Una vez que uno se pone a bucear en el fangoso mundo del espionaje económico e industrial, no tarda demasiado en llegar a la conclusión de que, tras la apariencia de calma y fair play comercial, se esconde una lucha feroz entre Estados y compañías en la que nadie queda al margen y ningún dispositivo es inofensivo. Ninguna actividad cotidiana, ni siquiera jugar a Angry Birds con nuestro iPhone, está a salvo del riesgo. Y esto no es una forma de hablar.
La estadounidense NSA y la británica GCHQ espiaron información y datos personales de millones de usuarios a través de aplicaciones gratuitas como Angry Birds. En el mundo del marketing hay una premisa que casi nunca falla: si es gratis, entonces el producto eres tú. Lo que si sé es que el presidente de Estados Unidos no juega a Angry Birds desde su iPhone, ya que tiene prohibido por sus servicios secretos utilizar este tipo de teléfono móvil. ¿El motivo? ¡Tachán! Razones de seguridad, según él mismo manifestó en el año 2013, durante una reunión con jóvenes para tratar temas de la ley sanitaria que promulgaba. Curiosamente, aunque parece haber razones de peso para que los servicios secretos no permitan usar un iPhone a su Presidente, si le está permitido utilizar un iPad.
Al presidente Obama no se le permite utilizar un iPhone, pese a ser un dispositivo americano. A LOS DIPUTADOS Y SENADORES EN ESPAÑA SE LO REGALAMOS LOS CONTRIBUYENTES
En el mundo de la seguridad también hay una premisa: si es un smartphone, entonces no es un teléfono, es un dispositivo de seguimiento. A través de él es sencillo geolocalizarte con gran precisión. A Obama, sin embargo, sí se le permite usar BlackBerry (que cuenta con dispositivos de encriptación más seguros que Apple y Android), aunque bajo estrictas medidas de seguridad, que incluyen un correo electrónico personal al que sólo tienen acceso diez personas. Y no puede quejarse: los anteriores presidentes de Estados Unidos ni siquiera utilizaron correo electrónico en sus mandatos, no se lo permitían los servicios de seguridad.
En España —siempre a la última moda—, el Estado hace entrega de un iPad y un iPhone como herramientas de trabajo a todos los diputados, senadores y altos cargos, incluyendo al presidente del gobierno. Entre otras razones, tal vez esto explique por qué jugamos en «segunda división» como país. Y, seguramente, debería darnos algo que pensar. A estas alturas ya sabes que todo lo que pase en estos aparatos de nuestra supuesta —ya, ya sé que es un término discutible— élite política, puede ser impreso, leído y compartido después, entre risas y palomitas, por un grupo de animados yankees en una sala oscura de un pueblecito de Wisconsin.
CUALQUIER MATARILE DE UNA AGENCIA AMERICANA DESDE UNA SALA OSCURA DE UN PUEBLECITO DE WISCONSIN, PUEDE LEER SI LO DESEA ENTRE RISAS Y PALOMITAS CUALQUIER INFORMACIÓN DE LOS TERMINALES DE NUESTROS POLÍTICOS SIN AUTORIZACIÓN JUDICIAL (PATRIOT AMERICAN LAW)
¡Qué barbaridad! ¿Insinúa el autor que los aparatos norteamericanos que hemos puesto en manos de nuestros dirigentes no son seguros?
No. No lo insinúo yo. Como ya has visto, lo dicen claramente los servicios secretos estadounidenses, que, pese a ser los dueños de la pelota, comprenden los riesgos que tiene y no dejan que su presidente juegue con ella ni por asomo.
Seguro que, cuando este artículo vea la luz, algún carguillo de medio pelo tranquilizará a las masas sobre este supuesto, explicándonos ex cátedra que son aparatos perfectamente controlados, que de su seguridad se ocupa el mismísimo CNI y que no hay motivo de preocupación. Cuando esto ocurra, mírale a la cara. Tú conoces la realidad. Simplemente, trata de averiguar su motivación. Hay dos opciones. O es un imbécil o un inconsciente.
Por cierto, parece que en las ultimas fechas los servicios secretos americanos han cambiado sus preferencias, de la vieja BlackBerry 8830 World Edition cifrada, al Samsung S4 capado para aumentar su seguridad. Cuando termine de ser presidente el Sr. Obama podrá tener un teléfono más moderno.