadas y cargar el crecimiento sobre dos patas débiles: turismo y ladrillo que, además, están ligadas. Hay que diversificar.
Pedro Sánchez ha hecho un viaje a ninguna parte, pensando sólo en él.
¿Y todo eso será posible con un Ejecutivo del PP en minoría y con Rajoy a la cabeza?
Yo no creo que sea un Gobierno el que pueda arreglar todo en la vida. La sociedad Civil es la que tiene que dar el paso. El mayor defecto de este país es el amiguismo, la cooptación, el nepotismo… que ha inundado la política, las grandes empresas, la Administración Pública, la universidad, la cultura…
Este es el gran problema de la sociedad. Hay que cambiar el sistema radicalmente. Si tú no escoges a los mejores haces una injusticia y despilfarrando recursos a tutiplén. No hay derecho a nombrar a los amigos en un Consejo de Administración.
¡A ver su ahora se ha hecho usted de Podemos! (Risas)
No, no. ¡Ni mucho menos! Podemos es un movimiento que mezcla dos populismos horribles: el nacionalista –Valencia, Colau- con el izquierdista. Ambos nacen de la crisis, aunque el nacionalismo viene de antes y se agudiza. Esto no es una amalgama fácil. Cada uno tira para su lado. No es sencillo. Por eso durará lo que dure la crisis.
No puede ser que Pablo Iglesias un día sea socialdemócrata danés, otro comunista ruso, otro venezolano. Es un engañabobos, veremos lo que dura el engaño a sus votantes. La inmensa mayoría de votos de Podemos es el rechazo a las viejas políticas y odio a la situación creada por la economía. Entiendo que se pueda abrazar la gente a este tipo de movimientos en un momento como el que hemos pasado, pero irá bajando. Sobre todo porque, como decía Cardoso, todo izquierdista es divisible por dos –por lo menos-. A ellos les tocará.