La debacle de Holaluz detiene su cotización, desata la guerra interna y ennegrece el futuro de las renovables

El camino de espinas que atraviesa el sector renovable ha encontrado su perfecta representación en Holaluz. La compañía energética dirigida por Carlota Pi ha sido suspendida de cotización por el índice BME Growth hasta que entregue la auditoría de unas cuentas que le está costando un sinfín de calamidades cuadrar.

El pasado miércoles 1 de mayo, ya sobrepasada la medianoche y con el plazo vencido, Holaluz presentó sus resultados 2023 en los registros del BME, mercado bursátil orientado a pequeñas empresas con potencial de crecimiento. Los resultados netos de la comercializadora catalana reflejaban una catástrofe contable de proporciones devastadoras, con unas pérdidas de más de 26 millones de euros que multiplican por cinco los ya preocupantes ‘números rojos’ del ejercicio precedente. Esta cifra palidece, no obstante, ante la deuda neta, que roza los 60 millones de euros.

Todo este maremágnum financiero fue entregado sin auditar, vulnerando las normas del índice, razón por la que la compañía ha sido suspendida en su actividad bursátil. El motivo por el que los resultados aún no cuentan con una certificación profesional es que los dos accionistas mayoritarios de Holaluz, los fondos Axon y Geroa Pensoak, votaron en contra de los resultados, lo que, según informó la empresa, obligó al auditor a realizar trámites administrativos adicionales.

EL LIDERAZGO DE HOLALUZ, EN LA PICOTA

Según una información de El Confidencial, estos mismos fondos, que acumulan un 22% del accionariado de Holaluz, han pedido la cabeza de la fundadora y consejera delegada de la compañía, Carlota Pi.

Las desavenencias entre el frente formado por Axon y Geroa y la cúpula de la compañía, constituida por Oriol Vila, Ferran Nogues y la propia Carlota Pi, los tres consejeros delegados, no han hecho sino recrudecerse en los últimos tiempos, especialmente después de que el trío de emprendedores, en contra del criterio de los fondos, optaran por recurrir al socorro económico de la Generalitat de Cataluña ante la crítica situación de Holaluz.

La dirección de la compañía solicitó un ‘balón de oxígeno’ en forma de financiación pública para evitar la caída definitiva del proyecto, un final que parece ahora más cercano que nunca después de que los fondos, que ocupan dos de los siete sillones del consejo de administración de la sociedad, se negaran a respaldar las cuentas.

Estas últimas semanas, Holaluz ha estado trabajando contrarreloj para conseguir préstamos de unos 15 millones de euros y un equity line de hasta seis millones para afrontar sus problemas de liquidez, tan profundos que ponen en jaque sus compromisos contractuales y su misma existencia. De no materializarse un salvavidas financiero, ya sea por parte de la Generalitat o de algún ‘caballero blanco’ de la industria que irrumpa en escena, Holaluz se enfrentaría al preconcurso de acreedores. Un triste final que engrosaría la larga lista de dramas que enturbian el sector de las energías ‘verdes’.

EL PINCHAZO DE LA BURBUJA RENOVABLE

En su momento, Holaluz y su cara visible, Carlota Pi, fueron conocidos por encabezar la llamada ‘revolución de los tejados’, que aspiraba a arrebatar cuota de mercado a las ‘grandes’ del sector energético mediante una ambiciosa promoción del autoconsumo fotovoltaico residencial. Pi llegó a declarar que «pondría al Ejército a instalar paneles».

El sueño de un futuro empedrado con placas fotovoltaicas ha sido destruido por el estallido de una burbuja de manual: demanda hinchada y pasajera que se tomó erróneamente por sólida, inversiones exageradas basadas en unas perspectivas de crecimiento engañosas y fuerte dependencia de unas subvenciones públicas con fecha de caducidad. Todos estos ingredientes viciaban la estructura no solo de Holaluz, sino también de muchas otras empresas hasta hace bien poco pujantes como Svea Solar, Solideo, Sunalizer y Solarprofit.

recientemente, otra empresa señera del sector, solarprofit, anunció que se ha visto obligada a entrar en preconcurso de acreedores, justo el destino que intenta esquivar Holaluz

El caso de esta última es también paradigmático, e ilustra con exactitud las deficiencias estructurales de esta industria. Hace una semana, anunció que las «elevadas tensiones de liquidez» han obligado a la empresa a entrar en preconcurso de acreedores, el destino que intenta esquivar Holaluz. Sólo un día antes, Solarprofit había notificado que tendría que despedir a nueve de cada 10 empleados en un demoledor Expediente de Regulación de Empleo (ERE), a fin de garantizar la supervivencia del proyecto.

Eduardo Imedio, especialista del banco de inversiones Renta4, explicó en una entrevista con MERCA2 que tanto Solarprofit como Holaluz «hicieron una apuesta muy fuerte por el autoconsumo doméstico en 2021 y 2022, incrementando de forma importante la plantilla y los gastos en publicidad».

CON UNA RÍGIDA POLÍTICA DE TIPOS QUE LES IMPIDE FINANCIARSE Y UNOS PRECIOS ENERGÉTICOS QUE DESTRUYEN LA RENTABILIDAD, LAS EMPRESAS DE LA INDUSTRIA RENOVABLE AFRONTAN UN ESCENARIO ADVERSO PARA EL QUE NO ESTABAN PREPARADAS

Esta apuesta, continúa, «estaba basada en unas enormes perspectivas de crecimiento del sector de autoconsumo, fruto del descontrolado aumento de los costes energéticos causado por el inicio de la inflación en 2021 y la escasez de gas derivada de las sanciones a Rusia en 2022″. Súmese a la mezcla el órdago de subvenciones públicas orquestado desde la Administración, que en ocasiones llegó a costear en más de un 50% el coste de las instalaciones fotovoltaicas residenciales, y tenemos confeccionada la receta de la catástrofe.

Con la completa normalización del precio de la energía desde 2023, el ritmo de instalaciones residenciales se desaceleró fuertemente en 2023, cayendo un 54% respecto al boom de 2022. Junto con la férrea política de tipos de interés altos del Banco Central Europeo (BCE), que dificulta sobremanera la financiación, y los raquíticos precios de la electricidad -resultado, paradójicamente, de la elevada generación renovable- las empresas del ramo se han visto sumidas en un escenario hostil para el que no se habían preparado.

«Tanto Holaluz como Solarprofit han visto como las perspectivas de crecimiento del sector renovable se han desecho rápidamente, provocando una caída de los ingresos» -observa Imedio- «Además, ninguna de estas empresas estaba diversificada geográficamente, manteniendo una elevada concentración de actividad dentro del mercado español».