lunes, 1 julio 2024

Aqualia estrena en Mérida la mayor infraestructura europea de purificación de aguas residuales basada en microalgas

En el corazón de Extremadura, la ciudad de Mérida se ha convertido en un referente mundial en el tratamiento sostenible de aguas residuales. Aqualia, la filial de Agua de FCC, ha inaugurado en la Estación de Recogida de Aguas Residuales (EDAR) de Mérida una de las plantas más grandes del mundo y la mayor de Europa de tratamiento de aguas residuales basadas en microalgas.

Esta biofactoría, fruto del proyecto de I+D ‘H2020 Sabana’, representa un cambio de paradigma en la gestión de aguas residuales, convirtiendo a Mérida en un ejemplo de economía circular aplicada a escala industrial.

Un proyecto innovador que impulsa la sostenibilidad

El proyecto ‘H2020 Sabana’, con una inversión de 11 millones de euros provenientes de fondos europeos y 1,5 millones de euros aportados por Aqualia, busca revolucionar la depuración de aguas residuales mediante el cultivo de microalgas. Estas algas, capaces de absorber los nutrientes presentes en las aguas residuales, se convierten en una fuente de recursos valiosos, como biofertilizantes, bioestimulantes y biopesticidas.

La tecnología de microalgas ofrece una alternativa sostenible y eficiente a los métodos tradicionales de depuración. Las EDARs se transforman en biofactorías, produciendo recursos «verdes» de alto valor añadido a la vez que se reducen las necesidades energéticas para el tratamiento del agua.

Esta iniciativa se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), impulsando la sostenibilidad ambiental y la eficiencia en la gestión de los recursos hídricos.

Mérida: un referente en tecnología sostenible

La biofactoría de Mérida, con una capacidad de tratamiento de 2 millones de litros de agua residual al día, se ha convertido en una fuente de inspiración para otros municipios. Aqualia, con una amplia experiencia en proyectos de este tipo, busca replicar este modelo en otros lugares, especialmente en pequeñas poblaciones.

El proyecto ha sido posible gracias a la colaboración público-privada, un ejemplo de cómo la innovación puede ser un motor de desarrollo sostenible. Mérida se posiciona como un centro de investigación y desarrollo en el campo de las tecnologías de tratamiento de aguas residuales, consolidando su posición como un referente en la aplicación de soluciones innovadoras.

La elección de Mérida para este proyecto no fue fortuita. Extremadura, con sus condiciones climáticas y su tradición agrícola, ofrece un entorno ideal para la producción de biofertilizantes a partir de microalgas.

Mérida se beneficia de esta iniciativa con la mejora de la calidad del agua, la generación de empleo y el impulso al desarrollo económico local. La biofactoría de microalgas se ha convertido en un símbolo de progreso y sostenibilidad para la ciudad, demostrando la capacidad de innovación y compromiso con el futuro.


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